La reciente elección presidencial de Ecuador ofrece esperanza y una importante lección a Venezuela. En la primera vuelta, el candidato electo Guillermo Lasso logra 19,74%, mientras que Andrés Arauz, el candidato del socialismo del siglo XXI, alcanza 32,72%. Después de las elecciones, se origina un conflicto con el candidato de los indígenas, Yaku Pérez, dado que la diferencia de votos con Lasso es muy estrecha. El riesgo de una gran movilización indígena aumenta, pero el Consejo Nacional Electoral se mantiene firme en los resultados anunciados.
En la segunda vuelta, mientras que Arauz comienza a actuar como que hubiese ganado, Lasso revisa su campaña y en lugar de enfatizar su plan económico, cambia su mensaje y busca todas las formas posibles de llegar a la mayoría de la población de una manera emocional. Se aproxima a los diferentes grupos políticos y de la sociedad civil que puedan apoyar un gobierno amplio y principalmente que represente la oposición al candidato del socialismo del siglo XXI. Un importante logro es que Xavier Hervas, el candidato de la Izquierda Democrática –partido social demócrata– que logra el 15,68% de los votos y la cuarta posición en la primera vuelta, hace público su apoyo a Lasso.
La crisis económica, humanitaria y social que vive Venezuela como resultado del régimen chavista se convierte en el punto principal de referencia para la sociedad civil y los partidos de oposición en Ecuador. Cualquier diferencia se puede salvar con tal de evitar la vuelta del candidato del socialismo del siglo XXI, quien anunció medidas económicas y sociales similares a las que ha destruido la riqueza de Venezuela y ha permitido que el grupo cercano al poder se enriquezca de una manera descomunal por la corrupción institucionalizada que vive este país. Durante el período electoral, la economía ecuatoriana sufre dado que muchos proyectos se paralizan y se observa una cierta salida de capitales ante el riesgo de la llegada de un representante de la corriente chavista- correista. Esa unión espontánea y organizada entre los grupos políticos y de la sociedad civil, así como el rechazo general de la población al socialismo del siglo XXI finalmente inclinan la balanza y logran el milagro de transformar un candidato que obtuvo un porcentaje relativamente bajo de votos en la primera vuelta, en el vencedor de la segunda vuelta. Las provincias de Ecuador con una alta población indígena en la sierra y en la Amazonia vuelcan su apoyo a Lasso a pesar de que el candidato de los indígenas hizo campaña por el voto nulo. Si bien el voto nulo aumentó en relación con otros periodos, aun así, el apoyo de todos los grupos sociales a Lasso fue mucho mayor.
La importante lección para Venezuela y para el resto de los países latinoamericanos con gobiernos bajo la esfera del socialismo del siglo XXI es que hay una esperanza de cambio. Si la oposición organizada en partidos políticos y en grupos de la sociedad civil son capaces de superar sus diferencias y ofrecer una alternativa única y viable, pueden lograr el voto del resto de la población que, aunque no esté organizada, está muy descontenta con sus condiciones de vida. Según el reporte mundial del Índice Global de Felicidad llevado a cabo por el Network de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, Venezuela está en el puesto 107 entre 149 países en el periodo 2018-20 mientras que en 2020 ocupa el puesto 87 entre 99 países cuando solo se considera la evaluación de la calidad de vida según la encuesta mundial de Gallup.
Paradójicamente, ¿cómo es posible que Venezuela, un país con un nivel tan bajo de satisfacción de su calidad de vida pero a la vez tan rico en sus reservas de petróleo y recursos naturales, mantenga un gobierno que perpetúe esta situación? Las recientes elecciones de Ecuador muestran la necesidad de un frente único de la oposición para enfrentar al régimen de Maduro que no solo ha manipulado los resultados de las previas elecciones sino ha jugado con la oposición ofreciendo alternativas parciales de negociación cuando en realidad su único objetivo ha sido dividir la oposición y ganar tiempo para mantenerse en el poder. Es suficiente mirar como Putin, uno de los principales aliados de Maduro, acaba de firmar una nueva legislación que le permite mantenerse en el poder hasta 2036.
En el caso de Ecuador ni siquiera ha existido un frente único de oposición, pero los grupos que se aliaron más el rechazo de la mayoría de la población a un régimen del socialismo del siglo XXI fue suficiente para que un candidato demócrata obtenga el triunfo electoral. De igual manera, la sociedad civil venezolana dentro y fuera del país puede seguir ejerciendo presión y demandando a los partidos de oposición que logren una coalición mínima de rechazo a cualquier alternativa de Maduro para extender su periodo y así lograr la liberación y el cambio de régimen político al que aspiran la mayoría de los venezolanos.