Durante la entrada del milenio estamos acostumbrados a escuchar en todas las áreas y esferas, en especial las concerniente a la política, sobre las razones, que obligan y hacen urgente y necesarias un cambio del modelo político y económico, pero aún no se tiene bien claro todo lo que implica ello.
Sin embargo, esto no es nuevo. Durante toda la historia, este ha sido el argumento filosófico para tal cambio, que nunca sucede, ya que en vez de instaurar orden, desarrollo y paz; surge caos, antidesarrollo, oposición y guerra, con todo lo que implican estas variables en cualquier sociedad antigua y moderna.
Cuando emergió el materialismo histórico, éste se presentó como un evangelio de libertad, justicia, paz y el desarrollo de la humanidad; aunque, la historia viene mostrando con hecho que donde son instauradas las tesis de dirección central de la economía y de la esfera privada de las personas, los resultados sean y han sido siempre deplorables.
Por otra parte, pensamos que, con reducir impuestos, transformar la economía en un sistema capitalista liberal, hacer la transición de un sistema político de gobierno central a un modelo de democracia parlamentaria bicameral con autonomía de las provincias o Estados federales, es suficiente para el desarrollo de cualquier nación.
Pues, crasa desilusión, para la democracia liberal, es más urgente y necesario generar los cambios en la manera de pensar, para ello se hace práctico hacer alianzas con los medios, la iglesia, la esfera educativa para sembrar la semilla del cambio en la mentalidad de las personas para lograr que hagan la transferencia de ser empleados a convertirse en empleadores con el sustrato político y económico mencionado al principio.
Viendo la perspectiva internacional, este cambio en la forma de pensar, generará transformaciones más grandes, si se llevan a los principales centros del poder mundial, nos ahorraría los presentes y latentes holocausto a los que se enfrenta la humanidad, reduciendo no sólo gastos a las naciones en el área de seguridad, militar y sanitaria, sino también en el ámbito de la justicia.
Todos estos cambios inmateriales en la filosofía, específicamente en la narrativa proyectada por todos los medios de comunicación tecnológicos, y en especial humanos, van a transformar la realidad; es decir, al individuo en un ser potente, capaz de generar bienes y riquezas inimaginables para la economía nacional de cualquier país, y para la economía mundial en beneficio de sí mismo y de toda la humanidad.
En síntesis, con este planteamiento se abren las compuertas de una represa de energía que se encuentra ahorita mismo con un caudal de vida inagotable e infinito, guardando las formas de un Estado centrado en la vida, la justicia, la propiedad y la libertad de las personas, sin tener que tomar los riesgos de ninguna nefasta revolución de las ya conocidas en la historia de la humanidad.
Ya para terminar, si es posible generar guerras, entre países e incluso, guerras civiles, conflictos nacionales e internacionales; gobiernos tiranos y totalitarios posicionarse en el poder; es tan bien posible, revertirse todo el daño, constituir la paz, sistemas democráticos en desarrollo tecnológicos e industrial; sólo si a través de la narrativa se coopera para dejar el caos atrás para catapultar las personas, la nación, al desarrollo de la humanidad en paz y hermandad entre todos.