En los últimos días hemos vuelto a ver imágenes escandalosas sobre los confinamientos totalitarios que practica el Partido Comunista de China sobre su población, videos que circulan en las redes sociales muestran a personas suicidándose, a mascotas sacrificadas en bolsas de basura, y agentes de seguridad vestidos de blanco arremetiendo con violencia en contra de los ciudadanos de Shanghái.
Todo esto, pese a que según las autoridades la mayoría de los casos son asintomáticos, y apenas se han registrado tres muertes en los últimos días, cabe destacar además que, ese número de muertes, han sido las primeras que admite el régimen chino desde el 2020, y las mismas se produjeron en ancianos cuya edad varía entre 89 y 91 años, con comorbilidades previas.
Durante los últimos años hemos visto a China publicar números surreales de covid, según las autoridades, prácticamente el contagio era nulo, durante meses nadie falleció por el virus, sus fábricas y empresas operaban con total normalidad, vendían su mercancía al mundo, e incluso, se pudo observar videos de grandes festivales musicales con asistencia de miles de personas en Wuhan, la ciudad en la que se originó el coronavirus.
Cuando se analizan las cifras económicas correspondientes a los años de pandemia, se nota a leguas que China fue la nación del mundo más favorecida por los confinamientos y restricciones que se impusieron en Occidente, debido al virus originado en territorio asiático. Durante el año 2020, el de mayor apogeo de la pandemia, la economía de China creció un 2,3 %, mientras que la americana decreció un 3,5 %, de hecho, durante dicho período, la del gigante asiático fue la única gran economía que tuvo números positivos en todo el mundo, y al año siguiente (2021), cuando las restricciones comenzaron a levantarse, China tuvo un crecimiento del 8,1 %, mientras que su principal competidor comercial creció un 5,7 %.
Desde hace décadas la mayoría de las naciones occidentales, en un intento de abaratar costos, ha ido fomentando una relación comercial de dependencia absoluta hacia China. Debido a la falta de derechos humanos y la práctica de condiciones laborales anacrónicas, incluso bajo acusaciones de esclavitud en ciertas regiones, China ha podido forjar una industria de transformación de todo tipo de materia prima a precios muy bajos, con los cuales ninguna nación Occidental podría competir, y esto se acentúo durante la pandemia.
Hoy las redes sociales se están inundando nuevamente de cientos de videos que muestran el desprecio de China por las libertades ciudadanas y los más básicos derechos humanos, e incluso, periodistas de medios occidentales como es el caso de Wenhao Ma de Voice of America News, han relatado que esa información ha sido distribuida prácticamente por error en Weibo, el Twitter chino, alegando que no fueron sacadas de circulación con la rapidez que suele hacerse.
«Los internautas en China, por solo unas horas, pudieron desatar su ira contra el gobierno chino por cómo manejó la crisis de covid en Shanghái y otros problemas sociales», escribió el periodista de VOA.
Lo cierto es que estos errores de filtración de información no ocurren por casualidad en el perfeccionado sistema de vigilancia estatal chino, es evidente que el Partido Comunista de China quiere que estas imágenes sean esparcidas por el mundo, que la gente vea lo que está ocurriendo en Shanghái con el presunto propósito de “combatir el terrible covid”, y que los ciudadanos aterrorizados vuelvan a ser condicionados a confinamientos totalitarios para quedar nuevamente a la merced de la economía china.
En China están literalmente asesinando mascotas, usando robots para mantener a los seres humanos confinados, y dejando morir de hambre a los ciudadanos, con la intención de crear alarmismo en el resto del mundo. Esto es de todo menos un tema sanitario, es absolutamente político, pues las cifras del virus que presentan las autoridades comunistas no guardan ninguna relación con las horrendas escenas totalitarias que hoy vemos salir de China.
El mundo cometería un grave error si vuelve a caer en el juego de China y empieza a sucumbir ante su terrorismo mediático. La ciencia ha demostrado que los confinamientos no han tenido realmente algún efecto positivo notable para combatir el virus, y lo único que lograron fue arruinar económicamente a los países.
Si algún líder occidental vuelve a sucumbir a la tentación de encerrar a sus ciudadanos, los electores deberían empezar a verlo como un agente chino, en lugar de un burócrata preocupado por la salud de sus ciudadanos.
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