Los países prosperan si tienen libertad, democracia y Estado de Derecho. No valen su tamaño, su antigüedad, su clima, el número o color de sus habitantes, ni tampoco su dotación de recursos naturales. Hay países prósperos pequeños y grandes, viejos y nuevos, con estaciones climáticas o sin ellas, con su población predominantemente blanca, amarilla, negra o mestiza, de diversos credos y lenguajes. Lo común entre todas las naciones prósperas es el clima de libertad que se respira en ellas.
Para que Venezuela sea un país de gente próspera, saludable y educada tiene que gozar de libertad, de democracia y sus instituciones tienen que ser de calidad. Para que los venezolanos tengamos elevados niveles de bienestar tenemos que tener una sociedad sana, respetable y confiable.
Los recursos naturales, los suelos y las aguas, los paisajes y todas las riquezas que tiene un lugar serán útiles si hay justicia, si existe Estado de Derecho y de no ser así serán pasto fácil de la corrupción y causarán daños a la sociedad y al ambiente.
Por eso esta Tierra de Gracia, como la llamó Cristóbal Colón cuando la vio por primera vez en las costas de Paria, lo será si y solo si se establece un régimen de libertades, tanto individuales como políticas, sociales y económicas, en el marco que establece la Constitución. Libertad para que cada quien tome sus decisiones sobre su propio destino, sin obstáculos como el autoritarismo, la pobreza, la corrupción, las deficiencias en los servicios públicos como la salud, la educación y el acceso al agua y la electricidad.
Libertad para que cada quien tenga la posibilidad de decidir libremente qué hacer con su vida, en su propio lugar o mudarse porque es su voluntad, no porque lo obliguen las carencias. Libertad para ganarse la vida honestamente con su propio trabajo, con ingresos suficientes y condiciones laborales dignas, y sin las amenazas de la delincuencia uniformada o no. Libertad para criar a los hijos, con adecuados sistemas de salud, con educación de calidad y con la seguridad de que no les va a pasar nada malo.
Libertad para hacer lo que quiera, sin otra limitante que no sea el respeto a la libertad del otro. Que no se exija un carnet político para acceder a un cargo público o a un servicio del Estado, a un permiso o a un trámite burocrático, que tendrán que reducirse el mínimo. Libertad para exigir cuentas de los dineros que son públicos.
El establecimiento de la libertad es la tarea más urgente e importante para que se despliegue la capacidad creadora de los venezolanos, que conducirán desde todos los lugares a la prosperidad general. La libertad es la piedra fundacional de la Venezuela Posible, la que hará que sea esta la Tierra de Gracia.