OPINIÓN

Carlos Oteyza en los tiempos de Rómulo Betancourt

por Sergio Monsalve Sergio Monsalve

Carlos Oteyza estrena Rómulo Resiste, su nueva película documental basada en los hechos reales de la gestión presidencial de Rómulo Betancourt, entre 1959 y 1964, un gobierno constitucional bajo el asedio de Fidel Castro, Rafael Leónidas Trujillo y las viudas de Pérez Jiménez.

Carlos Oteyza es el mejor documentalista de su generación en activo, y el más taquillero en la historia de cine Venezuela, amén de los éxitos de títulos como Tiempos de dictadura, Miami nuestro y CAP: 2 intentos.

El realizador proviene de la escuela de Bolívar Films y Cinesa, rodeándose actualmente de un equipo femenino de mujeres empoderadas, como Verónica Cañas, quien es una de los fuerzas motoras y creativas detrás de los últimos proyectos del cineasta, cuya obra conozco a plenitud, divulgo en los salones de clase y reviso recurrentemente en textos, cuando la ocasión viene a cuento.

Aparte de ello, por cuestiones del destino, mi tío Toco Gómez protagonizó la película de ficción de Carlos Oteyza, La voz del corazón. Allí conocí personalmente al director y a su esposa, Caroline Oteyza, a la que luego entrevistaría para un documental biográfico sobre Sofía ímber.

Mi mamá fue amiga de Tite Oteyza, hermano de Carlos, durante la universidad en la Escuela de Derecho.

Más adelante, entrevisté a Carlos Oteyza con motivo de producir un documental sobre la historia del género de la no ficción, en el marco de la serie Estado crítico.

Por ende, Carlos Oteyza es un referente, un ineludible, un ejemplo de intelectualidad caraqueña posible, al que seguimos con respeto.

Rómulo Resiste podría entenderse como una secuela natural de Tiempos de dictadura, al retomar la cronología histórica de los años subsiguientes a la caída de Pérez Jiménez.

En efecto, la película desarrolla dos líneas narrativas: la evolución política del quinquenio de Rómulo Betancourt con sus antecedentes y consecuencias, así como un emotivo relato en primera persona que asume el punto de vista del director, siendo un testigo infantil y adolescente de aquellos inicios de la democracia en Venezuela.

Acierta el crítico y miembro del Círculo de Caracas Iván Méndez al afirmar que el enfoque del niño Oteyza representa una metáfora del nacimiento del proyecto republicano que conducirán los estadistas civiles de los principales partidos del país.

El largometraje se beneficia de las intervenciones de expertos, testigos de la época, adultos contemporáneos y analistas de la generación de relevo, en un reparto coral de absoluta diversidad y en pleno contraste, pasando por posiciones de todo tipo, desde la notable contribución de las ideas liberales y conservadoras, hasta la inclusión de lecturas críticas de la socialdemocracia y la izquierda.

Por el lado de los analistas del período, cabe destacar la reflexión de Edgardo Mondolfi Gudat, Pedro Palma y Carlos Canache Mata, los cuales comparten reflexiones agudas a la distancia.

Mis favoritas del panel fueron Elisa Lerner, a la que deberíamos dedicarle pronto un documental solo para ella, y la profesora Paola Bautista.

La primera se expresa como la escritora que es, aportando la interpretación seria de una disidente de la cultura, que entiende la complejidad del reto, ofreciendo un balance descarnado, sin pecar de condescendiente.

Tanto ella como Carlos Oteyza coinciden en la necesidad de proponer una revisión histórica al margen de los límites actuales y de las tradicionales visiones propagandísticas de los manuales en blanco y negro.

Por su parte, la profesora Paola Bautista nos conmueve, sacándonos lágrimas, por su sentida defensa del Pacto de Puntofijo, explicando que los venezolanos sí podemos ponernos de acuerdo, para generar soluciones y espacios humanistas de encuentro.

Así, las balas ciegas y los atentados estériles de la guerrilla, contrastan plenamente con la esencia del gobierno de Rómulo, de impulsar una reforma agraria y de fundar los pilares de una sociedad justa.

