En mi andadura por Italia… vine a dar con un karaoke para ancianos, una actividad recreativa que estimula recuerdos agradables al escuchar e interpretar viejas canciones, siguiendo ritmo y palabras. Gestión del ocio para los adultos mayores en Milán, con el propósito de entretenerlos con pasatiempos que les permitan mantener activa la memoria.
En contraste, en Turín, la Asociación de Pensionados Venezolanos Residentes en Italia (Apevereit) denuncia la vergonzosa interrupción del pago de las pensiones en el exterior sin aviso, ni explicación.
“El gobierno venezolano, con cínica indiferencia y abandono, ha incumplido desde hace más de cuatro años (diciembre de 2015) con el envío de los montos de sus respectivas jubilaciones a las personas beneficiarias de las mismas”, informó Sandra Bucci, presidente de Apevereit. “Los jubilados y pensionados de edad avanzada con problemas de salud solo cuentan con su pensión o jubilación para subsistir, lo que los hace dependientes de la caridad o ayuda de sus familias o amigos”, agregó.
El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, sin embargo, afirma: “Queremos recordar que el gobierno bolivariano cumple todos los compromisos adquiridos con los pensionados y resguarda el bienestar integral de los venezolanos. ¡Desde el IVSS seguimos trabajando por los pensionados de la patria!”
El pago que procesa el “trabajador” IVSS para pensionados es de 2 dólares mensuales y, aún así, esa mísera suma no viene erogada a los beneficiarios en el exterior, solo ristras de mentiras son las que dispensan. Huelga algún otro comentario.
Resulta imperativo denunciar a estas autoridades y a sus funcionarios por la deslealtad a la obligación del artículo 80 de la Constitución Bolivariana y al Acuerdo Bilateral Venezuela-Italia, el Convenio de Seguridad Social del 07/06/1988, ratificado con la ley 06/08/1991 y que entró en vigor el 11/01/1991. Según esta ley, los pensionistas deben recibir la pensión mensual en Italia, lo que no ocurre, manteniendo a todas estas personas mayores en estado de indefensión. “Un lento genocidio”, alerta Bucci de Apevereit.
Demasiado tiempo se ha esperado para que esta embarazosa realidad de mendicidad social sea atendida y debidamente resuelta, son muchos los pensionados esperando una solución, cerca de 5 millones de personas.
Es así como la Federación de Asociaciones de Pensionados y Jubilados de Venezuela en el Exterior (Fapejuvex) realizó, por consenso, una Protesta Virtual Mundial el pasado 23 de julio, para exigir al régimen que normalice los pagos y cese en su talante de maula. Mientras, ese mismo día en la Plaza de La Moneda, en Caracas, una actividad pacífica liderada por Juan Ovalles, presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionados de la C. A. Metro de Caracas (a quien, seguramente, Maduro conoce desde cuando trabajó como chofer de Metrobús), protestó por pensiones dignas, manifestación que terminó disuelta por la gerontofobia de la GNB (la barbarie rompe su propio récord) y, además, llevándose detenido a un tocayo y colega, Carlos Julio Rojas, por hacer lo mismo que yo estoy haciendo (desde el exilio en un país democrático): relatar que los adultos mayores venezolanos enfrentan condiciones de escasos ingresos y dificultad en el acceso a los sistemas de protección social y salud, unos en Venezuela, otros en Italia, en España, Portugal … y pare usted de contar, lo cual, obviamente, repercute en sus condiciones de vida.
Como “doloroso” definió el presidente (e) de Venezuela, Juan Guaidó, “que los adultos mayores jubilados tengan que salir a protestar, en medio de la pandemia de covid en el país, para exigir una pensión justa y digna; protestando en la calle a pesar de la represión cobarde de la dictadura”.
Pensionados y jubilados venezolanos vejados y sufriendo, a manos de estos seudocomunistas incapaces, el martirio de la paciencia.
Usando la cultura como recurso útil en el intento de dilucidar algún significado político a lo que hoy ocurre, vergonzosamente, respecto a los pensionados, reproduzco lo que recita el marxista “dogmático” llamado Pío Miranda en la obra teatral El día que me quieras del desaparecido dramaturgo venezolano José Ignacio Cabrujas:
—Cuando era niño, en Valencia, mi santa madre, Ernestina, viuda de Miranda, enfermera jubilada del Hospital de Leprosos, lectora perpetua de El Conde de Montecristo, se ahorcó en su habitación. ¿Sabes cómo mierda se ahorcó? Amontonó en el suelo Los miserables de Víctor Hugo, El coche número 13 de Xavier de Montepin, La dama de las camelias de Alejandro Dumas hijo, El crimen del padre Amaro de Eça de Queiroz y una edición ilustrada de la Biblia. Se subió́ a la pila de libros y ni siquiera, maldita sea, me dejó una carta explicativa. Se limitó a saltar sobre la narrativa romántica, con una fiereza inexplicable. (Breve pausa) ¡Leí́ los libros de aquel patíbulo que mamá había hecho en su dormitorio, buscando una clave, una respuesta, una explicación cualquiera…! ¡Y no encontré́ nada! ¡Páginas y páginas… y nada! (Pausa)… ¡Yo te podría decir que soy comunista por la cojonudez del Manifiesto, por el hígado de Marx y la cabeza de Federico Engels! ¡Pero soy comunista por la declaración de Aura Celina Sarabia, cocinera de la Pensión Bolívar donde murió́ mamá! ¿Y sabes por qué se ahorcó mamá? ¡Porque redujeron el presupuesto del Ministerio de Sanidad y hubo un error en la lista de pensionados! Aura Celina me lo dijo: ¡Un error en la lista de pensionados y tres quincenas sin el dinero! ¡Murió́ de vergüenza…!”
@CarlosOmobono