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Campaña de futuro y campaña desolada

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Venezuela vive una situación inédita… rara, pero floreciente en oposición desbordada, imparable e incontenible. En palabras de Murakami: “Cuando nos rodean los muros, la aventura de toda una vida quizá consista en franquearlos”.

Los obstáculos que ha debido superar la líder del proyecto son numerosos; no solo los más pedestres de características bananeras propios de siglos anteriores. La única explicación a este salvajismo es que al régimen se le fueron los tiempos. No es de humanos normales, talar árboles para lanzarlos a la vía e interrumpir el libre tránsito, reventar las carreteras que llevan 25 años colapsadas, robarse los vehículos que transportan a los dirigentes opositores, apresar y torturar a quienes les prestan cualquier ayuda. Es la persecución más cavernícola de los cubanos; son procedimientos de la Edad de Piedra.

Paradójicamente, esto ha fortalecido el avance opositor y vuelve el recuerdo de Churchill: “El carácter se manifiesta en los grandes momentos, pero se construye en los pequeños”. Se ha reforzado el heroísmo de esta gesta, la cual indudablemente se ha convertido en «la estrategia del futuro», referente para los nuevos tiempos.   .

La otra campaña -si puede llamarse así- marcha al ritmo desolado de los autobuses. Centenares desfilan apenados, vacíos y tristes; desespero imposible de ocultar. Danzas invisibles acompañan a aquella soledad consonante, sin decir adiós porque no hay a quien.

El futuro se estructuró sobre la base de la verdad, con el propósito de proyectar y llevar a cabo un plan de rescate del pueblo venezolano, pero sin ofrecimientos populistas.

La turba desolada se empeñó en lo que viene haciendo desde hace un cuarto de siglo: mentir. El poeta inglés Alexander Pope lo advirtió en el siglo XVIII: ”El que dice una mentira no sabe que tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. Son millones las falsedades y multiplicarlas por veinte les ahoga en un terreno movedizo.

El futuro -proyectado en mediciones científicas- vencerá en todos los Estados.

La desolación escucha el eco de la consigna que aleja cualquier voluntad de apoyo; consigna retumbante en grito masivo: “Libertad”.

Desolación es sumar todos los actos de campaña del régimen sin poder reunir lo que en una tarde alumbró Valencia. La moderna batalla de Carabobo.

Es conocida la mentira de los llamados magnicidios. Para la ocasión serían “tiranicidios”, siempre repudiados. Cada uno debe responder por sus actos y demostrar con pruebas fehacientes la verdad de los hechos.

Con este nuevo proyecto, a pesar de las incontables provocaciones y violaciones constitucionales y legales, no se ha registrado ninguna respuesta violenta, ni se registrará. No se permitirá el robo de un solo voto, pero utilizando los estándares internacionales para su defensa.

Ante el mar de falsedades para implicar a la oposición, tuvo que salir el comandante del Ejército de Colombia a negar “la verosimilitud de planes paramilitares contra Maduro”. El mismo cuento chino de los cubanos.

Esas mentiras que la campaña desolada acumula en 25 años han originado ya propuestas serias para combatirlas.

En el futuro de los planteamientos del cambio se avizora un ejemplo como el galés, que ha prometido “castigar a los políticos por mentir”, mediante una novedosa legislación, pionera a nivel mundial”; ha expresado el liderazgo galés: ”estamos en el comienzo de un movimiento global”. El 28 de julio será el primer paso contra la mentira política como forma de gobierno.

La campaña desolada tampoco ha podido reunir los testigos para las mesas electorales; confían en el dedazo de Amoroso y del coronel roba votos Carlos Quintero. El problema es que ahora tienen un pueblo en la calle… sin miedo, cuidando la voluntad de 85% del electorado que expresa a gritos e incansablemente, una salida de esta penumbra roja de sangre derramada. El futuro tiene en cada mesa electoral y en las calles del país, una fuerza infinita para defender su triunfo. “Somos hijos de libertadores”.

 

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