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Carta a los ricos y militares de Venezuela

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Apreciados amigos:
Nadie puede criticarlos porque hayan hecho fortunas a la luz del Estado en los últimos años, pues Venezuela es una economía rentista y estatista, donde todo lo maneja el Estado. No fue una economía libre ni ayer ni hoy.
Ustedes siguieron el ejemplo de aquellos a quienes hoy Maduro llama «apellidos» que hicieron negocios lícitos prestando servicios o contratando con las empresas del Estado en áreas como la minería, la siderúrgica o el petróleo.
No es un delito, porque Venezuela no es lo que debería ser: una economía libre, donde haya licitaciones justas, donde el más eficiente haga los contratos, donde sean el talento y la inversión privada los que reinen y no el dedo de los favores políticos, como se hizo en el pasado y como se hace hoy.
Así que, aclarado el tema, es innegable que hoy hay unos nuevos apellidos nacidos a la luz del chavismo, así como muchos de los apellidos que insulta Maduro surgieron a la sombra del Estado regentado por el bipartidismo de Acción Democrática y Copei.
Ustedes están ligados, también como lo estuvieron los apellidos del pasado, a funcionarios y militares que, si fueran socialistas, ya habrían vendido todo y entregado a los pobres. Pero no, les gusta el dinero y eso no es un pecado. Es raro que a la gente no le guste el dinero. Que les guste es bastante normal.
Ahora bien, muchos de ustedes tienen bancos, aseguradoras, clínicas, hoteles, empresas contratistas de Pdvsa o sirven como intermediarios para poner el petróleo sancionado de Venezuela. En fin, están en todo.
Y ustedes saben, como saben los funcionarios que son sus socios y los militares a los que han ayudado a estructurar su dinero para evadir la persecución interna y externa, que el presidente en ejercicio no ganó esa elección. Saben que el doctor Amoroso es una suerte de «correveidile» del presidente Maduro. Que Amoroso no es Tibisay Lucena, quien amaba a Chávez pero le comunicó con sinceridad que había perdido la reforma y a Maduro que había perdido la Asamblea Nacional.
Ya está, ya está bien: ustedes hicieron dinero y nadie debe etiquetarlos por eso. Ustedes son los nuevos apellidos. Es lógico que quienes huyeron de Venezuela, ya sean banqueros o ricos, no podrán llegar y decirles «chao», porque ustedes son los factores reales de poder.
Pero si ustedes no son conscientes de que la consumación de un gobierno forajido, que nadie reconoce, hará que en un momento vengan por ustedes; como los alacranes que se comen a la madre, Maduro se los comerá a ustedes. ¿No era Samar López el hombre más poderoso de Venezuela? Y ya ven cómo le pusieron una braga y en su casa del Country  hoy despacha la DGCIM. ¿No era Carmelo de Grazia un hombre con cara siempre arrugada que nadie tocaba y le quitaron el banco?
¿Dónde está Benavides Torres, un general que se la jugó por Chávez y Maduro durante las protestas de 2015, hoy reducido casi a la indigencia? ¿Dónde está César Omaña, que dio todo por su amigo —todo el mundo sabe quién es— y hoy es acusado de una ridiculez como conspiración?
Ese es el camino que les espera a ustedes, civiles y militares. Eso harán porque aquí mandan cuatro personas con una facilidad para odiar a todo el mundo.
Sus hijos estudian en los mejores colegios de Venezuela y quieren ir a Estados Unidos para estudiar y hacerse cargo de sus empresas. Todo eso está en riesgo si ustedes siguen comiendo en los restaurantes de Caracas creyendo que lo que pasa solo les pasa a otros y no a ustedes. No se engañen. Pronto vendrán por ustedes.

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