En algún momento es necesario detenerse, hacer una pausa y reflexionar sobre el flujo y reflujo de la dinámica política venezolana. Me refiero a la reiterada regresión de hechos y circunstancias que se repiten sin cesar, tal como lo son los procesos de la vida social y económica cuyos elementos son como un ciclo perverso: “represión, crisis, negociación, elecciones, consultas, elecciones, referéndum, constituyente, refundación” y, vuelta a lo mismo, en una extraña danza de los dirigentes de ambos bandos, régimen y oposición los cuales se arrogan la representatividad del soberano, y que bailan al son de los reclamos populares, ignorándolos y acercándose tanto que lo hacen en perfecta armonía en una simbiosis colaborativa cuyo único fin es el de proteger sus intereses.
Es ciertamente la semejanza de un “bucle en el tiempo”, que va y viene bajo las mismas circunstancias predecibles, se repiten sin cesar como si estuviésemos en el metaverso, sin querer salir y llegar a tierra firme para orientar el tema en una nueva dirección. Ambos grupos con su respectivo dirigente a la cabeza marcan las notas contradictorias y mentirosas. Vuelven a lo mismo, como si fuese una acción desarrollada sobre una plancha de hule cuyo tránsito sobre él se hunde en el medio como un chinchorro emulando la física cuántica.
Cómo salir de ese “bucle en el tiempo” y retomar la dirección correcta de un país libre. Intentos, los ha habido sustentados en la demostración correcta de la usurpación del poder. La Asamblea Nacional, lícitamente electa en su momento, asumió su papel y, montados en una directriz constitucional proclamó y disparó el procedimiento de nombrar un “gobierno de emergencia”. De forma procedimental, designó al presidente interino. Argumentos válidos tocaron la sensibilidad internacional la cual, y de acuerdo a sus intereses, apoyó tal procedimiento y dio forma a una acción contra un sistema antidemocrático y de la actuación delincuencial de sus integrantes.
Toda la acción desplegada ha creado un mundo paralelo al poder, pero desdibujado y sin efecto alguno, provocando la desdicha de todo un pueblo, donde la cuarta parte de su población emigró en búsqueda de otras soluciones y salió del bucle dejando otros actores acompañados de todas las calamidades humanas de supervivencia. Pues bien, los procedimientos que dieron sustento a la intención de recuperar la democracia han resultado fallidos al igual que la naturaleza del régimen igualmente fallido.
Si nos ponemos del lado de la democracia y de la libertad en una parada táctica, vemos que salir de esa dinámica requiere de una composición de fuerzas diferente que permita el impulso del cambio político. El líder del citado e inexistente gobierno de transición está sujeto de fuerzas complementarias, un estatuto que ata sus manos, un régimen que lo desprecia, y el condicionamiento de fuerzas internacionales. Estas últimas imponen soluciones negociadoras y electorales para seguir dentro de la dimensión desconocida. Frente a ello, habrá que aprovechar la profundización de la crisis, la intervención de la soberanía por fuerzas antidemocráticas, que han elegido el territorio venezolano para demostrar su dominio armamentista y expansivo como el ruso, el económico e interesado de china, las miserables transacciones comerciales turcas, el inconmensurable interés económico del narcotráfico y, la proactiva proxeneta controladora cubana. En tal sentido, encontramos los obstáculos para el cambio claramente identificados.
Todos esos elementos han sido examinados por parte de cientos de miles de ciudadanos dentro del país y de otros tantos de la diáspora. Han sido, documentados, desplegada la diagnosis adecuada apuntando a soluciones convenientes y realistas. Todo ese esfuerzo, comunicado y personalizado ha sido inútil y fragmentario, sin embargo ante la realidad solo queda imponer esos puntos de vista influyendo dentro de la conciencia del liderazgo opositor como único sustento legal y humano. Debemos hacer abstracción de sus errores, ausencia de representatividad perdida a lo largo del tiempo, donde la Asamblea Nacional se mermó y es apenas una aproximación real, pero la jurisprudencia da validez al menos internacional en países democráticos. Por todo ello, se impone un nuevo curso de acción para salir del bucle del tiempo, es decir, basta de negociaciones hipócritas e inefectivas, basta de elecciones fraudulentas, basta de referéndum y de cultivar la ilusión de elecciones presidenciales bajo las condiciones actuales.
El presidente interino debe abrir su mente, independientemente de sus compromisos, de los que lo usan y de su propia competencia. Debe prestar atención a la opinión de la sociedad civil comprometida con el cambio de modelo político en Venezuela y, que está integrada por, experimentados profesionales con vida activa, residentes en el país y en el exterior, con vínculos nacionales e internacionales de alto nivel, con conocimientos de causa, vinculados con los niveles populares y, en amplia consulta con diversos grupos, asociaciones, gobiernos y reputados analistas políticos, legisladores, empresarios y dignatarios de la alta política quienes han examinado la situación crítica del país y la influencia de los efectos políticos de la gobernanza actual en Venezuela.
