Cada vez tenemos más claro la relevancia de desarrollar nuestra faceta espiritual, pues sin duda, esto nos hará sentir más equilibrados, con mayor armonía interior para convertirnos en personas más realizadas. Muchas veces no tenemos conciencia de esta necesidad y nos falta mayor planteamiento de las formas de alcanzarla, para así ser más susceptibles con el propósito de tener la estabilidad requerida.
De esta manera, si deseamos lograr ese estado armonioso, se hace oportuno enfocarse en lo más íntimo de nuestro ser y en la forma en la que vivimos. Así, consolidaremos el equilibrio más favorable y nos haremos mejores personas, demostrando conductas acordes a los preceptos y valores que practicamos. Esto se convierte en una fuerza o energía presente en nuestro ser, que mueve e impulsa nuestra existencia.
Sin duda, es una forma de vivir llevando adelante la búsqueda de la paz interior, que se manifiesta a través de ciertas prácticas, tratando de satisfacer al individuo y a su alma. Todos podemos desarrollar esa vida espiritual que deseamos. Sin embargo, lo manifestamos de diversas vías, pues, se trata de una corriente que fluye a través de nuestras vivencias.
La espiritualidad es entonces una manifestación interna, que se alimenta con ciertas acciones orientadas a enriquecernos, a hacernos sentir más íntegros y más llenos. Aceptando la capacidad de nuestro espíritu podemos aumentar las creencias que profesamos en cuanto a la relación que existe entre mente, alma y espíritu, buscando además el equilibrio interno de nuestras emociones. Para esto, es importante entender nuestra propia energía y el poder presente en nuestro ser.
Este aspecto, entonces, vive activo en nosotros mismos y al desarrollarlo descubriremos lo favorable que puede resultar, con el fin de ayudarnos a ser más positivos, más firmes, mejores personas, reconociendo nuestros principios. Así mismo, mejoraremos en cuanto a las acciones que practiquemos y en todos los niveles de nuestra existencia.
Sin duda, la naturaleza humana requiere desarrollar esta faceta, para fortalecer la sensibilidad, la inspiración y la motivación que nos motorice, y así impulsar nuestro crecimiento individual. Para esto también, debemos prestar atención a los pensamientos presentes en la mente, a esa voz que nos habla en el interior, que nos guía, a la cual a veces no le damos la debida importancia.
Al incorporar la espiritualidad como parte de tu vida, logras hacerte más sensitivo, analizando tu yo interior, las personas y las distintas circunstancias que te rodean. Fortalecerás la observación, la percepción y el criterio para encontrar soluciones a los problemas, ayudándote a tener una vida más armoniosa.
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