Provoca una envidia absoluta el leer -y ver día a día- la ejecución de políticas públicas de Chile con relación a Energía. Los envidio. Creo que toda América Latina envidia la proactividad e innovación que Chile está imprimiendo en su industria de la energía.
Están avanzados, mirando el futuro, construyéndolo y rediseñándola a cada paso que dan, con el único objetivo de insertar al país no sólo en las nuevas tendencias de reducción de uso de fósiles, incentivo a industrias privadas de renovables y reducción de GEI (gas de efecto invernadero) sino la consolidación de una nueva generación de líderes para la industria que van a incidir favorablemente no sólo en Chile sino en América Latina.
Están apostando mucho a la tecnología, al capital privado, a la inclusión de las mujeres y de los jóvenes en emprendimientos y empresas que no solamente son resilientes y que construyen un nuevo paradigma sino que apuestan a ganar dinero. No es pecado ganar dinero siendo innovadores, y la industria de la energía da para construir una nueva economía en su derredor apostando a renovables y al hidrógeno.
Chile está a contramano del resto del continente, Chile están avanzando y la mayor parte del continente están aún en el populismo básico, estatista y desincentivador de la industria privada renovable. Están en el Continente equivocado. La visión chilena en energía demuestra que ésta generación es responsable del cuidado del medio ambiente y de la consolidación de nuevos retos en negocios, industria y tecnología de la energía, apostando 100% a generación eléctrica solar, eólica e hidrógeno verde.
Hace unos días el gobierno de Chile presentó una renovada Política Energética Nacional (PEN) actualizada, una hoja de ruta que señala el camino para el sector. Diseñan un gobierno que estimule, empuje e incentive, contrariamente a los populismo que burocratizan, desincentivan y aplastan.
La premisa es electricidad a bajo costo, a cero emisiones y para todos.
Y esa política apuesta al hidrógeno verde y electromovilidad como oportunidades para reducir emisiones. Quieren un país con 80% de su matriz eléctrica basada en renovables para 2030 suministrando 100% acceso a electricidad para todos hasta esa fecha para satisfacer necesidades de refrigeración, calefacción, agua caliente sanitaria y cocción de alimentos, entre otros.
Lo más importante de ésta política es que se traza metas que incidirán en la economía: generación de 100.000 nuevos empleos en la industria privada de energía al 2030, empleos relacionados a construcción de nuevas plantas, remodelación, nuevas líneas de transmisión, nuevos parques solares y eólicos, ingeniería civil adyacente, y plantas de hidrógeno verde.
La matriz energética chilena, antes de 2030, busca que sus nuevas edificaciones comerciales, industriales y hogares sean totalmente eficientes, logrando que esa ansiada eficiencia energética de uso racional de la energía, sea construida bajo estándares de ahorro de energía y con materiales con sello de cero huella de carbono.
Son ambiciosos porque conocen de su capacidad de liderazgo, sus normas de incentivo a capitales privados y su respeto por la institucionalidad, la norma y la ley.
Van a atacar de frente el problema de los GEI en el transporte: apuestan por electromovilidad al 100% de su parque público de transporte masivo y de ventas de vehículos a privados, todos de cero emisiones para antes de 2035.
El ambicioso plan es complementado con el diseño de ingeniería y tecnología que tenga la capacidad de contar “a la mano” 6.000 MW (megavatios) en sistemas de almacenamiento de energía para garantizar de forma permanente su sistema eléctrico nacional al 2050 (2.000 MW al 2030), con tecnologías de vanguardia como baterías, bombeo hidráulico, aire comprimido, aire líquido, etc.
La nueva industria del hidrógeno que plantea Chile y que está ya incentivando prevé que hasta antes de 2035 estarán exportando hidrógeno verde y derivados. Generando divisas, atracción de capitales, empresas de tecnología, startups con modelos de gestión que van a incidir en su economía de forma favorable.
La nueva política energética logrará que hayan 60% menos emisiones anuales de GEI en sector energético al 2050 (comparativamente a 2018) que impulsara su industria y economía, con parámetros limpios, sin fósiles y tratando de cumplir sus acuerdos para ser un país con carbono neutralidad antes de 2050. Su próxima generación gozará de un país con energía a bajo costo para seguir invirtiendo en nuevas industrias y tecnología.
Cuentas claras, normas que incentivan, políticas que se diseñan, implementan, monitorean o evalúan en consenso y democracia, respetando la propiedad privada, la inversión, libre iniciativa y con participación ciudadana son base de ésta nueva política energética que tendrá un Consejo permanente de Política Energética de Chile, creado a propósito para discutir periódicamente avances, ajustes y normas de innovación.
Y a los chauvinistas con mentalidad de 1879 (de la guerra del Pacífico) que tiran piedras por Twitter les digo: soy boliviano, muy orgulloso pero eso no me ciega a ver y reconocer a Chile como un país de libertad, prosperidad y progreso. Y eso no me hace menos boliviano. Me hace más latinoamericano. No tengo nada en contra de nadie y no creo en falsos chauvinismos. Felicidades por Chile. Tengo envidia. De la buena y sana. Están ustedes a la vanguardia en políticas de incentivo a la industria privada de energía respetando la libertad, democracia y la ley. Van a ir lejos, van a suministrar electricidad a bajo costo, sin contaminar, generar empleos y cambiar su matriz energética y su parque automotor ratificando el liderazgo chileno en industria y negocios a escala.
@BorisSGomezU