Los temas centrales de  la cumbre  del grupo de los países emergentes BRICS fueron  la expansión de la membresía y la posibilidad de utilizar una moneda que no sea el dólar para el intercambio comercial. Esta sería la segunda expansión. Aceptaron como nuevos miembros a Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos  Árabes Unidos, Etiopía e Irán. En total han solicitado su incorporación 40 países. Entre los países que se esperaba ingresara estaba Indonesia, que postergó su solicitud. La mayoría de los países son de economías y población importante.  Con la ampliación se busca una masa crítica que permita crear un foro que sea la otra cara de la moneda del G7.

China liderando un esquema que busca un nuevo orden mundial con un papel más significativo del sur global,  que contradice además  el necesario fortalecimiento de los organismos internacionales  en donde por cierto China intenta jugar también un rol de liderazgo. La pregunta que nos hacemos: ¿tendrá éxito ese nuevo intento con nuevos socios que evidentemente se alinean en la USA fobia? Sin duda, se quiere construir un nuevo multilateralismo pero con premisas erradas, a mi parecer. Las instituciones existentes son reflejo de la visión de Occidente, nacen con los acuerdos de Bretton Woods y tienen como objetivo valores como los derechos humanos, elecciones, libre comercio etc., en donde, por cierto, algunos  de los miembros viejos y nuevos de los BRICS no se sienten cómodos.

Con el tiempo, se  puede convertir en una  instancia retórica, a menos que acuerden disciplinas económicas y multilaterales diáfanas que estén en capacidad de darles un cimiento sólido para el futuro. De lo contrario, se convertirán en un G77 + China sin mayores capacidades de implementar las declaraciones que hacen todos los años,  que se convierten más en demandas  que en acuerdos aplicables. La única manera, en mi opinión, de que los BRICS se afiancen es que sea un grupo reducido, que  los países miembros tengan unos acuerdos bases, más allá de las contradicciones de sus regímenes políticos que pululan entre monarquías, autocracias, democracias y países con regímenes autoritarios. Por ejemplo, Javier Milei y Patricia Bullrich, candidatos a la presidencia  en Argentina y  con altas probabilidades de ganar las elecciones en octubre, cancelarían el intento de ingreso de la tercera economía  de Latinoamérica a los BRICS a partir de enero de 2024.

Aunque si bien, algunos especialistas consideran que esta es una maniobra de China, segunda economía del planeta, empujando al sur global para superar su propia crisis económica e  intentando que el yuan se internacionalice como una moneda de comercio y  como alternativa al uso regular del dólar, del yen, de la libra esterlina  y del euro.

Por otra parte, Brasil  y la India debilitan su tradicional política anticonfrontación por sumarse a un club en donde definitivamente no tendrán el protagonismo central y deberán compartir la misma mesa con Rusia e Irán. La expansión de los BRICS pareciera natural y una oportunidad para los países que se pueden beneficiar del Banco de Desarrollo con sede en Shanghái que sin duda es una oportunidad para la obtención de créditos y recursos para el desarrollo de infraestructura.

En el entendido de que los países miembros de los BRICS puedan convivir sin cuestionar los déficits democráticos, de respeto a  los derechos humanos, entre otros, de la mayoría de los miembros, su posicionamiento económico va más allá de contar con 40% del PIB mundial, sino en la posibilidad de acordar disciplinas multilaterales de comercio, con supervisión y solución de controversias. En ese sentido, considero que  la carta de sobrevivencia dependerá en esta nueva etapa de los acuerdos tipo WTO PLUS, en donde los países acuerden, además, regímenes de inversiones y laborales similares que garanticen  una competencia equilibrada. Especialistas como Andrés Serbin e Ignacio Bartesaghi afirman que a largo plazo todo es posible, pero no les parece que sea el ámbito apropiado para dar ese paso. De ser así, el BRICS puede terminar en una suerte de G15 que estuvo integrado por 17 países en desarrollo en la IX conferencia de los no alineados y que tenía entre otros objetivos el de coordinar acciones en el ámbito económico y del desarrollo.

Entenderíamos que, si bien el multilateralismo con  sus  aproximados 70.000 instrumentos requiere oxígeno y una nueva dimensión, es desde sus propias instancias, con principios sólidos,   que se deberían entablar nuevos retos y disciplinas. El multilateralismo inclusivo al que aspiran esos países, entre los lemas de la última reunión que tuvieron en Suráfrica, debería ser dentro del sistema del actual orden internacional y no en la confrontación con el norte global.


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