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Centenario de Pedro Rincón Gutiérrez, Perucho

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La tierra del sol amada como se le conoce a Maracaibo y al Zulia ha parido importantes hombres y mujeres que pertenecen a nuestra historia y gentilicio como venezolanos. Uno de esos hombres fue Pedro Rincón Gutiérrez (Perucho) quien paradójicamente siendo zuliano de nacimiento, vivio y dedico toda su vida a Mérida y la ULA, se convirtió en unos de los merideños de mayor proyección (junto a Mariano Picón-Salas, don Tulio Febres Cordero, Caracciolo Parra Pérez o José Humberto Cardenal Quintero por señalar algunos) al extremo de ser un ícono y referente sine qua non y obligatorio cuando se habla de Mérida, y especialmente, de la Universidad de los Andes.

Por ello a Perucho se le etiqueta o rotula como el rector heroico, el rector magnífico, el rector de rectores y es debido a su obra, al crecimiento, expansión y fortalecimiento que la Universidad de los Andes alcanzó en sus períodos como rector.

La obra de Perucho es incalculable. El bienestar de sus gestiones no sólo se tradujo en núcleos universitarios, facultades, carreras, pasando por la creación de posgrados, laboratorios, bibliotecas, institutos y centro de investigación, imprenta y editorial universitaria, archivo histórico, Asociación de Profesores de la Universidad de los Andes (Apula), el Instituto de Previsión del Profesorado (IPP), el Cuerpo de Bomberos Universitarios, la Caja de Ahorros, direcciones y coordinaciones diversas de carácter académico y administrativo y más, hasta llegar a lo mínimo ese rector amigo al servicio del profesor, del empleado, del obrero y especialmente del estudiante y bachiller. No se conoce en Mérida un velorio tan concurrido y extenso como el de Pedro Rincón Gutiérrez y era de esperarse porque Perucho supo ganarse el afecto, el respeto y la admiración de todos.

La obra de Perucho sigue viva sencillamente la Universidad de los Andes es la segunda universidad más importante del país, la segunda más antigua además de ser la universidad que ni siquiera con los maltratos recibidos en estas décadas de profunda miopía e incomprensión nacional de parte del gobierno, ha dejado de aparecer en los mejores puestos en los rankings mundiales que miden docencia, investigación y extensión.

Sin embargo, en las actuales circunstancias del país y de nuestra sociedad se exige detenernos un tanto a evaluar, analizar y fundamentalmente a repensar nuestros modelos educativos e imprescindiblemente a nuestra universidad. El gran reto debe ser la transformación de la misma consustanciada con unas exigencias, demandas y tiempos en los que se hace inviable mantener los mismos esquemas de pensamiento y acción. La sociedad actual, la sociedad del aprendizaje y del conocimiento, exige una mayor imbricación con las instituciones, con la universidad y demás foros.

El mejor homenaje que podemos hacerle a Pedro Rincón Gutiérrez “Perucho” está en hacer todos los esfuerzos por mantener activa, abierta y vibrante a la Universidad de los Andes. Estamos atravesando cambios de paradigmas, de visión y modelos educativos, debemos preguntarnos qué actitudes y aptitudes han de caracterizar a los universitarios que nuestra sociedad requiere. Si tenemos medianamente claro las fallas, las fortalezas, los aciertos y desaciertos de la institución, con toda seguridad podremos determinar el rumbo que deberá tomar nuestra máxima casa de estudios a partir claro está de la determinación de la cuantía en recursos humanos, científicos, institucionales y financieros con que se cuentan, junto al clamor de transformar a la universidad en función de unas necesidades y demandas de toda la comunidad universitaria, de la ciudad y del país respectivamente.

La partida física repetimos del rector de rectores y rector magnífico como le fuese acuñado en vida a Pedro Rincón Gutiérrez, marca sin lugar a equívocos un hito y un ciclo. Ese ciclo no está cerrado, pues la Universidad que tenemos hoy sigue siendo en su esencia el proyecto de universidad que Perucho creo y promovió. Algunos señalan que el proyecto de universidad promovido por él se encuentra mermado, lo cierto del caso es que “todos” estamos obligados ética, moral y académicamente a repensar a nuestra universidad y modelo.

Nos adherimos a ese inmenso grupo de universitarios que cree que el momento actual debe llevar como en ningún otro momento y etapa a repensar la universidad que tenemos y la que debemos tener debates planteados en el seno del Consejo Universitario de la ULA y demás foros y ámbitos. No podemos desconocer que esta universidad bicentenaria tiene importantes logros y aciertos como institución. Sin embargo, esta misma universidad tiene hoy por hoy algunas distorsiones y déficit en su funcionamiento que es preciso corregir muchos de ellos se desprenden de la asfixia financiera al que ha sido sometida una institución como la ULA, que anualmente no recibe ni 10% anual del presupuesto requerido y aprobado para su funcionamiento. El alto gobierno ha visto a las universidades autónomas como un adversario casi que un enemigo y es lo único que explica la fobia y miopía o esa visión antiuniversitaria. Nadie le puede arrebatar en la historia el sitial y aporte de las universidades y especialmente hablo por mi universidad, la Universidad de los Andes.

Nadie apartará a la inmensa mayoría de universitarios del clamor y apuesta a una universidad mucho más consustanciada con la sociedad, con los problemas de país, mucho más proactiva e interviniente, y a la vez generadora no sólo de profesionales, sino de ciudadanos libres, críticos y pensantes. La gesta e impronta de Perucho está esparcida en nuestros Andes, y en toda Mérida y Venezuela, en nuestras facultades, escuelas, pasillos, salones, jardines y demás.

A las nuevas generaciones nos corresponde emular los inmensos aciertos que como rector y como académico nos legó Perucho. La Universidad de los Andes, sus autoridades, la academia de Mérida, y demás instituciones han realizado diversas actividades durante meses con motivo del centenario del nacimiento de Perucho. En lo personal creemos que el mejor homenaje que podamos hacer de este particular hombre e ícono de Mérida y de la ULA, radica por un lado en recordarle tal cual el fue, una persona trabajadora, jovial, dada y humilde, y, por otro lado, la indeclinable necesidad de impulsar los debates que haya que dar en aras de lograr una transformación positiva de nuestra máxima casa de estudios en medio de la vorágine y crisis actual al que el gobierno ha sometido a nuestras casas de estudio superiores. Pedro Rincón Gutiérrez en vida nos demostró siempre su amistad, su entusiasmo y entereza humana, democrática y universitaria que constituyen una experiencia y tesoro de quienes le tratamos, le oímos y compartimos junto a su familia y amigos más cercanos aquel 24 de julio de 2003 con motivo de sus 80 años en su casa de Belenzate.

(*) Profesor de la Universidad de los Andes

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