OPINIÓN

Borrell

por Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

Esta estación de nuestro interminable vía crucis se podría llamar algo así como la estación de Borrell. Para empezar dio lugar a una especie de exacerbación de la paranoia macartista nacional. Todo lo que viene del PSOE español no es sospechoso, es perverso. Más ahora que le ha dado un pedacito de gobierno, necesario para “hacer” gobierno, al luciferino Podemos que en parte se desarrolló con la teta chavista y por ende le debe solícito amor. Con esta certeza no hay tu tía en muy variados medios nacionales y en consecuencia con los nietos españoles de Franco, así España desconozca a Maduro, acepten a Guaidó o, para sintetizar y actualizar, capitaneen un documento tan completo y contundente como el último del Grupo de Contacto de la Unión Europea. No olvidar, de paso, que en la casa del embajador, que no en la embajada, han recibido una muy larga visita, que no  cesa, de Leopoldo López para salvarlo de uno de los golpes de Estado (¿) más raros el mundo.

Eso de mandar a dos tipos a hablar con Maduro no podía ser sino la evidencia de siniestros planes de Sánchez, y sobre todo de Iglesias, seguramente asesorados por el innombrable Zapatero, para salvar al dictador que ya no puede ni con su alma. Y, al unísono, cambiar el embajador no por cualquier otro burócrata, sino por el mismísimo máximo representante de la madre patria en ¡Cuba! Sálvese quien pueda, nos invaden los rojos de la Guerra Civil (Ay, Carmela…).

Pero bueno, no bastó que se aclarase que los enviados lo son del Grupo de Contacto y que iban a hablar con todos los sectores, no solo con el gobierno usurpador pero armado, y así lo hicieron. Un amigo mío, de profesión químico, se vio con ellos y dice que eran tremendos tipos, preparados, informados y ecuánimes. En la reunión con el gobierno, horas antes, no se aceptó la postergación de las elecciones por obediencia a la Constitución que establece la fecha, sonría ahora y dedíqueles alguna  palabrota. (No obstante, si quisiera agregar muy dubitativamente que me dijo alguien versado y trajinado electoralmente, de profesión físico, y que dice tener información muy directa de que en el CNE hay un enredo técnico y económico que es lo que pudiera dar al traste con la fecha constitucional, líos con las nuevas máquinas y la transmisión de datos. Aclara que es una presunción y no una certeza, pero vale la pena recogerla ya que no es el único con esa duda inquietante).

Como siempre los extremistas bélicos locales pusieron grito en el cielo con el asunto de España y hasta más de un comunicado sacaron. Pero bueno, estos se oponen a cualquier forma de transacción, más trumpistas que Trump, que les ha sacado la lengua. Y en el fondo eso es lo que está planteado con los europeos, se trata pues del mismo estéril guabineo según los guerreros. (De verdad que yo quisiera saber en qué va a consistir esa invasión humanitaria, valga la contradicción. Si va a ser con aviones, barcos y tropas…es decir, una guerra de verdad. Si es así ni hablar; creo que toda guerra, esa que uno ve en las películas y lee por ahí, es inhumana, monstruosa. Pero a lo mejor me equivoco y es un combate más humanitario, pero no lo explican. Algo entre sanciones y marines).

Yo doy por terminado, en más en un sentido, la conmoción española. Y agrego lo que acaba de pasar en este lugar, no por menor sino porque el caballero guardó silencio hasta que el juego había terminado y mi artículo casi listo: Capriles llegó del limbo y, nobleza obliga, retiró su participación electoral y la de los suyos, por falta de unas elecciones simplemente decentes, a las que les había jugado más de un quintico. Un poco costosos en realidad, porque se llevó de paso sobre todo unos cuantos ligamentos unitarios, porque se dejó jugar sucio otra vez por Maduro (remember 2013), y a todos nos abrió un período de zozobras, que ya tenemos bastante. Le queda volver a reparar lo escindido, recoger algunas palabras soberbias y ponerse a trabajar por deslegitimar el cochinero electoral. Será bienvenido, es un baluarte y un valor de la democracia nacional, de verdad.