OPINIÓN

Caracas y Guárico

por Mitzy Capriles de Ledezma Mitzy Capriles de Ledezma

Cuando Caracas está de cumpleaños, lo celebramos pensando en el estado Guárico. Nací en la clínica Santiago de León de Caracas, toda mi infancia y juventud se desarrolló en la capital. Allí estudie y creció mi amor por una ciudad que es maravillosa desde todo punto de vista. Luego conocí a Antonio en Calabozo el inolvidable año de 1983 y desde entonces estamos cada día más unidos.

Antonio Ledezma es un guariqueño orgulloso de ese estado llanero que tanto evoca. Es guariqueño y caraqueño. El “queño” es válido para ambas latitudes. Imposible separarlo de su terruño al que lo atan tantas vivencias y tampoco factible desvincularlo de la ciudad que ha gobernado en varias oportunidades, circunstancias que me han servido para adentrarme en las peculiaridades de esta urbe en la que vi la luz del sol por primera vez.

Junto a Antonio he participado en jornadas para destacar la importancia de los servicios públicos para una ciudad de las características de Caracas. Por eso aplaudo las tareas de ejemplares ciudadanos, entre muchos, como Eduardo Galdamez, Marco Negrón y Zulma Bolívar, volcados con una pasión que no se apagó ante las dificultades, para impulsar la elaboración del Plan Estratégico de Caracas, que ha sido una de las inquietudes que han prendido en los sueños de Antonio Ledezma desde que lo conozco.

Inolvidable aquellos viajes por el Metro de Caracas cuando nos visitaba un mandatario del extranjero. Recuerdo al exalcalde de Bogotá Antanas Mockus solicitando conocer las instalaciones y funcionamiento de ese servicio de transporte público masivo, que deslumbró al mundo después de oír hablar de la Cultura Metro, que había hecho realidad un comportamiento ciudadano ejemplar de abajo hacia arriba.

Ahora bien, eso no fue un hecho fortuito. Esas obras obedecieron a un plan de largo aliento, también a un compromiso de los ciudadanos y los gobernantes que asumieron ese sueño con un empeño irrenunciable. Mención especial merece el trabajo de hombres como José González Lander, timonel diestro por más de 30 años de ese proyecto llevado a puerto seguro por varios gobiernos de la democracia y por la capacidad gerencial de los técnicos y trabajadores que integraron la Familia Metro. Ese esquema fue violado en la era del populismo y de allí la desgracia de ver que de las manos de gerentes exitosos del Metro, sus riendas cayeron en manos de improvisados que lo descarrilaron.

Igual desastre ha ocurrido con la que fue la eficiente Electricidad de Caracas. La tarea cumplida por Francisco Aguerrevere dejó una impronta que los años no borrarán jamás. En medio de este descalabro queda allí esa silueta de buena gerencia como una referencia a retomar para que Caracas deje de padecer apagones y recupere la iluminación que irradiaba esa empresa.

En materia de agua también tenemos buenos paradigmas. José María De Viana, al que Antonio llamaba cariñosamente “Aquaman”, cambió la historia del servicio de agua potable desde que asumió Hidrocapital. Se redujeron a su mínima expresión los irritantes botes de agua en las calles, hasta llegar a un nivel de eficiencia reconocido por las comunidades.

Conozco de cerca esos esfuerzos porque teniendo Antonio la responsabilidad de gobernar Caracas, era cotidiano saberlo compartiendo información y suscribiendo acuerdos para tratar de avanzar en la idea de dotar a los ciudadanos de Caracas de esos servicios vitales para vivir con paz.

En este nuevo aniversario de Caracas, recojo y comparto estas anécdotas como una manera de exclamar que celebraremos por lo grande el cumpleaños de nuestra Sultana del Ávila, cuando hayamos recuperado la libertad de Venezuela. Y que sepamos que todo lo hecho no ha sido destruido, quedan esas infraestructuras, están allí esos conocimientos y la determinación de una ciudadanía de sacar adelante a nuestra ciudad.