“Apreciemos sin vértigo la extensión de mi inocencia». Arthur Rimbaud
Se consumó el delito y acabó de formalizarse la victimización de la ingeniero María Corina Machado. Un acto judicial, visiblemente ilegal e inconstitucional, configuró la violación de sus derechos humanos y los políticos especialmente. Una comedia para prevaricar y, además, una vez más, incumplir los acuerdos en que participa el régimen.
Barbados y los otros trece diálogos tienen en común que el negociador del gobierno, llegada la hora de conceder a la contraparte opositora, como en toda negociación, lo que esta reclama, la desconoce y la birla, por decirlo elegantemente.
Constatar que también en el TSJ se decide teniendo como único criterio la orden que le dicta el jefe político, compromete gravemente el Estado constitucional de derecho y de justicia, pero, también a todos y cada uno de los integrantes del máximo tribunal. Son cómplices de esa felonía, de una grosera iniquidad. Devienen reos de una justicia que no por hoy ausente dejará de hacérseles presente, nacional e internacionalmente.
Todavía otra consecuencia se asoma y apunta al proceso que se les sigue en La Haya, en la Corte Penal Internacional, a los actores de este desastre de sistemática violación de los derechos humanos en Venezuela. ¿Qué más necesita la CPI comprobar para actuar?
Por otra parte, tenemos a otro sacrificado. La soberanía popular que escogió limpiamente a MCM como su adalid para así atravesar, sin embargo, pacíficamente la puerta de la liberación. Dicho en otras palabras, el chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, intenta igualmente inhabilitar a los venezolanos para que no pueda ejercer su decisión de cambiarlos.
Las opiniones que vierto en este artículo pueden parecer de intencionalidad política y no debe sorprender a nadie, pero más bien se orientan hacia el plano jurídico, dado que Venezuela pasó a ser desde hace 22 años un Estado generador de conflicto y peor aún, violador de los derechos humanos como lo demuestra la sencilla evocación del trágico episodio del 11 de abril de 2011 y la conocida masacre en la cual dos decenas de vidas se perdieron y más de doscientos heridos completaron aquella escena criminal.
Desde entonces, se suman en cientos los compatriotas caídos en protestas públicas y la multiplicación de las denuncias que configuran una sucesión de agresiones contra la población que ha atraído la atención del mundo entero y particularmente de la organización y la institucionalidad que se ocupa de los llamados crímenes de lesa humanidad, por cierto y es bueno repetirlo, tipificados como delitos en el Estatuto de Roma y legitimando los procesos correspondientes ante la Corte Penal Internacional.
El crimen desde el Estado es una falta más grave que otras porque se ejecuta con especial dolo y contra aquellos que no pueden defenderse. Desobedece, además, el principio de fidelidad que le deben las autoridades que juran cumplir “bien y fielmente” con la Constitución.
Raúl Zaffaroni, al que hemos seguido y revisado en ocasiones, hace notar un elemento que traigo a colación para finalizar mi reflexión en estas notas. Él se refirió a la indiferencia moral con la que los seres humanos se comportan ante las situaciones de la cotidianidad que por sí solas deberían provocar un shock, como las guerras, los genocidios en curso, las torturas y las desapariciones forzadas, las muertes de niños por hambre, diarrea, sarampión entre otros horrores; pero, agrego al melodrama que debe angustiarnos a los venezolanos, el continuo atentado contra las libertades ciudadanas y no a nombre de la razón de Estado únicamente, sino por la loca ambición de mantenerse en el poder, para no rendirle cuenta a nadie y seguirlo exprimiendo para el beneficio de una camarilla ideologizada… (Ver Zaffaroni, Raúl, El crimen de Estado como objeto de la criminología, Simposio de Estocolmo, 2006).
Venezuela vive una hora de total impunidad, usando al Estado usurpado, como escudo, a la que se suma como consecuencia la carencia de responsabilización y de allí, nuestra cada día más patética condición. ¡Asumámoslo!
@nelson_chitty