El gigante latinoamericano, Brasil, está con serias expectativas de continuar su liderazgo en el sur del hemisferio en la industria de la energía.
En la actualidad es uno de los mayores productores de petróleo del mundo, con reservas significativas de petróleo y gas natural en sus aguas territoriales. La industria petrolera del país ha sido un pilar importante de su economía durante décadas y ha contribuido significativamente al crecimiento económico y al desarrollo del país.
Brasil es uno de los principales productores de petróleo en América Latina y el mundo. En 2020 la producción promedio diaria de petróleo fue de 2,9 millones de barriles por día (BPD), lo que representa un aumento del 5% en comparación con el año anterior 2019 (con datos de Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de ANP).
En cuanto a la producción de gas, produjo un promedio de alrededor de 136 millones de metros cúbicos (mmm 3 d) por día en 2020, un aumento de 6,5% en comparación con el año 2019.
Pese a que el mundo está dictando “nuevas reglas” relacionadas con la transición energética, en Brasil tienen mucho que hacer, aún en materia de fósiles, y van a seguir la producción petrolera.
La producción de petróleo alcanzará este año 3,4 millones de barriles diarios (BPD).
Con relación a regulación y legislación de la industria de gas y petróleo están a cargo de varios organismos y leyes federales, estatales y municipales: a nivel federal, la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP) es el principal regulador de la industria de gas y petróleo, con la tarea de regular y supervisar la exploración, producción, procesamiento, transporte y distribución de petróleo, gas natural y biocombustibles en el país.
La industria está bajo una seria de regulaciones, que seguramente, deben ser mejoradas, modernizadas y ajustadas a la nueva perspectiva de transición energética, y esas regulaciones son: a) Ley del Petróleo (Nº 9.478/1997), establece el régimen jurídico de exploración, producción, transporte y refinación de petróleo y gas natural; b) Ley de Gas (Nº 11.909/2009), establece el régimen jurídico de exploración, producción, procesamiento, transporte, almacenamiento y comercialización de gas natural; c) Ley de Biocombustibles (Nº 11.097/2005), establece el régimen jurídico de la producción, comercialización y uso de biocombustibles, entre otras.
Por ello Brasil va a seguir produciendo petróleo, aunque la producción de fósiles “sea mal vista” en los últimos tiempos. Porque tienen la potencialidad de reservas, están en su mejor momento de producción y como dice el presidente de la estatal Petrobras: «Llegamos muy tarde a este juego como un gran productor, pero tenemos que mantener el balón rodando» (Jean Paul Prates), cuya frase célebre en la industria de la energía es “Puede que seamos los últimos en producir petróleo en el mundo”.
Petrobras tiene operaciones en Brasil y en varios otros países, y es una de las mayores empresas de petróleo y gas del mundo.
Brasil no abandonará su política energética de priorizar explotación petrolera en sus actuales yacimientos o el gigantesco PreSal o el llamado “margen ecuatorial” (norte del país, zona de geología similar a la de Guyana, donde Exxon Mobil Corp. ha encontrado miles de millones de barriles).
Las grandes corporaciones privadas aún tienen inversiones -y perspectiva de continuar operando e invirtiendo en el país- en exploración, producción, refinación, transporte y comercialización de petróleo, gas natural y otros productos derivados, como Shell (participación en varios campos petroleros y gasíferos, y también en comercio y distribución de gas natural y productos derivados del petróleo); BP; Equinor: (con inversiones además de fósiles en energía renovable, como la eólica marina); TotalEnergies: (participación en varios campos petroleros y gasíferos, e inversiones en energía renovable, como solar); entre otras que continuarán apostando sus dólares a una industria como la petrolera.
La industria petrolera, como siempre dijimos, no va a morir, sino que está mejorando sus propios procedimientos tecnológicos y ambientales de operación para hacerla más eficiente y rentable en tanto se consoliden las renovables, y para ello aún faltan varias décadas por delante.
En todo caso no veo una confrontación, de momento, entre la industria petrolera con sus políticas de modernización y de inclusión de nuevas tecnologías con el advenimiento de tecnologías renovables y la creciente demanda de energía limpia que están cambiando el panorama energético mundial.
A pesar de estos desafíos, la demanda mundial de petróleo y gas sigue siendo alta y se espera que continúe creciendo en el futuro cercano.
Afirmamos, una vez más, que, en el caso particular del gas natural continuará siendo elemento de transición entre fósiles y renovables.
Y el petróleo seguirá siendo importante en tanto no se resuelva satisfactoria y definitivamente el tema del transporte: electrificar el transporte aéreo, terrestre y marítimo. Para ese punto de evolución de la economía aún falta tiempo y tecnología.
Brasil consume electricidad como un verdadero gigante: en 2020 el consumo de electricidad en Brasil fue de aproximadamente 484 TWh (Tera vatios-hora) (con datos de Ministerio de Minas y Energía).
La “buena noticia” para los ultraambientalistas: la matriz energética de Brasil se compone principalmente de energías renovables, especialmente hidroeléctrica (más del 60% de la capacidad instalada de generación de electricidad) y con una capacidad instalada de aproximadamente 100 GW.
Para 2020: el mix energético brasileño fue más o menos así: Hidroeléctrica: 64,6%; Termoeléctrica a gas natural: 8,6%; Termoeléctrica a carbón: 1,5%; Termoeléctrica a petróleo: 0,2%; Eólica: 10,3%; Solar: 2,6%; Biomasa: 8,9%; Otras fuentes renovables: 3,3% (con datos de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica ANEEL).
Para 2030, la capacidad instalada de energía hidroeléctrica aumentará, según predicciones, a 120 GW; la capacidad instalada eólica a 35 GW; forzando de esta manera a cambiar la matriz energética e incorporando a Brasil en el “tren de las renovables”; pero su industria, comercio y vivienda crecerán tanto que el consumo de energía eléctrica continuará incrementando hasta llegar, fácilmente, a 700 TWh en 2030. No en vano su red de distribución eléctrica significa que tendrá más de 180.000 km para 2030 por la alta inversión en la industria eléctrica que llegará al promedio anual de 20.000 millones de dólares entre 2022 y 2030.
Brasil es un gigante energético. Nadie dude.
@BorisSGomezU
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