El próximo 25 de diciembre se conmemora el décimo aniversario de la muerte del presidente Carlos Andrés Pérez. Su polémica personalidad, y el debate que siempre ha existido en torno a ella, han dificultado la realización de un sereno y justo balance sobre su trascendente influencia en nuestra historia. Sin embargo, en estos últimos años ha surgido, en la opinión pública nacional e internacional, un importante movimiento que reconoce su liderazgo popular, sus grandes dotes de estadista y su extraordinaria obra como jefe de Estado. Es de interés para las nuevas generaciones conocer algunos aspectos de su vida. Por ello, he decidido dedicar mis próximos artículos a exaltar la memoria de quien, en mi criterio, fue uno de nuestros grandes estadistas. Gran amigo de mi padre, Santiago Ochoa Briceño, nacidos ambos en Rubio, estado Táchira y muy cercanos familiarmente, me posibilitaron conocerlo desde mi juventud. Su cercanía con Leonardo Ruiz Pineda lo condujo a inscribirse a los dieciséis años en el Partido Democrático Nacional, génesis de Acción Democrática. Desde sus tiempos de estudiante en el Liceo Andrés Bello descolló por sus cualidades de liderazgo que lo llevaron a ser presidente del Centro de Estudiantes. En 1943, inició estudios de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, los cuales no completó, debido a sus compromisos políticos. Algunas de las graves circunstancias que le tocó afrontar me encontraron entre sus colaboradores, permitiéndome servirle con lealtad y profesionalismo.
Rómulo Betancourt, presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno surgida del golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, lo designó su secretario privado y secretario del Consejo de Ministros. Tenía 23 años de edad. En 1946 fue electo diputado a la Asamblea Legislativa del estado Táchira y en 1947, diputado, por ese mismo estado, al Congreso Nacional. En 1948 contrajo matrimonio con su prima Blanca Rodríguez, quien lo acompañará, con amor y lealtad, durante toda su vida. Después del derrocamiento de Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, se trasladó a Maracay con la finalidad de colaborar con el gobierno legítimo organizado por el doctor Valmore Rodríguez, presidente del Congreso Nacional, quien contó con el respaldo del T. C. Jesús M. Gámez Arellano, comandante de la guarnición. Ese gobierno fracasó al no tener suficiente respaldo militar. Detenido, permaneció encarcelado un año y fue expulsado de Venezuela. A los pocos meses ingresó clandestinamente al país para ser parte de la Resistencia de Acción Democrática. Detenido, nuevamente, permaneció encarcelado por varios meses hasta ser expulsado del país. En 1952 se radicó en Costa Rica desde donde colaboró estrechamente con Rómulo Betancourt.
El derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de Enero de 1958, y la formación de la Junta de Gobierno, presidida por Wolfgang Larrazábal, permitió la libertad de los presos políticos y el retorno de los exilados. A su regreso a Venezuela, Carlos Andrés Pérez fue designado secretario general de Acción Democrática en el estado Táchira. Su incesante actividad política y creciente prestigio personal fortalecieron su partido. En las elecciones generales de diciembre de ese año, con el triunfo de Acción Democrática, fue electo diputado al Congreso Nacional por su estado natal para el período 1959-1964. Rómulo Betancourt, desde el inicio de su ejercicio presidencial, debió enfrentar una compleja situación política. Varios alzamientos militares de derecha y de izquierda fueron dominados: la invasión de San Cristóbal (1960), los alzamientos de la Academia Militar (1961) y de las guarniciones de Barcelona (1961), Carúpano (1962) y Puerto Cabello (1962). En respuesta a esa amenaza a la naciente democracia, el presidente Betancourt inició una hábil e inteligente política militar, sustentada fundamentalmente en el respeto al profesionalismo militar, que le permitió obtener progresivamente el mayoritario respaldo de las Fuerzas Armadas Nacionales y la estabilidad del país.
Ante esta difícil y compleja situación política y militar, Rómulo Betancourt designó a Carlos Andrés Pérez, el 2 de febrero de 1960, director general del Ministerio de Relaciones Interiores con el fin de fortalecer su acción de gobierno y reforzar la gestión al ministro del Interior, Luis Augusto Dubuc, importante líder, perteneciente a la generación de 1936, de Acción Democrática. A partir de ese momento se dedicó con particular eficiencia y firmeza a enfrentar a la derecha militarista y a los sectores de izquierda, representados por el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, los cuales, influidos por el triunfo de la Revolución cubana y apoyados económica y militarmente por Fidel Castro, se plantearon como objetivo el derrocamiento del gobierno democrático. Ese propósito los condujo a organizar las fuerzas subversivas en Unidades Tácticas de Combate en el ámbito urbano y los Frentes Guerrilleros en el sector rural campesino. Carlos Andrés Pérez, designado ya ministro del Interior, el 12 de marzo de 1962, se transformó en el principal factor de la lucha antisubversiva, impidió que alcanzaran sus objetivos militares y políticos y contribuyó decisivamente en la derrota de la sedición.
Los sectores de la extrema izquierda, resentidos por tan contundente derrota, iniciaron en su contra una fuerte campaña de descrédito, tildándolo de “el ministro policía”, creyendo, equivocadamente, que ese ataque le haría daño a su prestigio político. Al contrario, amplios sectores nacionales empezaron a verlo como una figura con perfil presidencial. Las elecciones generales de 1963 se desarrollaron en un ambiente de absoluta normalidad. Raúl Leoni triunfó, con apenas 32,81% de los votos, indicando un serio debilitamiento de Acción Democrática. El presidente Leoni constituyó un gobierno de entendimiento nacional con los partidos Acción Democrática, Unión Republicana Democrática y Frente Nacional Democrático. Esa alianza de partidos no logró el éxito esperado al disolverse a partir de 1966. Su gobierno finalizó con el sólo respaldo de Acción Democrática y sectores independientes. El enfrentamiento contra los sectores subversivos se mantuvo con gran eficiencia y fueron reducidos a pequeños grupos sin posibilidades de comprometer la paz de la República. Durante esos años, Carlos Andrés Pérez fue designado jefe de la fracción parlamentaria de Acción Democrática en el Congreso Nacional. A partir de allí, decidido a aspirar a la Presidencia de la República, dedicó sus mayores esfuerzos al fortalecimiento de su vinculación personal con la militancia de Acción Democrática.
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