OPINIÓN

Carta a Gerardo Blyde sobre la negociación con Nicolás Maduro

por Gustavo Coronel Gustavo Coronel

negociaciones

Apreciado Sr. Blyde:

Le dirijo esta carta en su condición de jefe del equipo negociador designado por la llamada Plataforma Unitaria, integrada por varios partidos políticos venezolanos, para negociar con el régimen de Nicolás Maduro posibles soluciones de naturaleza política y humanitaria a la trágica crisis que atraviesa Venezuela desde el inicio de este siglo XXI, desde la llegada al poder de Hugo Chávez y sus seguidores.

Lo hago porque su entrevista radial del 28-11-2022, dada a Román Lozinsky, representa – que yo conozca– la más clara exposición de la postura del grupo político arriba nombrado sobre su intento de resolver la crisis venezolana, verla en: Blyde: condiciones electorales DD.HH. próximos temas en México (mundour.com).

Su presentación tiene la virtud de la claridad y ello facilita su análisis. 

Comienza usted por preguntarse y preguntarnos si existe en Venezuela una crisis humanitaria, sí o no, y responde que sí, basando su respuesta en una enumeración parcial pero dramática de las tragedias que el régimen chavista ha generado en Venezuela: el caos educativo, el desastre de la salud, el colapso de los servicios públicos, la degradación ambiental. Ha podido añadir, por supuesto, la inmensa corrupción y prostitución de las instituciones del Estado y el éxodo de millones de venezolanos causado por la crueldad de las condiciones de vida en el país. Pero ha dicho suficiente, concuerdo que existe una profunda crisis humanitaria.

Mi primera diferencia de perspectiva es sobre lo que usted dice de seguidas: «La existencia de la crisis humanitaria nos lleva a la única salida posible, la negociación, el diálogo». En el curso de la entrevista usted repite varias veces que esta es la única salida y dice que las sanciones externas no han funcionado. Le pregunta usted a los oyentes que, si avizoran otra salida posible, que la planteen, en lugar de criticar y hasta tratar de destruir las que ustedes plantean.

Con mucho respeto, hago las siguientes reflexiones. Creo que una crisis humanitaria no es solamente la que atañe a nuestras condiciones materiales de vida. No solo las privaciones del cuerpo, el hambre o la enfermedad, generan la crisis humanitaria, sino que también la generan la carencia de libertad, la humillación constante, la supresión de la capacidad de autorrealización, la cesación de nuestros sueños de superación y la muerte de la esperanza.

Las privaciones materiales tienden a ser de naturaleza temporal mientras que las privaciones espirituales tienen un impacto de largo plazo, desmoralizador, el cual va minando la capacidad de todo un pueblo de mantener su dignidad y de sentirse orgulloso de su gentilicio. Tengo la impresión de que hay en ustedes un comprensible énfasis para tratar de atender los componentes materiales de la crisis, pero una insuficiente atención de sus componentes espirituales, lo cual los lleva a pensar que hay que negociar como única alternativa.

No estoy de acuerdo. Hay al menos otra alternativa que parece haberse abandonado en la mente del liderazgo político venezolano, con algunas excepciones. Me refiero a una combinación de rebelión ciudadana en el plano doméstico, incluyendo la desobediencia civil y de sanciones externas, como las que se han venido aplicando por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, las cuales han debilitado significativamente al régimen. Ustedes dicen que las sanciones han fracasado porque el régimen aún no ha caído, pero lo correcto sería decir que –hasta ahora– han sido insuficientes para lograr su salida, al no ser complementadas por la rebelión a nivel doméstico.

Quienes creemos que la crisis humanitaria tiene un decisivo componente espiritual vemos la negociación para resolver lo material al costo de lo espiritual como una rendición. No es que el alivio de las carencias materiales no tenga un efecto positivo sobre la población, sino que ello será, como usted mismo acepta, de naturaleza paliativa, comparada con la magnitud de la crisis. Para lograrlo, estaremos pagando el altísimo precio de tragarnos todos los sapos imaginables y de sentarnos con los narcos, los asesinos, los ladrones, los lavadores de dinero, para tratar de lograr alguna mejora temporal para una modesta parte de nuestro pueblo.

Con base en lo que digo arriba, acepto que la negociación dará algunos frutos, pero ellos vendrán a cambio de las indebidas concesiones que ustedes tendrán que hacerle al régimen criminal, concesiones que intensificarán nuestra crisis humanitaria en su componente espiritual. No solo de pan vive el hombre, sino que es necesaria la salvaguarda de nuestra dignidad y del orgullo de ser quienes queremos y debemos ser como país.  

En este punto de mis comentarios deseo enfatizar que reconozco lo difícil del dilema venezolano, el cual debe elegir entre atender las carencias inmediatas (ganar el hoy) y evitar el deterioro de los valores y principios que deberían garantizar la sobrevivencia del alma nacional (ganar el mañana). Cuando me inclino por lo segundo no es por dureza de corazón sino por creer sinceramente que no debemos comprar un cierto bienestar presente a expensas del futuro.

Además de este comentario de fondo, tengo comentarios de forma sobre el proceso que ustedes adelantan. No dudo que han estado trabajando intensamente, pero creo que el país debería tener más información sobre el proceso, aunque ello no sea fácil, por la necesidad de mantener cierta confidencialidad. Me refiero a la ausencia de información a los venezolanos sobre los detalles del plan, los cuales parecen figurar en anexos que no son accesibles al público. ¿Qué obras, que acciones se irían a acometer?  Recordemos que el sector eléctrico fue objeto, hace varios años, de una inmensa inversión, la cual fue desastrosa y solo sirvió para enriquecer a los bolichicos y a sus cómplices del régimen chavista. ¿Qué podrá hacerse ahora que no sea un paño caliente? Recordemos también que la crisis humanitaria de la educación tiene que ver más con la indoctrinación de nuestros niños y jóvenes que con la pintura de las escuelas y la compra de pupitres (sin negar que esto sea también importante). La raíz de la crisis educativa es la intención que ha tenido el régimen de crear un venezolano “nuevo”, esclavo del castrismo, abrumados por los mismos complejos de inferioridad que aquejan a las analfabetas que nos gobiernan.

Sr. Blyde: aprecio su empeño y respeto su posición,

Gustavo Coronel