¡De muy joven disfrutábamos del ritmo, sonoridad y mensajeras letras de las canciones con sentir salsero latinoamericano. Escuchando las interpretaciones grabadas por aquellas generaciones de brillantes talentos y especiales personas. De momento en momento, y desde nuestro actual exilio, nos atrapa la nostalgia de aquel tiempo universitario de inspiradas búsquedas por ¡un mundo bueno para todos!
Rubén Blades Bellido de Luna, mundialmente conocido como Rubén Blades, célebre cantautor panameño y actor cinematográfico, pero aún mucho más, notable activista ciudadano por la justicia y la democracia para nuestra región, nos advertía que “Pablo Pueblo no debía sencillamente seguir votando en las elecciones pa’ después comerse un clavo”.
Son permanentes las expresiones que se han aportado desde las tribunas de los artistas, sea desde sus musicales reflexiones, sus actuaciones públicas o desde cualesquiera otras, ellos van ayudando a forjar llaves para ir abriendo puertas de esperanza, en la búsqueda de bienestar para nuestras naciones.
Desde la irrupción de las redes sociales y los que se han denominado ahora “influencers”, me preguntaba yo con qué mensaje nos presentaremos ante la agitada realidad de carga de frustración social de las nuevas generaciones latinoamericanas y, quién dijo que no, generaciones de todo el mundo, por no encontrarse a esa América, o a esa Europa, que se anhela, o a ese mundo bueno al que aspiramos la mayoría.
Cada región requiere, en sus nuevas demandas de mayor y mejor niveles de calidad de vida, “la construcción de la justicia para que exista paz”. La necesaria franca evolución de las instituciones del Estado, a nivel latinoamericano, por ejemplo, partiendo de la evolución acelerada de la conciencia ciudadana del poder que en una verdadera democracia debe ejercerse desde la ciudadanía. Cumpliendo el pacto constitucional, y de las leyes, se debe lograr hacer viable la sociedad más sana, más equilibrada en lo material, en lo emocional y hasta en lo espiritual, en correspondencia con cada proceso en particular.
La cultura política del caudillaje debemos abolirla por una cultura política de conciencia ciudadana. No solo en nuestros países latinoamericanos, como suele expresarse frecuentemente con gran liviandad desde Europa, bajo el supuesto errado que este es un asunto de nuestra propia creación y deformación subdesarrollada. La realidad mundial pone de manifiesto la conservación en el ser humano de la tendencia a colocar en una figura providencial un poder presidencial excesivo. Supuestamente así este superpoder designado, cuasi-dictatorial, podrá entonces guiar la solución de los complejos problemas de las actuales sociedades humanas. Son, a nuestro entender, las instituciones y su fortalecimiento, las que en su conjunto, mediante organismos de participación, asambleas ciudadanas, parlamentos, equipos de profesionales, empresarios amantes de la innovación y el progreso compartido, hagan más estable, lo que entre iguales, políticamente hablando, y bajo un sólido piso de valores, normas y principios de deberes y derechos humanos, puedan favorecer dicho progreso conjunto, sustentable y sostenible, para la mejor sociedad civilizada posible.
Panamá es nuestro hermano país de América cuya invasión estadounidense en un operativo militar del Ejército de Estados Unidos fue el resultado de entendernos a nosotros mismos como infantes irremediablemente llevados de la mano de dictadorzuelos. Entre el 20 de diciembre de 1989 y el 31 de enero de 1990, de lo cual van a cumplirse 30 años, y gracias a la decisión del gobierno del presidente Bush, el narcodictador y nefasto caudillo militar Manuel Antonio Noriega fue depuesto, lo que liberó del oprobio de la tiranía del nefasto caudillo traidor y de sus cómplices. Esa América de la Alianza Internacional por la Libertad es la que hay que volver a encontrar. Es esa América de la que una vez Panamá formó parte y la Gran Colombia que Miranda nos enseñó a soñar bajo el signo federal republicano que hay que reeditar.
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