El régimen madurista podría tener sus días contados y la democracia podría estar a la vuelta de la esquina. A casi un mes, Venezuela se alista para las elecciones del 28 de julio y parte de las miradas del mundo están puestas en la posibilidad de que la oposición -bajo el liderazgo y carisma de la inhabilitada María Corina Machado, encarnados en Edmundo González Urrutia- logre vencer a Nicolás Maduro. La sociedad venezolana lleva muchos años padeciendo una crisis sin precedentes que ha obligado a miles al exilio, una consecuencia que nos ha salpicado a todos. Los países de la región, especialmente Estados Unidos, Brasil, Colombia y Panamá, no deben seguir como simples espectadores. Ahora, en ese país, por primera vez -en muchos años- hay una oportunidad para cambiar la dinámica política. Hay que recordar que Maduro tiene todo el control de los poderes del Estado y la posibilidad de un fraude masivo no debe descartarse. Recordemos que si Maduro permanece en el poder, la migración se profundizará con repercusiones contundentes. Los esfuerzos globales para presionar al gobierno venezolano a permitir elecciones libres y a acatar la voluntad de su gente no deben detenerse, los observadores internacionales deben enfilarse y exigir su participación. La comunidad internacional debe ayudar a garantizar una transición política pacífica si Maduro pierde. Que la inacción diplomática no impere.
Editorial publicado en el diario La Estrella de Panamá
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