La prensa especializada en los asuntos internacionales estuvo particularmente ocupada e inquieta con la dinámica del gran coloso asiático durante el año 2024. La inquietud surgía de las diferentes maneras de interpretar el amplio impacto que eventos chinos de todo orden tienen en el devenir planetario.
Hubo uno en particular que no ocupó tanto centimetraje en los medios, pero no por ello está siendo menos relevante. No tiene que ver con la supuesta debilidad de la economía del gigante, con la guerra comercial que libra con Estados Unidos, con la independencia de Taiwán o con la gravitación china en los mares de Asia o el Mar de China Meridional, ni con su poderío tecnológico, ni con su aspiración de presencia en el mundo a través de la Nueva Ruta de la Seda.
Nos referimos al desafío que representa para el mundo la incisiva tarea de espionaje desplegado por China a escala global, un asunto que viene captando la atención de los servicios de inteligencia occidentales desde hace ya un buen número de años. Frente a él se armó, hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, una alianza supranacional para conocer sus formas variadas, contrarrestar sus efectos, manejar estrategias conjuntas de contraespionaje y proteger la seguridad de los países que la integran y la del planeta entero.
Así nació «Cinco Ojos», un esfuerzo institucional de cooperación para compartir inteligencia formado por Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda. “Five Eyes” se ha estado dedicando a aumentar el volumen de las advertencias sobre los robos de tecnología que vienen perpetrando desde China a nivel de las empresas, pero igualmente se han ocupado de llamar la atención sobre el ciber espionaje orquestado desde Pekín y particularmente en torno al reclutamiento de personas para la obtención de información privilegiada en sitios de especial interés para la potencia de Asia.
Resulta muy significativo el hecho de que, a decir de Cinco Ojos, China cuenta con más de 600.000 personas dedicadas a asuntos de inteligencia y seguridad que trabajan en detectar fallas en la seguridad propia, así como en el espionaje político, económico y empresarial en terceros países.
La interferencia china en el acontecer global abarca diferentes localidades y formas, pero se concentra en los países de mayor influencia en los asuntos estratégicos mundiales. No hace un año que en Alemania se capturaron varios agentes armados de datos sobre tecnología militar, sospechosos de trabajar para los servicios secretos chinos.
A través de la información que recaban, gracias a la interceptación de comunicaciones, de recopilación de inteligencia digital o del robo de secretos intelectuales, China arma la estrategia de seguridad indispensable para controlar sus propios riesgos potenciales. Una forma muy utilizada y de apariencia inofensiva es el despliegue de académicos y de estudiantes chinos en las universidades de los países objetivos.
Todo lo anterior no deriva del capricho de un gobernante. No hablamos de un novedoso proyecto ideado por Xi Jinping, aunque desde su liderazgo el espionaje se ha vuelto una pieza clave de su política exterior. Piensan los entendidos en la materia que forma parte de un ancestral objetivo bien trazado desde Pekín que aspira a manejar todos los hilos de información en el globo que son necesarios para poder avanzar en la creación de un nuevo orden internacional que sea proclive a la preponderancia china.
La inteligencia china ha estado penetrando al mundo entero y para los jefes de inteligencia de las grandes potencias estos programas de espionaje configuran una amenaza global sin precedentes.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional