En mi andadura por Italia… fui a dar con un pocotón de piedras: Matera, llamada la “Città dei sassi”, vale decir la “Ciudad de las Piedras”, patrimonio mundial de la Unesco (1993), capital europea de la cultura (2019), capital provincial de la región sureña de Basilicata. Algunos expertos calculan que tiene cerca de 8.000 años de antigüedad, su núcleo urbano original se desarrolló a partir de las cuevas excavadas en la roca por el hombre (tal vez para reencontrarse con el útero materno) y, posteriormente, modelado en estructuras cada vez más complejas dentro de dos grandes anfiteatros naturales, el Sasso Caveoso y el Sasso Barisano.
Adentrarse es como ingresar en un pesebre, no es casual, entonces, que haya servido de escenario a películas como El Evangelio según San Mateo de Pasolini y La Pasión de Cristo de Mel Gibson. Por cierto, como chisme de primera mano, el cineasta hollywoodense, beodo tras un día de filmación durmió en el piso de la iglesia madre de Miglionico delante de un crucifijo de madera de 1600.
En los años cincuenta del pasado siglo, el gobierno italiano obligó a la población que vivía en dichas cavernas a abandonarlas para trasladarse a barrios modernos, luego de que Carlo Levi, escritor, pintor y político, fue confinado por el régimen fascista a una casa en Aliano (visitable hoy en día), hablara sobre la misteriosa, desconocida y empobrecida localidad en su ensayo novelado Cristo se detuvo en Eboli, nadie pensaba entonces que esas cuevas, los “sassi”, se convertirían en el símbolo de la ciudad que renace.
Lo maravilloso es que uno, por suerte, no se topa con restaurantes de comida rápida, cafeterías de cadenas o enormes tiendas departamentales y de descuentos, este mágico lugar, que no es para ir de compras, es para los amantes de la historia, las tradiciones y la cultura. Atención, es exprofeso la ausencia de comercios para masas, no como en Venezuela que es producto de la destrucción sistemática llevada a cabo por el actual régimen agonizante.
Matera, hogar de alrededor de 60.000 habitantes, no es solo piedras, hay mucho para ver y hacer. La ciudad encierra diferentes zonas relativas a distintas épocas: la más antigua está en el barrio Civita, que por sus características morfológicas puede considerarse una fortaleza natural, en ella se sitúa el Duomo románico, edificado sobre la acrópolis en torno al 1268-70, que presenta un interior rico de obras de arte, entre las que destaca una Virgen de influencia bizantina del siglo XIII llamada “della Bruna”; también es uno de los mejores sitios para apreciar la vista de Sasso Barisano, que es uno de los lugares más impactantes de Matera.
La parte medieval y renacentista se encuentra a lo largo de “il Piano”, al borde de los “sassi”; y para finalizar hay una ciudad nueva, con elegantes y modernos edificios, realizada por los más notables arquitectos italianos.
La roca que rodea Matera y que los maestros artesanos de esta tierra han aprendido a trabajar desde tiempos antiquísimos es llamada popularmente “tufo” y por los geólogos “calcarenitos”.
La segunda Belén, como también se le conoce, además de ofrecerme una típica y exquisita pasta con broccoli, me reconcilió con mi “principio de incertidumbre”, que es no sentirme frustrado porque no sé cuándo cae el régimen opresor venezolano, si bien tengo la certeza de que se cae y es tan sólida mi certeza como la roca que es Matera.
Así como despierto cada mañana y le doy gracias a Dios, porque mi principio de incertidumbre es interrogarme si acaso despertaré… asimismo, cuando el régimen se desmorone habrá que darle gracias a Dios y seguir adelante en la reconstrucción de la nueva patria, como sigo adelante cada mañana en mi nuevo día al despertar por gracia de Dios.
El cambio tiene que darse desde el ejemplo y ello consiste en estar seguro y sin angustias. ¡Porque renaceremos como Matera, sólidos y en roca firme!
Pero en una perspectiva más amplia del turismo Lucano (la región Basilicata se le conoce también como Lucania), visitamos otras joyas, gracias a la Agencia de Promoción Territorial de Basilicata: Stigliano, con su itinerario Street Art, murales gigantes en la fachadas de sus edificios y el Parque de la Mandarra con esculturas en hierro cemento sobre troncos muertos y una breve visita a Trecchina, de paisaje acogedor entre castaños saboreando el delicioso fruto preparado en mil maneras: salsa para pastas, helados. Y el Parque de las Estrellas, la cota mil de la ciudad, que finalizado va a tener un observatorio y en el ínterin se pueden disfrutar de juegos mecánicos y una excelente gastronomía local en el restaurante panorámico.
Para concluir en belleza, nos fuimos hasta Maratea, la Perla del Tirreno, donde coinciden actualidad y eternidad entre sus 44 iglesias y modernos hoteles de playa. Destaca la statua del Redentore, que se asoma sobre el golfo de Policastro, tal como la estatua art déco del Cristo Redentor’ se asoma desde la montaña del Corcovado sobre la bahía Río de Janeiro. Pero no olvidemos que, superando en altura a la estatua del Cristo Redentor brasileño, nuestra Virgen de la Paz se impone en la ciudad de Trujillo reiterando, una vez más, que la paz reinará pronto en Venezuela.
¡Gracias Basilicata!