Rodney Ascher es un documentalista de la provocación en el ensayo fílmico con voces, teorías conspirativas e imágenes de archivo.
Hasta la fecha, Room 237 fue el largometraje que lo catapultó a la fama de los festivales, elaborando un poderoso estudio sobre El Resplandor, al entrevistar a diversos escritores y blogueros de la red.
La película de Kubrick detonaba las visiones más pesadillescas y desquiciadas de un grupo de analistas, que reivindicaban el ejercicio denostado de la crítica en red.
El cineasta confiaba en el poder de la edición, para crear un ensamble de videoarte, donde el montaje intelectual despertaba la atracción cognitiva del espectador.
El realizador justificaba, una vez más, el valor del cine como instrumento científico de investigación cultural y social.
Hoy reportamos el estreno de A Glitch in The Matrix, nuevo filme de Rodney Ascher acerca de la teoría de la simulación, una idea contenida en la filosofía de Platón y la literatura de Calderón de la Barca, cuyos alcances llegan hasta la ciencia ficción de nuestros días.
Actualmente, series como Loki, WandaVision y parte de la cuarta fase de Marvel, saquean el concepto desde sus estructuras de producción.
El gesto puede interpretarse como una autocrítica del lado alternativo de Disney, así como una búsqueda de conexión con un público que encuentra placer en ver una explicación sencilla de un mundo complejo.
Jameson lo revisó en el clásico Cine en el espacio geopolítico, cuando analizó el filón de “la totalidad de la conspiración” de los setenta, a propósito de la explotación del subgénero en títulos como Klute, Blow Out, Todos los hombres del presidente, Los tres días del Cóndor y El último testigo.
Aquellos thrillers, según el autor, derivaron del caso Watergate y del clima de escepticismo posterior al fiasco de Vietnam, dando lugar al cine de rearme moral de los ochenta con Rambo, Terminator, Rocky, Karate Kid y Predator.
En el presente, la máquina audiovisual intenta compensar el miedo y la intranquilidad ante la pandemia y la perpetuación de las gestiones distópicas de la cuarentena, en perjuicio del individuo sometido por el Estado.
Por ende, A Glitch in The Matrix se difunde en un momento oportuno en Festival de Sundance, generando un efecto de espejo y reflexión frente al orden institucional que nos domina, de una manera incomprensible.
El director sigue escondiendo la identidad de sus interlocutores, ahora disfrazándolos con filtros de videogame y avatares digitales, sumergiéndolos de lleno en la second life de una narrativa en multiverso.
De la mano de los entrevistados, viajamos al fondo de la Matrix, a través de sus referencias, de sus citas textuales y de sus versiones audiovisuales, a cargo de las hermanas Wachowski.
La historia empieza con una ponencia seria de Phillip K. Dick, alertando de la experiencia de vivir en un programa de computación, en un algoritmo planetario, operado fuera de nuestra órbita.
El libre albedrío sería un mito cancelado por el desierto de lo real de nuestras existencias controladas, previsibles, anticipadas y automatizadas en una rueda, como de Instagram, Facebook y Tik Tok.
Jean Baudrillard suscribe las mismas palabras y las amplía en el libro profético Simulacro y simulación, incluido en la franquicia Matrix, a modo de guiño o déjà vu.
La trilogía de Neo y Trinity populariza la teoría, volviéndola víctima y victimario de la sociedad del espectáculo mainstream.
El documental de Rodney Ascher acierta en mostrar las consecuencias que implica tomar la teoría como un dogma, como una posverdad.
Un chico se aliena con The Matrix y comete un terrible crimen dentro de su familia, al sentirse poseído y condicionado por la programación del simulacro.
El director exhibe el dispositivo de rodaje, que se concentra en llamadas a distancia por Zoom y aplicaciones similares, lo que otorga una consistencia estilística al significado de la propuesta.
Otro protagonista cuenta su experiencia de permanecer atado a una correa de videojuegos, 24 por 7.
Me recuerda mis horas de aburrimiento infinito al inicio del confinamiento, de la cárcel prolongada en el hogar.
A Glitch in The Matrix aporta sustancia, vigencia y relato a una idea vieja, masticada por montones de novelas, películas y libros.
Lo hace con un desparpajo y una amenidad que nos mantiene interesados, durante la duración del metraje.
Entendemos los límites y los caminos bifurcados de la simulación.
Usted decide qué considera rescatable o no.