En mi andadura por Italia… siento la imperiosa curiosidad de visitar Monte Sacro, en Roma, donde se erige, por voluntad del difunto teniente coronel Hugo Chávez, el monumento que conmemora el solemne juramento hecho el 15 de agosto de 1805 por el Libertador, ante su maestro Simón Rodríguez, de independizar a su pueblo de la dominación española.
Es una inmensa columna de bloques de mármol travertino iraní, con una base de granito cuadrado; obra de los arquitectos Jorge Castillo y Fruto Vivas.
En 2005 Delcy Rodríguez, entonces viceministra de Asuntos Exteriores para Europa, y el embajador venezolano Rodrigo Chaves (ex coordinador de los círculos bolivarianos), concurrieron a inaugurarlo, pues el egocéntrico revolucionario golpista no asistió.
En junio de 2013, Nicolás Maduro sí, en su primer viaje oficial a Europa visita el monumento en Monte Sacro, junto al embajador Isaías Rodríguez, donde ratifica que el juramento del Libertador y del comandante de la revolución bolivariana, Hugo Chávez, se resume en “la garantía de libertad e independencia de la patria”. Un vilipendio poner a Bolívar y al difunto comandante galáctico en el mismo plano, toda vez que son polos opuestos en sus ideologías, historias y legado.
Y han sido las dos únicas veces que el farragoso monolito es visitado oficialmente, y ahora por mí. Al parecer, dado el recóndito del lugar donde se halla, es aprovechado por drogadictos que se apostan allí para narcotizarse y algunos de ellos se alivian orinando sobre el obelisco. Un desperdicio el gigantesco mojón de mármol travertino iraní.
Y me alejo presuroso del lugar por el terrible olor a orina, cavilando sobre el pestífero período de estos últimos 20 años que hemos atravesado los venezolanos por el delirio de omnipotencia con locura de dos autócratas, quienes como los realistas que combate Bolívar no alcanzan a comprender qué es la democracia y entrambos nos crean a los patriotas una crisis histórica a todos los niveles en nuestra “tierra de gracia”.
Según sus arquitectos autores, se supone que el monumento en Roma representa «el faro que ilumina el desarrollo futuro de la humanidad para siempre»… Ya atrás el olor a orín se me ocurre que, después de todo, el inútil pilar sí puede ser fanal que ilumina y es que ¡no hay que desperdiciar jamás una crisis! Las crisis son una buena ocasión para cambiar, en bien.
Para ello se requiere un ingente espíritu crítico. ¿Cómo es posible que estos dos “caballeritos” se hayan hecho del poder? Y, sobre todo, ¿cómo es que se han mantenido?
Recuerdo que viviendo aún yo en mi país se cuchicheaba (hay que desconfiar siempre de los rumores) que el ejército solo esperaba ver a la gente en la calle protestando para ponerse del lado de la Constitución y el pueblo. La gente toma la calle y es masacrada hasta la muerte por ese mismo ejército, o parte de él (porque es un ejército anárquico y fragmentado), que celebran el 24 de junio su día, en conmemoración de los valientes hombres que dieron su vida por la libertad del país en la Batalla de Carabobo, cuando Bolívar tenia 38 años.
En Monte Sacro, Bolívar jura cuando tenia apenas 22 “¡…juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen…!»
Tan solo 22 años, entiéndase, fuerzas armadas, y 38 cuando lideró la Batalla de Carabobo. En un lapso de solo 16 años, entre el juramento del Monte Sacro y la decisiva Batalla de Carabobo, el Libertador nos emancipa del yugo; y ustedes, unidad militar, en 20 años teniendo el monopolio de las armas ¿qué han hecho? ¿Por qué no han sido el acelerador aglutinante de los venezolanos para poder alcanzar finalmente la verdadera libertad bolivariana?
La crisis nos toca a todos por igual y no se puede desaprovechar la hora, que es ahora y está en manos de ustedes el que no sea un desperdicio, como el monolito de travertino iraní en el Monte Sacro.
Es mentira que la historia absuelve, como arenga Fidel Castro en defensa propia por su condición de abogado y no de militar.
Un militāris es otra cosa, en el sentido más alto de su significado, que no voy a estar aquí explicando porque ustedes saben muy bien cuál es el deber ser.
@CarlosOmobono