La cruenta dictadura de Maduro, a través de unos de sus principales promotores, el psiquiatra Jorge Rodríguez, se inventó la semana pasada una asamblea de parlamentarios de los grupos anarquistas, antidemócratas y pro “socialistas” de varios países. A dicha asamblea le dieron el pomposo nombre de Foro Mundial Parlamentario Antifascista.
Dije en mi cuenta X, al momento de su instalación, que era otro parapeto para seguir mal gastando, derrochando y robando las finanzas de nuestra arruinada Venezuela. Examinando más en detalle la reunión, no cabe duda de que las misma fue un encuentro, muy típico, de los “nacional socialistas” y de “los comunistas”, para hacerse propaganda y así difundir su narrativa, con el fin de justificar su decisión de usurpar el poder a través del fraude y la violencia. En efecto ese evento es otro monumento al cinismo, la manipulación y a la mentira.
Un régimen fascistoide, antidemocrático, violador contumaz de los más elementales derechos humanos se autoproclama “antifascista”. Si nos detenemos a examinar el comportamiento de Nicolás Maduro y su camarilla, no hay duda de su encuadramiento en los comportamientos de los clásicos autoritarismo del siglo XX, vale decir en las atrocidades del marxismo-leninismo-estalinismo soviético y en el del nacional socialismo de Hitler.
El fascismo se caracterizada por eliminar el disenso. El funcionamiento social se sustenta en una rígida disciplina y un apego total a las cadenas de mando, en sostener un fuerte aparato militar cuyo espíritu trascienda a la sociedad en su conjunto; lo que Maduro y su camarilla llama “unión cívico militar-policial”, junto a un permanente adoctrinamiento en los valores castrenses. El militarismo exacerbado a niveles absurdos. En nuestro caso todo el lenguaje del poder está fundamentado en conceptos y términos militares. Para definir una tarea o un plan de gestión administrativa se le califica de “misión o misiones”. Por ejemplo “Misión Identidad”, “Misión Vivienda”, “Misión Transporte”. Para darle nombre a un equipo de trabajo de alto nivel se le llama “Estado Mayor”, por ejemplo, el “Estado Mayor del Agua”, “Estado Mayor Eléctrico”, entre otros. Se apela a términos militaristas a la hora de caracterizar programas o actividades de la sociedad y del gobierno. Por ejemplo, se habla de “guerra económica”, “bono de guerra”. Constituyeron “las UBCH” también conocidas como “unidades de batalla”, creadas por Hugo Chávez, en su mentalidad militarista, para la defensa de su revolución. Se apela a personas del mundo militar para dirigir la administración pública. En fin, es una transformación de la sociedad civil en una sociedad militarista.
Los fascistas, vale decir el madurismo, consideran obsoleta la democracia liberal como forma de gobierno. Chávez y su secta denigraron hasta la saciedad de la democracia representativa. Plantearon una “democracia participativa y protagónica” para eliminar las instituciones de la democracia liberal. Terminaron estableciendo una dictadura donde las instituciones del estado de derecho han sido desmontadas y suplantadas por un aparato obediente a las instrucciones del caudillo establecido en el poder.
La cúpula roja no puede ser más cínica en su discurso y en su comportamiento. Después de haber burlado la voluntad ciudadana en las elecciones parlamentarias de 2015, desconociendo las atribuciones de la Asamblea Nacional, hasta el punto de clausurarla mediante el establecimiento fraudulento y arbitrario de una falsa constituyente; y cometiendo ahora el burdo fraude en la elección presidencial del pasado 28 de julio de 2024, pretenden acusar a la oposición democrática, que, en circunstancias extremadamente hostiles, los derrotó en esos comicios de ser “fascistas”. Es decir, imputarles a sus adversarios lo que ellos son.
En Venezuela el verdadero fascismo está instalado en el poder. El comportamiento de Maduro y su camarilla encuadra perfectamente en las características propias de esos movimientos. Ellos representan el militarismo, la violencia para imponer una secta en el poder, la mentira repetida como forma de vida, la violación masiva de los derechos humanos, la negación del pluralismo político e ideológico y la voluntad de controlar de forma absoluta a la sociedad.
En Venezuela el verdadero antifascismo lo encarna la sociedad democrática. La que, superando el hostigamiento, la censura de prensa, la ilegalización de los partidos políticos, el bloqueo a las organizaciones sociales, la persecución judicial, la cárcel, el exilo y la muerte ha sido capaz de movilizar a la sociedad y derrotar con los votos al verdadero fascismo que encarna Nicolás Maduro.
Por mucho dinero que malgasten en la propaganda para criminalizar a la sociedad democrática no podrán borrar su conducta criminal y no confundirán, ni a nuestra sociedad, ni a la comunidad internacional de su verdadera naturaleza. El mudo democrático ha conocido muy bien a la camarilla que hoy usurpa el poder en nuestro país. Sabe de sus perversiones, de su naturaleza. De modo que pueden seguir haciendo reuniones, bajo el nombre que quieran; pueden seguir haciendo propaganda con su discurso maniqueo y mentiroso que nadie les va a creer.
Entre tanto nuestra sociedad resiste heroicamente la brutal arremetida de violencia institucional y física de la cúpula roja hasta el momento en que logremos hacer valer el voto ciudadano emitido el 28J. Esta época de terror, de destrucción y de mentira la vamos a superar, y quedará para la historia el registro de una camarilla que en mala hora gobernó, para nuestra desgracia, esta patria.
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