OPINIÓN

Cansancio y presión: depresores improductivos

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

La presión y el cansancio pueden convertirse en armas de destrucción masiva ante las exigencias que asumimos como parte del desenvolvimiento de la vida. Comprender los niveles de condicionamiento humano y las gríngolas que se constituyen como visiones de mundo, resulta una ardua tarea que además de pensamiento crítico, estudio y observación, requerirá una enorme objetividad y deslastrarse de las vendas o caretas propias que se adoptan dentro de los mecanismos de subsistencia personal.

Voluntad esfuerzo y capacidad de reinvención serán necesarios para afrontar periodos de cansancio extremo, después de la sublime rendición ante la necesidad inminente de reposar y recuperar fuerzas. El porvenir se ve menos gravoso y fatalista cuando se ha dormido bien y la alimentación es la correcta. La creatividad y autovaloración se izan como bandera y una suerte de victoria nos acompaña desde lo más simple, hasta lo más complejo en batallas personales. A grandes hazañas prosiguen tiempos interesantes de reposo, cuestionamiento y galardón.

Cavilando en este tipo de cosas, me es imposible no introducir en la ecuación la creencia o necesidad de que exista algo superior al plano terrenal que vemos y oímos, para que las vivencias cobren sentido y resulten en algo más que un aprendizaje personal, lo cual sería más que suficiente para ser valoradas. Sin embargo, en ocasiones se necesita abrazar la convicción de que algunos sucesos o periodos de nuestro desarrollo humano nos conducen a propósitos que trascienden nuestra propia humanidad individual, proyectándose en un colectivo de individuos o en una progenie biológica u adoptiva que de otra forma nunca hubiese existido.

Visualizo las capacidades humanas como funciones de una matriz, que durante varias etapas experimenta trasformaciones, inicialmente se diferencia crece y madura. Un día se abre una amplia etapa de fecundación selectiva, donde aquello que decidimos gestar empieza hacer vida y ensanchar los espacios invisibles pero dominantes de cada individuo, se alimenta de lo que hacemos, pensamos y sentimos. Luego, cuando el tiempo se ha cumplido debe ser revelado, manifestándose aquello que silentemente se ha gestado.  Un proceso que puede repetirse en múltiples ocasiones, hasta que los individuos no necesitan gestar sino asesorar aquellos que si les corresponde, otra etapa igualmente preciosa porque te permite ser un agente externo de gracia, salvaguarda y aliento de vida en momentos críticos.

Es necesario poseer niveles de energía mínimos para los procesos descritos, por ello el cansancio y la presión se vuelven armas que desarticulan o establecen atmósferas de seudoincapacidad que lejos de ser reales ralentizan y enmascaran la verdad. Declaro la pertinencia de estas ideas ante diversidad de procesos humanos, todos ellos relacionados en gran medida con la naturaleza gregaria de nuestra raza, y la búsqueda constante de encontrar un sentido divino o sobrenatural a la existencia. Puesto que de no ser así, tanta especificidad en el pensamiento, acompañado de la barbarie en las intenciones y acciones humanas, nunca hallarían concilio de no descubrir un contribuyente de carácter divino, elevado por sobre lo natural e independiente en sí mismo, cuya intervención es indispensable, de lo contrario la consecución de los hechos siempre será catastrófica.

@alelinssey20