OPINIÓN

Chuzadas y corrupción del petrismo

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

Sinceramente cuando Semana publicó el pasado sábado 27 de mayo su reportaje sobre el “affaire” de la niñera del hijo de la todopoderosa Laura Sarabia, no pensé que eso pasaría de una prueba más del acostumbrado abuso del poder por parte de figuras de la cúpula del poder petrista, en un gobierno en el que el presidente señala públicamente que es el “jefe del fiscal” apuntando de un golpe hacia la sacrosanta división de poderes, fundamento básico de la democracia. ¡Que su jefe de gabinete intimide a una empleada doméstica para averiguar sobre un robo cometido en su casa es un asunto baladí! Pero seguramente el olfato periodístico de Vicky Dávila y sus importantes fuentes le habían hecho ver que no era eso, sino que presagiaba (o probablemente ya sabía) un asunto que «golpeaba» al ya débil gobierno de Petro. Es que el “niñeragate” se vislumbra como la más grave crisis del Estado desde el caso 8.000, y por la misma razón: injerencia del narcotráfico en el sistema político colombiano al más alto nivel, el de la presidencia de la república.

Todo comenzó por una denuncia de la niñera del hijo de Laura Sarabia, de que había sido llevada a la Casa de Nariño y se le había practicado el polígrafo, a la par de insultos, amenazas y ataques a su persona y su propiedad por parte de funcionarios de la seguridad de presidencia, acusándola de un robo de un maletín de dólares que se había perdido en la residencia de la alta funcionaria. Repito, con todo lo reprochable del caso, esto no pasaría de ser un asunto menor en un gobierno caracterizado por el abuso de autoridad ejercido desde la figura del propio presidente con sus imprecaciones a diario desde su cuenta de Twitter. Pero una vez la Fiscalía actuó, esto pasó de castaño a oscuro: se evidenciaron interceptaciones ilegales de los teléfonos de la niñera y la empleada por días en la residencia de Sarabia, revelándose así abuso de autoridad, pero ya no con amenazas sino con un hecho paradigmático en la política colombiana, y por el cual Petro se ha hecho famoso y adquirido notoriedad como líder de la oposición de izquierda. Es más, el hecho revelaba que el “cambio” no era tal y que el gobierno Petro no solamente se caracterizaba por estar conformado y apoyado por las más conspicuas personalidades y partidos del establishment, sino que también recurre a las más criticadas prácticas de este, nada menos que la violación del derecho a la privacidad de las comunicaciones de los ciudadanos, a través de las vulgares chuzadas, tan denigradas por el mismo Petro y todo su combo de lloronas por abusos durante décadas, incluidas ONG de derechos humanos que ahora callan culpablemente. Pero si esto no fuera poco, con todo y lo reprochable que son las chuzadas, es un asunto menor al lado de lo que se reveló a raíz de este caso: una consuetudinaria y gigantesca corrupción en la cúpula del Estado.

Es allí donde entra la inefable figura de Benedetti, el hasta el viernes embajador en Caracas y quien fue la mano derecha de Petro en la campaña. La entrada en escena de este conspicuo representante de la corrupción farcsantista es porque fue él quien llevó a Sarabia a la campaña de Petro, esta había sido la mano derecha de Benedetti por varios años. Él mismo en su juicio por corrupción testificó que era ella quien manejaba sus finanzas, y… -por su recomendación- llegó a ser mano derecha de Petro. Pero la amistad se quebró entre Benedetti y Sarabia, hubo disputas por lo que se entrevé ser un tráfico constante de millones de dólares en la residencia de Sarabia, y cuando estalla la denuncia de la niñera en el reportaje de Semana, Sarabia acusa a Benedetti de ser el soplón y este la acusa a su vez de corrupción y abuso de autoridad. Ante este vulgar cuadro de dimes y diretes, el locuaz Petro que trina un promedio de 33 veces/día, pasó 24 horas totalmente mudo. Finalmente -dos días después de la visita de la Fiscalía a la Casa de Nariño- no le quedaba de otra a Petro que sacar del gobierno a ambos funcionarios.

Ahora bien -como lo señala Salud Hernández-, semejante crisis de gobierno no se arma por 7.000 dólares, el mismo Benedetti acusa que el robo fue por más de 30.000, peor aun lo que la prensa destila es que la casa de Sarabia era un centro de flujo de paquetes de enormes sumas de dólares (siguiendo la costumbre que entronizó Petro de que… el dinero se maneja en paquetes de efectivos, nada de transacciones bancarias legales… ¡por algo será!). El lío para Petro es mayúsculo, pierde a sus «manos derechas» de la campaña y, de sus primeros 9 meses de gobierno, alguno, si no los dos, pueden soplar secretos delicados de Petro. De hecho, ya Benedetti comenzó sigilosamente esa rutina, publicó (“por error”) un diálogo entre él y Petro donde acuerdan «silencio» (la ley de “omertá” de las mafias) y en una entrevista hace veladas críticas a Petro y su gobierno. Pero también aparecieron los sulfurosos audios de Benedetti, que confirman lo que se señala en este informe, con sólo los indicios que da el análisis, pero sin una comprobación: alguno iba a soplar secretos delicados de Petro, y si bien Benedetti no lo dice textualmente, cuando señala “Qué tal que uno diga quién fue el que puso la plata en la Costa”, deja entrever lo que señalamos… ¡Hay fuertes indicios de financiamiento de Petro por parte del narcotráfico!

Lo de las chuzadas es grave, sobre todo por el valor simbólico en un gobierno que hizo de su lucha electoral el hecho como una leit motiv de la misma. Ya entonces se descubrió que -como diría Juan Manuel Santos- “el tal cambio no existe”. Lo elemental es que se investigue de dónde salió la orden, pero el propio Petro en su declaración decretó la impunidad al negar contundentemente “que alguien de su gobierno ha dado esa orden” dentro de la misma línea de… “yo no lo crié”, “ese tweet ni lo hice” y “la paz total no es mía, es invento de los medios”. Ahora Petro saldrá con que… “la orden no es del gobierno, sino de la oposición”. Pero más grave que eso es lo de la corrupción putrefacta que se destila en las altas esferas del gobierno. “Al presidente lo tienen chantajeado. Benedetti tiene información personal de él que consiguió en la campaña. Por eso Benedetti se siente tan seguro de que no le va a pasar nada”, le dijo a La Silla una fuente del círculo más cercano del presidente, que pidió no ser citada (https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/circulo-cercano-de-petro-teme-un-chantaje-de-benedetti-al-presidente/).

Todo esto lleva a la pista de un financiamiento de Petro (a través de Sarabia y Benedetti) por parte del narcotráfico y de los grupos narcoterroristas FARC y ELN, por eso el nombramiento de Benedetti en Caracas, para ser el correo de transmisión entre esos grupos, Maduro y Petro. El conflicto entre Benedetti y Sarabia amenaza con que salga la luz detalles de este tenebroso caso, de cooptación del alto gobierno por parte del narcoterrorismo, pero eso no sería nada excepcional, es el patrón del socialismo del siglo XXI, que se hizo en Venezuela y Nicaragua, y al cual se adhiere Petro. Conclusión: el “niñeragate” demuestra aspectos horribles del gobierno: 1) Abuso de poder desde su cúpula. 2) Uso de los «nadies» para arribar al poder y empobrecernos y humillarnos desde él. 3) Corrupción rampante que debe ser revelada. 4) Negación de todo esto por el mismo Petro. ¡Todo típico del socialismo del siglo XXI!