Por supuesto, le película refleja los traspiés y los errores cometidos, pero evitando caer en una condena simplona de folleto marxista.

Interesante que Oteyza muestre caricaturas fuertes, publicadas por la prensa de oposición, para referir el clima de libertad de expresión y darle visibilidad a los adversarios gráficos del caudillo.

Me gustó la intervención de Lorena Puerta Bautista, porque me permitió comprender que Betancourt estaba más interesado en desplegar una red funcional de servicios públicos, llevando tuberías de agua y hospitales a lugares apartados, en lugar de embarcarse en una épica de levantamiento faranóico y efectista de obras públicas de nuevos ricos.

Vemos las carreteras que se asfaltaron, los campesinos que renunciaron a los fusiles para abrazar los planes del partido blanco, los empresarios que surgieron a la luz del esquema de sustitución de importaciones, la instalación del puente sobre el lago como medio de comunicación.

Son los años dorados de Betancourt, cuando recibió la visita de JFK y a la hermosa Jackie, siendo el abanderado del Departamento de Estado, al calor del proyecto de la “Alianza para el progreso”, en oposición a la conspiración de conquista de los Castro.

Fidel llegó a Venezuela para pedir petróleo a dólares preferenciales, efectuando una campaña de penetración ideológica que buscaba minar las bases de la democracia.

Desde entonces, Castro no descansó hasta financiar movimientos y alzamientos, que intentaron derrocar a Rómulo por la vía rápida de las armas infiltradas.

Betancourt sí fue víctima de varios atentados e intentos de magnicidio, de golpes y confabulaciones, que pretendían “renunciarlo”.

Pero Rómulo sobrevivió a los complots, con dignidad y la frente en alto, sufriendo heridas que jamás explotó como víctima.

El timonel cicatrizó en vivo, con vendas, sacrificando su imagen en pos de los intereses de la nación.

Américo Martin y Héctor Pérez Marcano, ambos del MIR, verbalizan el fracaso del foquismo de la guerrilla urbana, afincada en las universidades con el fin de organizar sediciones que derrocaran al presidente.

Rómulo supo aguantar los embates, venciendo a sus rivales, pero ganándose unos enemigos latentes que a la postre llegarían al poder, en el milenio, después de escalar las fases de la violencia militar y la penetración ideológica del marxismo, a través de las universidades, las películas y las acciones del populismo disolvente.

Antes Rómulo soñó con una democracia sólida, que nunca imaginó que se pervertiría por el influjo de corrupciones y desviaciones que nos trajeron hasta acá.

La película de Oteyza es un claro mensaje al presente, según la perspectiva de un pasado, demasiado reciente.

Tiene como virtud el uso del material de archivo, el montaje dinámico y la modernidad del enfoque del autor, que cruza su historia personal con la del país en la era de Rómulo.

Hay una sorpresa en la narración del artista Carlos, que amerita llevar pañuelo a la función.

Una lección de amistad, empatía y resiliencia.

La locución del querido Sócrates Serrano nos atraviesa y desarma, por su elocuencia y amor por la palabra ilustrada con sentido del tacto, de la poesía, de la prosa nostálgica y romántica.

Fruto de un guion elaborado.

Mi amigo Álvaro Cordero vuelve a lucirse con la música, erigiéndose en el Nino Rotta, en el Bernand Hermann de Carlos Oteyza.

Ya no podemos deslingar a uno del otro en el cine.

Álvaro resume los sonidos y los acordes de una época, en una partitura que recibirá elogios y premios. Una de sus composiciones magistrales.

De tal modo, les recomendamos Rómulo Resiste como un acto de celebración de las artes y las personas que somos los venezolanos, cuando nos ponemos de acuerdo para hacer las cosas bien, como la nueva película de Carlos Oteyza, desde el 14 de octubre en la cartelera y a partir del once de octubre en línea, para disfrutarse en todo el mundo, al alcance de un click, previo pago.

Hagamos que sea resonante y que promueva una conversación productiva, entre los venezolanos que nos quedamos y los miembros de la diáspora.