¡Habrá de pasar este momento de tránsito por una situación de primaria electoral que requiere que luchemos en las calles con más ahínco, fuerza moral y fáctica para liberar a Venezuela! Para devolver a nuestros hijos la esperanza de tener libre a su país y a los nietos que han venido naciendo, durante los pasados años, ya más de dos décadas, en diversos lugares del planeta. ¡Que termine la pesadilla venezolana e iniciemos la reconstrucción!
Lo que no ocurrió aquel 11 de abril de 2002 tiene que trabajarse para que sí suceda en otro abril cualquiera. Para que no pase otro 23 de febrero de 2019, cuando ha debido hacerse ingresar, a todo evento, la ayuda humanitaria a Venezuela. Para que no ocurra otro 30 de abril de la traición durante aquel mismo año de 2019, cuando se negociaba con el Maikel Moreno del TSJ de la usurpación, mientras se debilitaba y desconocía al exiliado TSJ legítimo, designado por la propia Asamblea Nacional. Se negociaba con Padrino López, mientras se traicionaba a la oficialidad patriota organizada en un Estado Mayor ad hoc, quien discutió y respetó el acuerdo de actuar bajo la coordinación del presidente encargado, pues éste emanaba de un mandato constitucional y tenía legitimidad de origen; a la vez que contaba con el reconocimiento de más de 60 países fundamentales del planeta encabezados por el decidido apoyo de Estados Unidos, entonces comandados por Donald Trump.
Quien entrega el presente artículo da testimonio de haberse comunicado durante el año 2019 con Juan Guaidó y con otros miembros de su equipo, bajo la premisa de considerar que asumiría su condición de ”presidente encargado” de Venezuela (título y responsabilidad que le otorgaba la Constitución venezolana en virtud de ser el presidente de la Asamblea Nacional). A él se le dieron las informaciones necesarias y lineamientos de un equipo profesional altamente calificado, preparado especialmente para el cómo y el cuándo asumir la responsabilidad ejecutiva de dirigir al país, ante el vacío de esta figura y la existencia criminal de una realidad de la usurpación. El restablecimiento del orden constitucional-democrático era el objetivo. Ante ello nos replicó que debía acudir a Oslo, Noruega. Debía atender negociaciones de salidas pacíficas que les solicitaban los aliados internacionales. Le dijimos que le entendíamos, pero que había que continuar preparándose ante el muy posible fracaso de tales diálogos. Echamos mano del ejemplo del Sistema de Orquestas de Venezuela para decirle que sólo podría dirigir la Orquesta de Liberación del país si se disponía a reconocer cuál era la verdadera agrupación que tenía que asumir y que era él, un sólo director, que no podría dirigir junto a tres o cuatro miembros de grupos partidistas del G4.
Seguimos trabajando en nuestro equipo para la procura de la libertad y la democracia en Venezuela. Con recursos humanos, materiales y especificidad de cronogramas y otras, nos sorprendió luego la traición del 30 de abril, en la que se alborotó el “avispero cubano” de los grupos de persecución del régimen. Con gravísimas consecuencias de capturas, torturas, pérdidas de vidas y del desmembramiento de la organización patriota interna en Venezuela, caro, muy caro nos costó la deslealtad y la cobardía de quienes aparecieron en escena aquel 30 de abril de 2019.
La falta de verdadera voluntad y claridad política de los partidos de esa alianza G4 para hacer lo pertinente de dar respaldo a la separación de Juan Guaidó de las funciones legislativas, y de cualquier disciplina de tipo partidista u otra distinta al responder a la nación, trajo como consecuencia el titubeo permanente hasta el punto de traicionar a las fuerzas armadas a las que debía comandar, en dichas negociaciones con Padrino Lopez, quien representaba, y sigue representando actualmente los compromisos del régimen con las fuerzas del secuestro ruso-castrista de la soberanía nacional, y la pérdida del territorio en manos de los diversos grupos de interés conocidos desde irregulares colombianos hasta iraníes y chinos.
En este mes de inicio del segundo trimestre del presente año 2023, aunque sea 21 años más tarde, decidirnos que no se quede Venezuela como la “Penélope» de Serrat, esperando en la estación del tren a que llegue su gran amor, en nuestro caso la libertad. Que ahora envueltos en la vejez y vagos recuerdos de una vida que se fue extinguiendo, día tras día, apenas si tengamos tiempo para disfrutar de la unión familiar, de nuestros hijos y nietos, para cuando llegue al fin la liberación y el orden para recrear una sana y auténtica sociedad democrática.
Hasta ahora se ha cumplido el plan castrista de dominación de Venezuela. Aún con su disminuida industria y renta petrolera, Raúl Castro le garantiza a Maduro su red de espías y protección policial de su entorno personal, junto al conocimiento del entorno mundial con el cual son expertos en lidiar desde ¡hace solo 64 años! Primero a través de Chávez y su cadena de idiotas, perdón, de mando, que les metieron el cuento redentor fidelista del socialismo del siglo XXI, apoderándose de Pdvsa y exterminando la economía privada venezolana en todo cuanto lo consideren necesario, para concretar dicha dominación. Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania, y las amenazantes posibles alianzas del régimen que se podrían consolidar con China e Irán nos abren una ventana de oportunidad para reorganizar formas de lucha de liberación en Venezuela.
Los resultados electorales de las parlamentarias de 2015, y el pusilánime desempeño de los diputados que se entendieron a sí mismos como obedientes a sus líneas partidistas y sus jerarcas, “primero y antes que nada”, frente al interés nacional de todo un pueblo, al que al fin y al cabo nunca se creyeron representar realmente; con las acostumbradas excepciones a la regla, en limitada cantidad y calidad. No necesitamos más disputas internas entre facciones partidistas y sus pusilánimes protagonistas. Traidores y corruptos de ambos bandos han quedado al desnudo frente a la nación venezolana. Con pérdidas de vidas, de la libertad, del patrimonio y graves consecuencias para los que nos hemos enfrentado a la tiranía, no nos han doblegado ni lo harán. Ahora más que nunca entendemos claramente desde los dos frentes por dónde nos disparan los enemigos de la libertad y de una auténtica democracia. Lo que se debió imponer como poder real y fundamental en una democracia, que es el propio pueblo, nunca contó para esa cúpula directiva de los llamados partidos del G4. Todo lo acontecido durante estos pasados siete años nos ha revelado la raíz profunda del por qué se perdió Venezuela, su libertad y aún más su soberanía.
Concluirá la presente serie el próximo 8 de abril.
[email protected]/gonzalezdelcas
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