OPINIÓN

Carlos Alberto Montaner: ¡Amor por Venezuela en letra viva!                                                                                                                          

por Luis González Del Castillo Luis González Del Castillo

Querido Carlos Alberto: a tu partida dedico con humildad estas líneas. En este momento del viaje inevitable, sentido en tu caso como temprana celada que nos provoca en todos los anhelantes de libertad una suerte de dolor, en clave de natural deseo, por haberte tenido un tiempo más entre nosotros. Para darnos más de tu pensamiento luminoso, y poder ver juntos el inexorable germinar de la nueva Venezuela en libertad.

En 2018 cuando nos dedicaste tus palabras de aliento, con motivo de la inauguración de nuestra Cátedra Internacional por la Libertad “Francisco de Miranda”, leídas por tu entrañable amiga Beatrice Rangel en aquella inolvidable mañana del 30 de marzo en el Graham Center, de la Florida International University, algo extraño percibí en ellas.

Antes, al conversar contigo para pedirte fueras miembro honorario del Consejo Asesor- Fundacional de dicha Cátedra, también sentí una nostalgia que no supe interpretar entonces. Luego entendí que era tu bondad y gigantesco sentido de compromiso en apoyar iniciativas democráticas de las nuevas generaciones que, aún sabiéndote acechado por un inesperado mal, sin embargo estuviste dispuesto a resistir, y a hacerte presente con tu mensaje. Pensabas tendrías tiempo de volver a Venezuela, a verla libre y en reconstrucción, como así nos lo escribiste:

“Aunque hoy no se vea la salida a esta situación terrible que padece la sociedad venezolana, atrapada entre las garras de un gobierno de hampones y narcotraficantes, lo probable es que más pronto que tarde la cúpula chavista pierda el poder” (Mensaje de Carlos Alberto Montaner, presidente del Inter American Institute for Democracy a la Cátedra Francisco Miranda 30 de marzo de 2018).

Después de estar informado más profundamente de las razones que iban agravando tus quebrantos de salud, sin embargo admiré el que no escatimaste esfuerzo por mantenerte activo entre nosotros. Seguías en la lucha por tu razón, y para prolongar tu aporte intelectual de vida por la libertad. Tus ideas, tus acciones, tu ejemplo al participar en evento de la “Alianza Soy Venezuela” en Miami, donde expusiste, junto a Antonio Ledezma y Asdrubal Aguiar la vital importancia de una dirección política coherente. De leal unidad venezolanista, cohesionada en genuina lucha por la libertad y la reconstrucción democrática de nuestro país. Te sentías, y te sentimos, un fiel cubano pero tan venezolano como nosotros. No dejaste lugar a duda en dichas palabras escritas para la inauguración de nuestra Cátedra Miranda cuando expresaste:

“Le agradezco profundamente a Luis González del Castillo y a la Fundación que preside, la distinción que me hizo a estar junto a ustedes. Mis amigos venezolanos saben que yo quiero a Venezuela tanto como a Cuba. Tal vez porque a los 18 años, en 1961 conocí la Venezuela decente que nos abrió las puertas de la Embajada en La Habana, y allí estuvimos durante meses, protegidos por esa bandera, hasta que obtuvimos los salvoconductos. Nada nos cobraron. Nada esperaban de nosotros. Éramos varios centenares repartidos en tres casas. Nos alimentaron. Nos defendieron. Sin esa protección muchos habríamos sido fusilados o encarcelados.” (Op. Cit).

Siempre, Carlos Alberto, cuando escribías o hablabas de Venezuela, se te notó un tono afectivo especial e inocultable, que, a pesar del estilo académico y del análisis profundo que te caracterizó, tampoco te ocupaste de inhibirlo, dejándolo fluir con amorosa naturalidad.

Imborrable será para nosotros tu recuerdo en esa tarde fresca que con tenue llovizna, y al fin del mencionado evento, conversando fuimos a llevarte a tu casa. Se iba el año 2018 y nosotros ni sospechábamos lo que luego nos tocaría vivir a todos, en trágica pandemia del covid-19, y a nosotros en particular antes, durante y después de ella con un cáncer de mieloma múltiple atacando al centro de mi hogar y madre de mis dos hijos. Aquella previa tarde feliz, más que hablar, soñamos sobre reales posibilidades de que Venezuela  se conformarse en un nuevo e histórico gran movimiento por la libertad y la democracia en toda la región americana. Soñamos literalmente “sobre ruedas” las grandes oportunidades que se abrirían para un nueva era de claridad popular y ventajas que representaría la implementación del sistema de economía liberal, y el lograr finalmente enrumbar hacia un bienestar sustentable y sostenible a las mayorías depauperadas de nuestras naciones hispanoamericanas.

Al leerte durante años Carlos, y en el duro destierro de estos últimos a que nos enfrentamos, tuvimos el bálsamo y el privilegio de tu amistad. Compartir y disentir contigo, pero siempre nutritivamente; aprovechar tus reflexiones. De todo cuanto es tu legado, lo que más puedo testimoniar y valoraré en lo que me reste de vida es que a pesar de no coincidir en un no menor número de ocasiones, sobre específicamente tus apreciaciones estratégicas, o tus selecciones para apoyos a opciones políticas determinadas. Pero eso nunca menguó tu amistad respetuosa y cordial. Ejemplo del caso de mi respaldo al presidente Trump y tú, un muy severo crítico de él. Sin embargo, me mostraste con claridad lo más importante: que ambos estábamos en la misma acera de confrontación a las tiranías y a sus monstruos violadores de los derechos de los pueblos. Por ello te respeté como el caballero que fuiste, y te respetaremos siempre como mentor del pensamiento democrático trascendente.

Carlos, venciste a la maligna enfermedad anunciante de una esclavitud a ella que no transigiste en aceptar. No te restó ganas de darte al trabajo intelectual hasta cuando tus humanas posibilidades te lo permitieron, y encontraste el modo de burlarla e imponerle tu victoria de vida disciplinada y provechosa. Vida inquebrantable de valiente creador de pensamientos. Tu ejemplo gigante, hasta en el cómo asumiste tu partida, sólo le agregó grandeza a tu inconmensurable voz reflexiva y a tu letra viva.

Sólo las aguas del tiempo y del espacio, querido Carlos, desde tu ausencia física y con el discurrir de los ríos de tu caudaloso pensamiento hasta los mares, pasando por tormentas y en otras tenues lluvias frescas en cualquier otra tarde de octubre, nos irán revelando a los hombres de mi generación, y a los de las nuevas por venir, el alcance de los logros que regaste con tu afanosa ocupación intelectual, en la siembra de conciencia ciudadana para muchos años…

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@gonzalezdelcas