Apóyanos

Carta abierta al nuevo secretario general de la OEA, Albert Ramdin

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

 
“En Venezuela no hay casos de corrupción. En Venezuela existe un estado de corrupción total…” Rafael Simón Jiménez
Cuando escribo una carta, busco con mi pluma cambiar la historia, como lo han hecho grandes hombres en el discurrir de la humanidad. De las cartas más emblemáticas, tenemos las epístolas del nuevo testamento en la Biblia, que guiaron en la formación del cristianismo. Existen otras esquelas famosas: la de Napoleón Bonaparte a Josefina, diciéndole, con ansias: “Muchos días no me escribes. ¿Qué haces entonces? No es que esté celoso, amor, es que a veces me preocupo. Tus cartas son la alegría de mis días, y mis días de felicidad no abundan”. Cristóbal Colón le escribió a los Reyes Católicos: “En las Indias no he hallado monstruos, ni noticias. […] Ellos no son más deformes que los otros, salvo que tienen costumbre de traer los cabellos largos como mujeres”. Mahatma Gandhi, en una esquela a Hitler, le manifestó: “De acuerdo con sus propios escritos y pronunciamientos, así como los de sus amigos y admiradores, no cabe duda de que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana”. De modo que esas manifestaciones escritas, con un carácter personalísimo, que han entrado en desuso por correo o servicio postal, pues ahora se deslizan por medios electrónicos, han marcado en la historia un antes y un después.
El catire Donald Trump, que por estos días es muy nombrado, también ha escrito sus carticas con potencial de incidir en el curso de la historia, una de estas la dirigió a Kim Jong-un. En su acostumbrado lenguaje directo, le dijo: “Usted habla de su capacidad nuclear; pero la nuestra es tan colosal y poderosa que ruego a Dios que no se tenga que usar nunca […]. El mundo, y Corea del Norte en particular, han perdido una gran oportunidad para una paz duradera”. Desde otra perspectiva, más literaria, poética, Frida Kahlo exteriorizó por escrito sentimientos a Diego Rivera: “Mi cuerpo se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violenta de los relámpagos. La humedad de la tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio. Mis yemas tocan tu sangre”. Son muchas las cartas que pudiese rememorar, como preámbulo para escribir unas cortas líneas al señor Albert Ramdin, nuevo secretario general  de la Organización de Estados Americanos (OEA), con el ánimo de advertirle sobre una realidad a la cual deberá prestarle especial atención.
Recuerdo, señor Albert Ramdin, que en 2005 se estrenó como secretario general adjunto de la OEA, cargo en el que estuvo dos mandatos consecutivos, hasta 2015. Eso fue cuando estuvo al frente de esa institución José Miguel Insulza, a quien hoy muchos señalan con el dedo acusador, endilgándole cierta cercanía con el régimen venezolano, al punto de despreciarlo, pues habría sido cómplice, timorato, ante los crecientes casos de violaciones de derechos humanos observados en el Estado venezolano, mostrándose muy complaciente con el gobierno de Chávez, por más que éste lo llamara Insulzo. Es una realidad alto conocida por usted y que aspiramos en Venezuela no se repita bajo su mandato, pues vendría a confirmar la tesis de que esa organización se está viniendo a menos y su capacidad para promover decisiones consensuadas en los asuntos de interés para el continente americano habría mermado.
Señor Albert Ramdin, para nadie es un secreto que la organización que usted hoy preside ha recibido innumerables denuncias sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela. Es cierto, existe un considerable retraso procesal en el trámite de esas denuncias, pero que ello no se convierta en silencio total o en justicia tardía, que, a fin de cuentas, no contribuye en nada a lograr un orden de paz y de justicia, que es uno de los principios de la Carta de la OEA. En ese sentido, que no pase con usted lo que ocurrió con Insulza, de quien muchas personas se han atrevido a decir que recibió dadivas provenientes de la petrochequera. Eduardo Casanova, en páginas digitales, al respecto aseguró: “Lo corrompieron, o los que deberían vigilar el funcionamiento de las democracias en el mundo, ni han dicho nada ni parecen interesados en los venezolanos, que al fin y al cabo son ricos y tienen su petrochequera, además de ser en su mayoría mestizos, inferiores e imperialistas”. Mucho de esto es la cruda verdad.
Señor Albert Ramdin, ante este organismo se han denunciado casos como el cierre de RCTV, una de la más grave violación de derechos humanos en Venezuela. La forma en que se ejecutó, colocó en la absoluta indefensión a todas las personas que eran o son miembros de esa gran empresa presente en el corazón de todos los venezolanos. La Corte Interamericana dictó sentencia, pero al parecer su Dirección de Seguimiento de Cumplimiento de Sentencia es poco lo que puede hacer para ver cristalizado ese dictamen interamericano. Con esto quiero insistirle en la necesidad de que sea más eficaz en la materialización de los principios que son la base para el mantenimiento de la paz y la seguridad interamericanas y para el desarrollo de los propósitos de la Carta de la OEA. Insisto en ello, porque las denuncias de hechos contrarios a esos principios se cuentan por centenares, hechas por ciudadanos afectados por las ejecutorias del régimen venezolano desde ante de entrar el siglo XXI, en muchas ocasiones por exhibir una posición crítica o de protesta frente a una gestión de gobierno notoriamente antidemocrática.
También insisto en el cumplimiento de sus obligaciones, porque usted, señor Ramdin, estuvo al lado de Insulza, no voy a sacer conclusiones apresuradas, solo me atengo a lo dicho por usted para promover su candidatura, con base en un hecho: tener “más de 25 años de experiencia en negociación internacional, diplomacia multilateral, asistencia para el desarrollo y ejecución de políticas públicas”. Esperamos que esa experiencia no incluya experticia en baipasear o pasar por alto crudas realidades respecto a los derechos humanos con implicaciones antidemocráticas, como la exhibida por Insulza.
Todo un desafío, Mister Ramdin, tomando en consideración que su candidatura fue impulsada especialmente por los países del Caribe y los gobiernos progresistas de la región, como Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, México y Uruguay. No obstante, lo felicito por su triunfo, que seguramente lo llevó a tomarse unos cuantos borgoe gold rum, no tanto para olvidarse de nuestra crisis humanitaria compleja ni para emular a Insulza. ¡Éxitos, Mister Ramdin!

Noticias Relacionadas

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional