OPINIÓN

Canserbero y Saab, dos portentos: uno rapero y el otro poeta con experticia para vindicar la brevedad de su existencia

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

«Lamentable muerto, pero no dejaré la música»

(Canserbero)

Tirone José González Orama​​  fue un músico vehemente y con proyección internacional en mercados del rap mundial. Ya era un famoso cuando fue [infortunadamente] ejecutado por una entre las personas más cercanas a su vida, una mujer convertida en bruja siniestra. Antes y después de su eliminación física,  sobre su vida o música se discutía infinidad de cosas: casi todas relacionadas con sus letras. Mucha sordidez y opinión de «plató macabro-teatral» se divulgaba con crueldad alrededor del talentoso joven. Sin éxito, algunos pretendieron demoler su reputación acusándolo de satánico. Nada más fácil para un imbécil o crítico impresentable que demonizar el genio:

«Desde las laderas del volcán

Los que están ejecutando el plan

Los que pilotean el balón

Son los que son y están los que están

Sálvese quien pueda

Los que mueven gente donde va

[Coro: Everybody, everybody]

Esta es la música que estamos representando

Música dura y ruda sin partitura, música profética

De forma hipnótica te mueve por telequinesis

Todo el mundo subiendo, todo el mundo rapeando

En complicidad y complot, bebé

Oh, Venezuela, esta es la música»

Canserbero decía que su repertorio llevaba veneno. Que es duro, pero de un vidente y mago. Era un prestidigitador en escena. Mencionaba vampiros. Era de una parte del globo donde el individuo menos predecible podía ser un lobo feroz. A cada cual la muerte anunciaba que sería un cadáver. Intercala expresiones en inglés y español, la calle es heaven is realy, where all people die [¿where are you from?].

Cierto que en la calle cualquiera hace lo que sea por dinero, pero, para Canserbero, lo importante fue traspasar fronteras, vivir desde Maracay hacia el resto del mundo, el rap de Venezuela. Lo dijo:

«-Hace mucho tiempo luego de una muerte hubo una reunión de raperos, a veces creen que me alabo, una misión llevo, demostrar que la música y poesía no son juego. Te piden identificación al verte un tatuaje. Cuando no pareces un empresario dicen que eres un delincuente. Amenazan cuando se desesperan. Golpean a la gente como Canserbero. Cuando nos ven se ponen todos locos, preguntan, pero yo aquí en Caracas, Miami, se portan mal y se lucen, matraquean»

El último poeta fue Jacob, y pareciera decirlo blasfemando, preso, encadenado, sin tomar drogas. Detestó a los fariseos que fanfarronean, la demencia desenfrenada. Para poder transmitir sus mensajes debió usar el rap y no blues, que alguna vez tocó.

Escuchar sus letras es mirar el rudo e hiriente inmediatismo que nos condena en cualquier «cosmópolis». Canserbero supo que debía detonar para destruir lo inservible o malo y así mirar cómo nace un nuevo mundo, hombres nuevos. Su música era una especie de trituradora de metales con letras ingeniosas que le sirvieron para cabalgar la realidad, lo miserable, el infortunio e injusticias donde seres humanos matan perros amaestrados y los muertos resucitan para destruir, pero igual resarcir. Abomina a quienes demarcan territorios.

Nótese que su circunloquio expresa lo aborrecible de ciertas tragedias contraculturales, como el racismo, la pobreza, arbitrariedad, abandono, la poética trágica. En algunos instantes menciona la Divina Comedia, porque, de hecho, él fue un Dante. Su discurso era dantesco. Habla de libros, de lugares imaginarios que son acogedores, sonidos callejeros inmiscuyéndose en las grabaciones. El rapero cuestiona se diga que Dios sea leal mientras hace todo en mala forma. No tuvo un momento de respiro, vaticinó su muerte temprana, juzgó frívolo el malandreo, torpedeó nuestras conciencias:

«A mi no me jodan con sus modas

Los polímetros, el último Iphone

Recuerda no desperdiciar tu personalidad

Aun no he muerto de amor

Anoche mientras dormía bajó Dios

No importa cuántos años pasen

Cuantos hijos tengas

Estaré esperándote

Mientras esté vivo

Me verás en persona

Te pediré otra oportunidad»

Abruma su pensamiento sobre el amor, la lealtad y esperanza de experimentar el regreso de lo perdido. Perspicaz que haya dicho que Jacob, el Patriarca, fue el último poeta. Impacta que diserte sobre el Karma del cual hablan los budistas cuya doctrina, obviamente, debió estudiar. Pero, recordemos a Isaías (43:28)

«Profanaré a los príncipes del santuario, y entregaré a Jacob al anatema y a Israel al oprobio»

La leyenda Saab protagoniza (ya durante el año 2024) la necesidad de exaltar al memorable Canserbero.  Se inmiscuyó con inteligencia en lo más recóndito de la trama criminal que acabó con su vida (2015). Nueve años después de aquella tragedia quedó, definitivamente, resuelto su asesinato. Así como el rap de Tirone José proseguirá en el curso de los próximos años, igual ciertas frases de Tarek respecto a los criminales:

-«Los asesinos son psicópatas y sociópatas cobardes. Terminen de entenderlo: así maten, son llorones y meones»

Durante marzo-mayo 2015, Saab era el defensor del pueblo y solicitó la reapertura del «Caso Canserbero». Sin embargo, el Ministerio Público de la época desestimó la petición. El 1 de noviembre del año 2023, en su condición de fiscal general de la República, Tarek William Saab, lo hizo y logró la condena de 25 años para quienes asesinaron a Molnar y Canserbero (consumada el 1 de febrero de 2024).

albertjure2009@gmail.com