Es un hecho. Estados Unidos y Europa, los principales aliados de Ucrania, han reducido ya un 90% las promesas de ayuda al país invadido por Vladimir Putin a pesar de que la guerra sigue su curso. La situación es dramática porque sin esta asistencia occidental Ucrania no puede hacer frente a la agresión rusa. Los valientes ucranianos necesitan el dinero y las armas de fuera para plantar cara a las tropas rusas. El instituto de investigación alemán Kiel Institute encargado de registrar la ayuda militar, financiera y humanitaria prometida y entregada a Kyiv desde febrero de 2022 ha constatado que los compromisos contraídos entre agosto y octubre ascienden a 2.110 millones de euros, lo que representa una disminución del 87% con respecto al mismo periodo del año anterior. Es, por tanto, el importe trimestral «más bajo» desde que comenzó el conflicto armado. Putin se frota las manos.
La división partidista en Estados Unidos está impidiendo que se apruebe un nuevo paquete de ayuda de Ucrania por valor de 106 billones de dólares. En Europa, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, amenaza con bloquear la asignación de 50.000 millones de euros porque defiende el apaciguamiento con el jefe del Kremlin. Justo en el momento en que los acontecimientos exigen una respuesta firme y coherente por parte de Estados Unidos y la Unión Europea para contrarrestar el estancamiento de las tropas de Zelenski en el frente oriental, ninguno de los dos poderes parece dispuesto a darla. En EE UU sus fracturados dirigentes políticos han fracasado a la hora de convencer a la opinión pública de que la agresión de Rusia es importante. No han sabido explicar cómo del éxito de Ucrania depende la disuasión a China para que no invada Taiwán. El presidente estadounidense, Franklin Roosevelt declaró una vez que «el mayor deber de un estadista es educar». Pero como escribe el exsecretario de Defensa con GeorgeW. Bush y Barack Obama, Robert M. Gates en un artículo en «Foreign Affairs», los últimos presidentes, junto con la mayoría de los miembros del Congreso, han fracasado totalmente en esta responsabilidad esencial. Frente a la tentación insular acentuada por los fracasos de Irak y Afganistán, los estadounidenses deben entender por qué el liderazgo global de su país, a pesar de sus altos costes, es vital para preservar la paz y la prosperidad en el mundo. La hegemonía global estadounidense ha garantizado 75 años de paz entre las grandes potencias, el periodo más largo en siglos. Gates recuerda en su artículo que no hay nada más costoso para un país que una guerra ni nada que represente una mayor amenaza para la seguridad y la prosperidad nacional. Advierte de que esconder la cabeza bajo la arena y pretender que los conflictos más allá de las fronteras no son una amenaza directa sería perpetuar los errores de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y del 11 de Septiembre.
Mientras esté Putin en el Kremlin, el orden liberal mundial está en peligro. El presidente ruso ya no persigue una victoria en Ucrania le basta con asegurar un país devastado y destruido que no pueda devenir en una democracia próspera que suponga una amenaza a su modelo autoritario. Los europeos no podemos quedarnos de brazos cruzados y permitir que eso ocurra o pagaremos el precio.
Artículo publicado en el diario La Razón de España