En mi andadura por Italia… el primer ministro Giuseppe Conte se ve obligado a dimitir, después de los juegos de palacio que lo llevaron de anónimo abogado de la sociedad civil a premier, a través del Movimiento 5 Estrellas (M5s) y, en especial, por la gestión de Alfonso Bonafede, quien, sin llegar al extremo del protagonista de La resistible ascensión de Arturo Ui, de Bertolt Brecht, orquestó con este escamoteo que la oposición de centroderecha no alcanzara el poder, aunque las encuestas así lo favorecieran. Y, designio del destino, fue justamente una reforma justicialista de Bonafede –nombrado consecuentemente ministro de Justicia por Conte– que no alcanzando quorum parlamentario lleva inexorablemente a Conte a dejar de contar en el tren ministerial. Por ello y por la eficacia política del lince parricida de su propio engendro de gobierno saliente, Matteo Renzi, senador de Italia Viva, quien retirando dos de sus ministros hizo tambalear al Ejecutivo Conte hasta defenestrarlo.
Pareciera que las citas con el destino son ineludibles. Salvando las obvias distancias, luego de que un grupúsculo de militares ejecutó un intento de golpe de Estado en Venezuela el 4 de febrero de 1992, la tiranía que hizo vacilar la democracia hace su propia historia con juegos de los “caballeritos y hermanitos” Castro del imperio cubano tras la muerte del teniente coronel Hugo Chávez, llevando de anónimo conductor de Metrobús a presidente ilegítimo a Nicolás Maduro Moros. Como en Italia, ahora en Venezuela es el Parlamento el que pone en aprietos a estos personajes azorados de poder.
Este profesor Conte (simpático a la jerarquía vaticana) se interpretaba a sí mismo como el salvador de la nación italiana, un poco como Germán Borregales del Movimiento de Acción Nacional (MAN) que salvaría Venezuela. Borregales fue un demócrata cristiano de la primera república y Conte erguido como tal, campeando camaleónicamente entre populismo y europeísmos, increíblemente, en 2021.
De la organización política MAN destacaba la Cruz de Santiago como estema con los brazos rematados en flor de lis y una panela en la empuñadura. Se dice que su forma tiene origen en la época de las Cruzadas, cuando los caballeros llevaban pequeñas cruces con la parte inferior afilada para clavarlas en el suelo y realizar sus devociones diarias.
Pero, por qué para la mayoría de los venezolanos es conveniente que Conte y el devocional del Movimiento 5 Estrellas que lo sostienen pierdan poderío (crepúsculo que está sucediendo), pues sencillamente porque ellos mantienen que el régimen de Maduro es un modelo que imitar. ¿Y cómo es posible? Pues, según un artículo del diario español ABC, unos 8 meses después de su fundación en julio de 2010, los del M5s habrían recibido una maleta con 3,5 millones de euros entregada a través del Consulado de Venezuela en Milán. Ellos, los beneficiados, lo niegan.
Sin embargo, en 2015, el entonces congresista ortodoxo Alessandro Di Battista organizó en la Cámara de Diputados italiana la conferencia «El amanecer de una nueva Europa», con la participación de los países del Alba, claramente alineado con los chavistas.
Muchachos de este movimiento como Manlio Di Stefano, Ornella Bertorotta y Vito Petrocelli visitaron Caracas (marzo de 2017) junto con Gianni Minà –exponente del lobby castrista italiano– para asistir a la ceremonia en memoria del mentor de Maduro, teniente coronel Chávez y, peor aún, el Movimiento 5 Estrellas es el único, no por acaso, que actualmente se niega a reconocer a Juan Guaidó, a diferencia de la mayoría de las organizaciones políticas italianas en el Congreso: +Europa, Lega, Centristi per l’Europa, Fratelli d’Italia, Cambiamo!, Forza Italia e incluso el Partido Democrático (PD), aunque de este, su cúpula radical chic, se haya abstenido de votar en el Parlamento Europeo la moción de reconocimiento a Guaidó y la continuidad de la Asamblea venezolana elegida en 2015, resolución que definitivamente fue aprobada el 21 de enero del presente año.
Jóvenes del M5s (pecando de fanatismo) descamisados pescados en las redes sociales y provistos solo de consignas (v*********), que me recuerdan los muchachos alzados (pecando de militarismo), uniformados y armados, del 4 de febrero del 92, quienes se subieron, todos por igual, al tinglado político sin haber convocado público (híbridos de población) ni tener muy claro el guion, sin organización, sin partido. Solo con el “ojalá” de alguna gente. Un sueño que salió mal, como el cubano. En ellos, como en los chavistas/maduristas se ha hecho normal la evasión de responsabilidades. Solo apuestan al poder por el poder de retener sus curules (escaños), sin saber acertadamente qué hacer en favor de sus países.
Y así, pese a los intereses creados y soviética pillería para no ir votar, se va hacia una transición de marcada discontinuidad (receta que sería apetecible para el caso venezolano), en un sálvese quien pueda, que llevará a elecciones al final de la legislatura o en caso de ser necesario anticiparlas en toda la bota italiana, bajo la egida –quizá– de Mario Draghi y un nuevo gobierno de (notables) alto perfil institucional con diversos signos políticos que lo sostenga, porque aquí, si bien se hacen juegos de palacio (hasta donde la Constitución lo permite), no se juega con la sacralidad de las elecciones democráticas y libres. Ni muchos menos es imaginable un golpe de Estado como sucedió en estos días en Birmania o en 1992 en Venezuela, el 4 de febrero, que los del régimen justifican y hasta celebran.
¡La historia NO les absolverá!, ni el MAN salvó nuestro país, ni Conte a Italia.
Es tiempo de que junto con la oposición que tenemos, unidos, nos movilicemos contra el tirano por una nueva república.
Luego de la inmolación chavista puede haber poesía. ¡Créanlo!
@CarlosOmobono