Queridos líderes,
Mi nombre es Leocenis García, un venezolano.
Hace algún tiempo aprendí que un líder es alguien que puede ver lo que el común no ve. Un líder -suena duro- es alguien superior en su visión al colectivo. Y esa poderosa característica hace que le sigan y escuchen.
El líder dirá cosas duras, o sin lógica, pero tendrá razón, sobre todo cuando preserva la vida y reclama que se respete. Lo hizo Mandela, que llamó al voto cuando su partido quería incendiar (no sin razones) a sus adversarios; lo hizo Martin Luther King cuando desde Selma, en pleno puente, se arrodilló, rezó y pidió retroceder. Lo llamaron cobarde. Lo hizo Alfonsín, cuando dijo que la vía era la reconciliación después de la cruenta dictadura del general Videla
Es momento de la paz. De retroceder en la tentación de la violencia, que otra vez está tocando la política venezolana, y que acaba con dos cosas muy esenciales en el ser humano: la vida y la libertad.
La vida: porque la gente muere sin que siquiera nos conmovamos, bien a manos del Estado o producto de situaciones de violencia civil. Y la libertad, porque somos ahora reos del odio.
Nada construiremos desde el odio
Siempre habrá diferencias. Pero hay que aprender a caminar con diferencias. Hay que aprender a respetar lo esencial, la vida y la libertad, y aprender a convivir con diferencias. No pretender aplastar al que discrepa, no sembrar odios, no sembrar venganza al que piensa diferente. Pero sobre todo, volver a la palabra, al diálogo, que es más poderoso que el fusil.
Una parte bastante grande del país pide sangre, violencia, pero están equivocados. Y sus líderes deben decirlo. A pesar de los miedos, de la incertidumbre, de la inevitable sed de justicia que produce el dolor de las inhabilitaciones políticas, el atropello del régimen contra aquellos que han tenido que ser víctimas, a pesar, muy a pesar, hay que buscar los sentimientos más sublimes y salir de esta energía del odio y la muerte.
El acuerdo político es urgente, es necesario ganarse el derecho a construir la paz y obtener el cambio de modelo que el país reclama, porque este modelo socialista basado en la envidia fracasó . Esto es la gran proeza que como nación tenemos al frente.
En lugar de gastar una fortuna en construir una guerra civil, vale más gastar esa fortuna en construir un acuerdo que nos devuelva la democracia, que nos devuelva nuestro país y la paz. Y hablo de fortuna, porque la energía es eso, una fortuna.
Queridos amigos, un hogar, un matrimonio, una sociedad siempre va a tener conflictos. Los partidos políticos, la prensa, todos siempre vamos a tener conflictos. Pero tenemos que digerir que los conflictos se dialogan, se negocian, se gestionan. Ese es el papel superior de la política. Si no fuese así, entonces que las sillas del Congreso las tomen los paramilitares y guerrilleros, y los fusiles los agarren los congresistas.
Si fuésemos perfectos no necesitaríamos la política. Pero como somos imperfectos, somos seres humanos, somos gregarios, somos sociedad y la sociedad tiene diferencias y conflictos, el papel de la política es dirimir los conflictos para que viva la sociedad. En estos días han pasado cosas increíbles, pero no es tiempo de remover el odio, sino la fuerza de nuestro país.
No sé si quedan líderes de aquel lado del chavismo, supongo que sí; entonces entiendan que la urgencia del país es el hambre y alguien con hambre no dialoga, sobrevive, y ese es el punto. Déjennos comer, para tener energía de construir puentes y no derribarlos.
Queridos amigos, el camino de la violencia nunca pero nunca nos saca de las crisis, las agudiza, abre más heridas y cambia los ríos de la tranquilidad por los mares de la sangre.
Ojalá reflexionemos.
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