OPINIÓN

Boric habló claro

por El Nacional El Nacional

Gabriel Boric, el muy joven presidente de Chile, es un líder de izquierda en la región. Su nombre no figura entre los fundadores del Grupo de Puebla, que reúne a lo que se denomina “izquierda progresista”, siempre dispuesta a salir en defensa de regímenes como el de Nicolás Maduro, el de Daniel Ortega o la dictadura castrista cubana. Y cuando no defiende, guarda un silencio cómplice como el de José Luis Rodríguez Zapatero, uno de sus miembros distinguidos que presenció en Caracas la jornada del 28 de julio y optó por la política del avestruz.

La política exterior de Chile durante el mandato de Boric ha mantenido una línea nítida de respeto a los derechos humanos y a los valores esenciales de la democracia. La reciente declaración a la prensa del presidente es clara y consecuente con relación a la situación política venezolana después de la celebración de las elecciones presidenciales del domingo 28 de julio:

Uno, Nicolás Maduro está intentando cometer un fraude. Y llega a esa conclusión a partir de una pregunta sencilla y lógica: ¿Por qué no ha mostrado las actas del escrutinio electoral? “Si hubiesen ganado claramente, hubiesen mostrado las actas”, remató.  Todo es tan simple como eso: hay un escrutinio, hay unas actas y hay un ganador.

Dos, “están cometiendo (el régimen de Maduro) graves violaciones de los derechos humanos, reprimiendo a las personas que se están manifestando e iniciando persecuciones penales que no serían aceptables en nuestro país y en ningún otro país democrático contra liderazgos de la oposición”.

Tres, “hay principios que se deben defender a todo evento, al margen de las diferencias políticas e ideológicas que se tengan con otras fuerzas políticas y eso es lo que nosotros hemos llevado adelante como política internacional en Chile”.

Cuatro,  “Chile no reconoce el triunfo autoproclamado de Maduro”. Boric trazó, además, una diferenciación con el proceso vivido durante el gobierno interino de Juan Guaidó. “No podemos como comunidad internacional cometer el mismo error”, precisó.

 

Quinto, “no confíamos en la independencia ni en la imparcialidad de las actuales instituciones en Venezuela, por lo que hemos planteado como país que no validaremos resultados que no hayan sido verificados por organismos internacionales independientes del régimen.”

El gobierno de Boric apoya los esfuerzos de otros países (es de suponer, que se refiere a Brasil, Colombia, México y Estados Unidos) que mantienen capacidad de negociación y diálogo  con las “partes involucradas” en Venezuela. El presidente de Chile dio su declaración luego de un reciente encuentro con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lo que hay que entender entonces como una línea de acción posiblemente concertada.

Aparte del no reconocimiento de la reelección de Maduro, de la denuncia de fraude, que implica, por un lado, que el ganador fue otro (Edmundo González Urrutia, aunque no lo mencione); y por otro lado, que se está frente a un grave delito contra la soberanía popular, la postura de Boric constituye un rechazo categórico al ardid de Maduro de recurrir al Tribunal Supremo de Justicia -un ente absolutamente parcializado-  para dirimir la verdad electoral.

Nada refuta las actas del escrutinio público dadas a conocer por la oposición venezolana, por lo que una negociación realista debería conducir a la transición democrática y a la salida de Nicolás Maduro del poder en un plazo perentorio.