Ya se encuentra en Venezuela el presidente (e) Juan Gerardo Guaidó, después de una extensa gira por Europa y Norteamérica, recogiendo los compromisos de apoyo de los 59 países que apuestan por el rescate de nuestra democracia. Esa exitosa gira internacional ha colocado a Venezuela y su causa como prioridad en las agendas políticas de los países democráticos del mundo, que promueven por una salida pacífica y no violenta.
En ese recorrido sostuvo encuentros con 48 importantes personalidades de la política internacional. Cancilleres, primeros ministros y presidentes que demostraron el respaldo al gobierno interino y a la causa de Venezuela. Se entrevistó, entre otros, con los presidentes Donald Trump de Estados Unidos y Emmanuel Macron de Francia; los primeros ministros Boris Johnson de Gran Bretaña y Justin Trudeau de Canadá; y en España con Arancha González, ministra de Exteriores.
También participó en el Foro Económico Mundial que se realizó en Davos, Suiza, donde pidió la ayuda del mundo para transformar a Venezuela y regresarla a la democracia, porque nosotros solos no podemos. Allí demostró que Venezuela sin ser un país en guerra, ha generado 6 millones de emigrantes en búsqueda de oportunidades, seguridad y calidad de vida, cantidad de refugiados solo superada por Siria (País en fuga, Juan Marcos Colmenares).
El trabajo político y de promoción para la nueva agenda de actividades debe estar dirigido ahora a lo interior del país y a lo interno de nuestra sociedad, que se encuentra apática, desanimada, desesperanzada y ahogada por la crisis económica, después de 21 años de una narcotiranía chavista-madurista que ha destruido las instituciones, la productividad y la economía; que ha saqueado nuestros recursos, quebrado a Pdvsa y que impunemente viola los derechos humanos.
A pesar de todo el trabajo realizado y de los logros internacionales, la ruta que determinamos en 2019 “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” no ha podido ser cumplida. Pero no por eso vamos a quedarnos paralizados y a reprocharnos por los errores. La idea es avanzar, para lograr salir de esta “maldición chavista” que nos afecta desde 1998.
Como en el ajedrez, es necesario jugar en varios tableros: desde diseñar planes inmediatos para la movilización en las calles y asambleas de ciudadanos; hasta llegar a consensos con las fuerzas y los partidos políticos para construir una férrea unidad en la oposición, alrededor de nuestra causa común que es Venezuela. Pero también debemos prepararnos para jugar en un tablero final, en el cual podríamos ir a elecciones legislativas y presidenciales, con un CNE y un TSJ designados de acuerdo con la ley por la Asamblea Nacional legítima y apoyados por la comunidad internacional.
Por eso debemos iniciar otros caminos: denunciar los hechos de corrupción y la violación de los derechos humanos; aumentar la resistencia activa y clandestina; y hasta apelar a acciones conspirativas y de calle. Veámonos en el espejo de 1948 cuando el gobierno de Rómulo Gallegos fue derrocado y perseguidos, encarcelados y obligados a exilarse a los dirigentes políticos de la época. A pesar de la represión dictatorial, se mantuvo firme la actividad de la sociedad civil y de la militancia partidista en la clandestinidad, hasta que cayó el tirano.
En las redes sociales abundan las críticas de opositores que se niegan a salir a la calle, a ir a las concentraciones o a continuar con las protestas, porque estas no han dado los resultados esperados. Reclaman a políticos y diputados que no se han cumplido los objetivos, que la usurpación continúa y que Maduro sigue en el poder haciendo lo que le da la gana. No se dan cuenta de que actuando así contribuyen a hacerle el juego al régimen, porque estas son tácticas del G2 cubano.
Pero no podemos negar que han sido nuestros políticos y diputados quienes más se han arriesgado. Muchos están detenidos en La Tumba, en las mazmorras de la dictadura o en el exilio; pero todos dispuestos a jugárselas todas y hasta dar sus vidas por la libertad de Venezuela.
El descontento social es profundo y generalizado. Eso debe ser aprovechado y aumentar la presión interna y externa para desalojar a Maduro del poder que usurpa y restablecer la Constitución. Pero esa no es una tarea solo de los políticos y sus partidos, es una responsabilidad de todos los venezolanos que queremos vivir en libertad y democracia. En todo el mundo, las democracias son exitosas según el trabajo que hagamos los ciudadanos.
Creemos que estamos transitando por los acontecimientos finales de un régimen desahuciado, que más temprano que tarde expirará. Y nosotros los ciudadanos, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos y sociedad civil debemos estar preparados para esa pronta transición.
@JMColmenares
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