OPINIÓN

Carrera contra la inflación

por Ismael Jiménez Ismael Jiménez

La economía atraviesa una tormenta inflacionaria que avanza hacia la recesión global; Europa se encuentra atrapada en el ojo del huracán que, además, es el epicentro de la crisis mundial.

Estados UnidosReino Unido y el resto de las grandes potencias económicas también están atrapadas en la espiral inflacionaria. Los países de América Latina inmersos en el vendaval hacen frente con los recursos disponibles para apaciguar el alza de precios y mantener bajo control sus déficits fiscales.

Los bancos centrales en todo el mundo, han elevado sus tasas de interés con el objetivo de contrarrestar la inflación, pero las medidas podrían revertirse, pues la escasez de insumos y la fractura de las cadenas logísticas, seguirán impactando la producción y suministro de bienes a nivel global.

Nos encontramos en lo que algunos han llamado “la tormenta perfecta”, en donde la economía mundial enfrenta uno de sus mayores desafíos. Pero cómo llegamos a esto. Por supuesto, la pandemia abrió la caja de Pandora, aunque la crisis se había gestado desde la guerra comercial declarada por Estados Unidos China.

Pero, ¿qué es la inflación y qué factores la determinan? De entrada, es un fenómeno económico de oferta demanda, es decir, a mayor demanda de un producto y menor oferta de este, los precios tienden a subir y a mayor oferta del producto y menor demanda, los precios tienden a bajar.

Este principio ha estado a discusión bajo la teoría de la “autoregulación de los mercados”, que dice que cuando se equilibra la oferta y la demanda, los precios tienden a estabilizarse; sin embargo, dicha teoría tiene sus límites pues ni la oferta ni la demanda son constantes y ello da paso a la fluctuación de precios y los residuales de esto dan forma a la inflación.

La anterior es una explicación sencilla de la inflación, pues esta se compone de otros factores más complejos, como el déficit fiscal, la política monetaria, las exportaciones e importaciones, la fluctuación del tipo de cambio, las inversiones, la producción y otros indicadores que inciden en mayor o menor medida en los sistemas de precios de una nación.

Pero esta explicación nos ayudará a dilucidar la espiral inflacionaria que recorre el planeta en este momento. Habíamos mencionado ya que China es la fábrica del mundo, de ese país proceden al menos 40% de las importaciones totales del mundo, sobre todo de productos manufacturados y tecnologías.

Con la apertura de los mercados, Estados Unidos Reino Unido promovieron la tercerización de las manufacturas y la maquila con el objetivo de bajar los costos de producción y desarrollar nuevos mercados para los productos maquilados. Esto dio paso a la desindustrialización de las principales potencias económicas, quienes se concentraron en los mercados financieros.

Con la desindustrialización de las potencias y la concentración del capital en los mercados bursátiles, la especulación y los fraudes en los mercados financieros se hicieron recurrentes, hasta llegar a la crisis de 2008 que sentó las bases de la actual crisis mundial.

México se insertó en este proceso de apertura de mercados y aunque cuenta con una industria manufacturera importante, esta ha sido insuficiente para suplir las importaciones de bienes manufacturadores, principalmente tecnológicos y de alto valor agregado.

La lógica del libre mercado desarticuló la cadena de valor de la industria manufacturera mexicana, lo que implicó un incremento en la importación de insumos y materias primas de producción y de bienes de consumo.

El resultado, han sido poco más cuatro décadas de persistencia inflacionaria, devaluación, desempleo y dependencia de insumos y manufacturas del exterior, todo esto apalancado con la contratación de deuda, la producción petrolera y la captación de divisas principalmente de las remesas.

El reciente pacto anunciado entre gobierno y empresarios para contener la inflación está basado precisamente en la eliminación de impuestos de importación y la condonación de algunos costos logísticos para evitar cargar esos gravámenes a los precios del consumidor. Sin embargo, aún falta un programa sólido de política industrial que impulse e incentive la sustitución de importaciones de bienes básicos de consumo y de insumos.

La economía mundial también se encuentra entrampada en esa espiral de dependencia de las importaciones, Estados Unidos, Reino Unido y el resto de Europa dependen en su mayoría de la importación de insumos, especialmente de energéticos y alimentos, pero también de microprocesadores, paneles solares, baterías para autos eléctricos; litio y otros insumos de los que Europa del Este y Asia son ricos en abundancia.

Esto explica la preocupación de Occidente ante la dependencia económica y de suministros de Rusia y China hacia Europa, países que emergieron en el concierto mundial como potencias comerciales más allá de su poderío bélico y nuclear.

La apuesta de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es reconfigurar ese orden de factores en el que esas dos potencias ganaron terreno y que, en su visión, significan un peligro global. La transición que se gesta no sólo en el terreno energético, también en el tecnológicoeconómico geoestratégico.

Por lo pronto, el gobierno mexicano ha venido haciendo llamados para reactivar el aparato productivo nacional, con el fin de dejar de depender de las importaciones de bienes estratégicos de producción como la energía y los alimentos, por ejemplo. Donald Trump utilizó este discurso para ganar la presidencia de Estados Unidos, pero Biden decidió terminar por fracturar la ya de por sí frágil economía global.

Oferta y demanda determinarán el derrotero de la economía mundial y equilibrarlas será fundamental para contener la espiral inflacionaria que nos enfila a una inevitable recesión en el inicio de 2023.

Artículo publicado en La Silla Rota