Ante estas graves circunstancias es necesario orientar sin ninguna pretensión al presidente interino, favoreciendo la activación de mecanismos de comunicación y articulación para intentar inducir el cambio, sustentado en un verdadero “gobierno de emergencia nacional” fundamentado en la necesidad de refundar el país, reconstruir a sus instituciones y favorecer la representación válida internacional a acompañada de competentes y transparentes personalidades de la sociedad venezolana cuyo objetivo es de favorecer este año 2022 un cambio político imprescindible en la búsqueda de la libertad y de la democracia.
El presidente interino tiene que permitir no solo la vinculación formal masiva y efectiva de la sociedad civil mediante mecanismos protagónicos que coadyuven en su momento a un nuevo diseño constitucional y forzar la reinstitucionalización nacional por todos los medios que conduzcan a la libertad y reconstrucción del aparato democrático en Venezuela. Debe con responsabilidad ciudadana facilitar la incorporación de un nuevo liderazgo ante la debilidad que han mostrado lideres de la oposición y, la menguada representación que han tenido en el compromiso de cambio, que incluso, ha sido inducida por una dirigencia cuyas directrices más bien conducen a la convivencia con el régimen, provocando pérdida de credibilidad incluyendo la percepción pública de una conducta cercana a hechos irregulares que, incluso, han determinado la pérdida de la militancia de los partidos políticos que representan.
Es imprescindible que el poder emergente pueda sustentarse en figuras públicas claves para integrar un consejo federal de gobierno que rescate la autoridad y pueda inducir al cambio político, y permita reunir alrededor de dicho consejo un anillo exterior de expertos que dispongan de las mejores capacidades profesionales, técnicas y de influencia para armar una estrategia de cambio global, sectorial y particular de cada segmento social y al mismo tiempo sirva de apoyo para crear una poderosa red de consultores y dirigentes procedentes de todos los sectores con la única condición de probidad, experiencia y capacitación que apoyen a todos los niveles los procesos político sociales y sirvan de vasos comunicantes con la ciudadanía acompañada del diseño de una planificación estratégica de acción y de resistencia provocadora del cambio de modelo político.
La sociedad civil ejerce libremente sus funciones como actor social, a través de las instituciones organizadas, y deben mantener las iniciativas de preservar la autonomía política en armonía con el poder judicial, y otros poderes de protección a los ciudadanos, evolucionando hacia nuevos modelos políticos sustentados en la actualización o creación de nuevos partidos políticos sobre la base de nuevos liderazgos, identificados con un modelo político moderno, en el que los partidos políticos se vinculen a las necesidades ciudadanas, dejando atrás el centralismo y presidencialismo extremo.
Es absolutamente imprescindible, dada la complejidad de un gobierno interino, el apoyo y estímulo a los sectores críticos de manera orgánica. Conocemos las limitaciones que existen para formar un equipo integral en los diferentes sectores de la gobernanza, pero sobre este particular la crisis obliga a dar prioridad a los sectores que influyen directamente sobre la gobernanza, la economía y los efectos sociales y dar forma a las acciones que se derivan de los programas sectoriales, muchos de ellos terminados y discutidos en ámbitos nacionales, gremiales, académicos y populares los cuales deben instrumentarse con un plan estratégico y la asignación de recursos administrados de manera colegiada por los mejores expertos en la materia que por cierto son abundantes y que presentan una hoja de servicios, conocimiento y probidad.
Estos lineamientos llevados a cabo con criterios éticos y deberes ciudadanos deben ser compartidos y realizar los ajustes correspondientes a los intereses patrios y, ser extensivos a toda una estructura de poder verdadero, acompañado con el apoyo internacional, no solo como defensa de la democracia, sino incluso, debe contribuir al rescate de los países latinoamericanos que paulatinamente se visten de rojo y ponen en peligro la libertad y la democracia de todo un continente.
Si estas iniciativas son nuevamente fallidas si la estructura diseñada, los apoyos logrados, el curso de acción seguida es inoperante y se mantienen los esquemas personalistas, o de grupos que intentan preservar sus intereses que ya se confunden con la cadena del crimen organizado, la sociedad civil venezolana, los partidos políticos solventes y las instituciones que han logrado con honorabilidad sobrevivir tienen que apartarse de ese modelo de gestión fallido y tomar otro camino y salir del bucle del tiempo.
Es necesario entonces, tomar vía alterna, lograr el esfuerzo catalizador que haga sinergia para el cambio político, sacudirse de una falsa y sorda dirigencia, desatarse de una vez por todas de los intereses particulares de un gobierno de emergencia virtual, y de países que dicen proteger a la democracia, pero que nos han usado de acuerdo a sus intereses hipócritas,
Es mejor estar solos, deslastrados del peso que nos ata, y en una gran acción sinérgica avanzar en una lucha frontal para organizarnos, rescatar las libertades, refundar el país apoyado en la gran capacidad de su ciudadanía la cual ha sido castrada por su dirigencia y, crear una poderoso movimiento del rescate de la libertad y la democracia, capacidad y fuerza deben desatarse para no transitar el trillado camino del “bucle del tiempo” que en a actualidad se monta sobre nuevamente el ilusa figura del referéndum cuya acción preparada por el régimen va en vía directa a un nuevo engaño conducente a la desesperanza y a la mantención de un régimen que ha destruido a nuestro país, y léase claramente, la permanencia presidencial inevitable.
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