OPINIÓN

Cima de la danza académica

por Carlos Paolillo Carlos Paolillo

Zhandra Rodríguez y Mikhail Baryshnikov. El corsario. Teatro Municipal de Sao Paulo. 1980

Zhandra Rodríguez se mantiene como símbolo inalterable de la danza clásica en Venezuela. Con amplio reconocimiento dio a conocer la excelencia de su baile a tres continentes. Heroína del ballet fue llamada de forma entusiasta al ser incluida a mediados de los años setenta en una exclusiva lista integrada por 45 artistas mundiales de la danza académica.

A muy corta edad, se convirtió en primera bailarina del Ballet Nacional de Venezuela, posición que abandonó para viajar a Nueva York –en ese momento centro mundial de la danza– y canalizar una carrera artística dentro de las filas del American Ballet Theatre. Su primer rol solista, Vortex de la obra El río de Alvin Ailey, lo interpretó en el Covent Garden de Londres y su debut en Giselle en el Lincoln Center neoyorkino, con una reacción entusiasta de público, significó su ascenso a bailarina principal de la compañía. Al lado de las legendarias personalidades de Leonide Massine, George Balanchine y Anthony Tudor, considerado por la bailarina como su mentor, solidificó su atrayente personalidad artística. Clives Barnes, crítico de danza de The New York Times, destacó sobre ella: “El American Ballet Theatre siempre fue afortunado con sus bailarinas latinoamericanas (Lupe Serrano y por supuesto la legendaria Alicia Alonso). Zhandra Rodríguez con su luminoso toque y su brillo personal también será añorada”.

Con relevantes bailarines internacionales integró parejas para el recuerdo. Su actuación hace cuarenta años en una extensa gira por Brasil junto a Mikhail Baryshnikov, el intérprete de mayor influencia mundial de su tiempo, quien se desempeñaba como director artístico del American Ballet Theatre, le valió no poca veneración dentro del público del país suramericano.

El periplo se inició el 19 de mayo de 1980 en el Teatro Municipal de Sao Paulo y comprendió 20 funciones en Río de Janeiro, Brasilia, Porto Alegre y Curitiba, en las que ambos bailarines interpretaron los pasos a dos de El corsario y Romeo y Julieta. Cinco años antes, la pareja se había reunido en Hamburgo en la celebración de la Gala Nijinsky, ocasión en la que representó El pabellón de Armida, de Mikhail Fokine. En 1993, Baryshnikov bailó en Caracas. La sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño lo recibió junto a su novísima agrupación White Oak Dance Project, en su recién estrenada faceta de revelador intérprete de danza contemporánea.

Michael Denard, bailarín estrella de la Ópera de París, acompañó a Zhandra Rodríguez en su debut en Giselle durante la temporada 1973 del American Ballet Theatre, así como en las funciones inaugurales del Ballet Internacional de Caracas y en las giras de este conjunto por varias ciudades francesas.

Zhandra Rodríguez y Michael Denard. Giselle. Lincoln Center de Nueva York. 1973

Ted Kivitt, Iván Nagy, Fernando Bujones y Patrick Bissel del American Ballet Theatre; Edward Villela, Jacques D’Amboise y Helgi Tomasson del New York City Ballet; y Paolo Bertolucci del Ballet de la Scala de Milán, fueron algunos de sus notables acompañantes en encumbrados escenarios.

Las Óperas de Berlín, Hamburgo y Viena la tuvieron como bailarina invitada de tenor. Al lado de John Neumeier vivió momentos inéditos al interpretar Sueño de una noche de verano, Tercera Sinfonía de Mahler, Deseo y Ariel, del coreógrafo estadounidense de destacada proyección internacional.

El Ballet Nacional de Cuba, los ballets del Teatro Colón de Buenos Aires, Teatro Municipal de Río de Janeiro, Teatro Municipal de Santiago de Chile, y Teatro Teresa Carreño de Caracas, la acogieron como una de las más significativas figuras de la danza latinoamericana.

La amplitud de su repertorio evidenció su sorprendente versatilidad como artista de la escena. El ballet romántico, clásico y neoclásico con énfasis en sus manifestaciones más liberales, tuvieron en Zhandra Rodríguez a una bailarina de relieve, tanto en lo relativo a exigencias estilísticas como en lo concerniente a demandas expresivas.

Alicia Alonso y Zhandra Rodríguez en La Habana. Ballet Nacional de Cuba. 1975

Reconocida como una intérprete de retos múltiples, coprotagonizó la creación del Ballet Internacional de Caracas, proyecto de alto vuelo, aunque con final abrupto, convirtiéndose en ideal estético de Vicente Nebrada.  Con el Ballet Nuevo Mundo, en los momentos de mayor esplendor de esta compañía, giró dinámicamente por países de América, Europa y Asia en calidad de fundadora, directora artística y primera bailarina.

Hoy Zhandra Rodríguez representa un genuino emblema de la danza nacional. Temperamento de fuego y aguerrido icono escénico, llevó hasta la cima al ballet venezolano.