OPINIÓN

Bolívar, estratega de la comunicación (I)

por Carlos E. Aguilera Carlos E. Aguilera

El desarrollo de la opinión pública a través del periodismo es un poderoso recurso para cultivar en el hombre cualidades morales, intelectuales y espirituales.

Simón Bolívar, desde las perspectivas de su hora histórica, trazaba el rumbo de las coordenadas, con relación a las cuales avanzaba su pertinaz visión hacia el futuro. Miraba el pasado, miraba el porvenir, mientras transcurría el presente en el que traducía las características esenciales, capaces de permitir la ubicación del genio en los exactos meridianos de su grandeza. Bolívar fue único y total, para el tiempo de América, como bien lo define el periodista y poeta Leoncio Lucena Alvarado (+), en su obra Bolívar y la revolución traicionada.

El párrafo anterior describe a un hombre que constituyó la elocuente expresión cuando se refería los significados de la patria en trance de transformación dinámica y audaz, para romper de frente con las pretensiones caudillistas, porque las mismas parcelaban todo esfuerzo creador y opositor al dominio del mundo desarrollado de siempre. Fue esta la constante obsesión del Libertador y único Padre de la Patria, como revolucionario integral, que supo ubicarse más allá de su tiempo.

Por eso y siempre hemos insistido en todos nuestros artículos de opinión, que quienes esgrimen las banderas con su nombre, al llamar a una seudo revolución socialista, marxista y “bolivariana”, ofenden a su memoria, grandeza y gloria. El peruano José María Choquhuanca, al reconocer el valor inconmensurable de la gesta de Bolívar expresó: “Habéis fundado cinco naciones que en el inmenso desarrollo a que están llamadas elevarán vuestra grandeza  adonde ninguno ha llegado. Y con los siglos crecerá vuestra gloria, como crecen la sombras cuando el sol declina”.

Utilizar el nombre de Bolívar para el eslogan populista y demagógico de una supuesta revolución, que además de socialista es marxista, es hacerle creer al pueblo de que su legado será llevado a cabo por quienes detentan el poder, y ello constituye una falaz y oprobiosa mentira, porque el Libertador fue por excelencia un adelantado revolucionario de su época; el estadista que nos inquiere para hacer de Venezuela una nación libre y democrática; el que nos alerta en relación con la originalidad e identidad de nuestro destino para que tengamos un pueblo propio, sin mendigar modelos; el que nos advierte con relación al caos para decirnos que la anarquía es peor que la guerra; el que nos reconviene al anunciarnos que la América es ingobernable; que nos profetiza en torno a que estos países caerán indefectiblemente en manos de tiranuelos imperceptibles; que insiste en que la libertad se halla de ordinario enferma de anarquía, y que nadie en este mundo tiene derecho de esclavizar a otro.

Bolívar se entregó íntegro a la creación de una prensa acorde con las realidades de su tiempo histórico. Por ello la información, así concebida, debía responder a las condiciones de un mundo que se agitaba en los fermentos de una lucha contra las estructuras del sistema colonial. Dinamizó con urgencia la necesidad del manejo de la opinión, jerarquizando al máximo el papel de la imprenta, revelando en consecuencia su gran poder estratégico con relación a los recursos utilizados en sus campañas informativas, en los diarios que había fundado.

Se puede interpretar en cierta forma y de acuerdo con el contenido del texto transcrito a continuación, que no todos los que quieran pueden estar capacitados para la difícil misión de informar. En el mismo se infiere las observaciones dirigidas a Santander desde Loja el 14 de octubre de 1822, en las cuales el Libertador se refería a los ataques de la prensa peruana contra su persona. Escribía en aquella ocasión: “Mucho siento tener que indicar a Ud, de paso que las imprentas de Lima no me tratan tan bien como la decencia parecía exigir. Quiero suponer que mi conducta o la del gobierno sea viciosa, no basta, sin embargo, esta causa para empeñarse entre naciones amigas en increpar la una a la otra sus defectos. Colombia ha podido juzgar con desaprobación a algunas operaciones de los gobierno americanos”. Todo indica su llamado o advertencia con relación al mal uso o irresponsabilidad con el cual pueden ser manejados los medios informativos.

Sin duda alguna que la observación con respecto al manejo de esta arma, la prensa, con acierto y justicia tiene fundamentos éticos de invalorables proporciones, por cuanto en el marco de la actividad periodística su vigencia es irrebatible. Por tanto, no es aventurado afirmar que su prédica en cuanto a la ética informativa puede calificarse como practicante de un credo comunicacional sobre el cual él mismo calzaba, en su pretensión de dar a entender en torno a la necesidad de formar conciencia para el mejor dominio de la información revolucionaria , de tal manera que fue exigente en sus planeamientos para pedir a los redactores el tratamiento del tema noticioso “de un modo regular y periodístico”, traduciendo de tal forma su normativas de comunicador , pues se mantuvo siempre al día con el acontecer informativo de su época.

Sus trabajos periodísticos publicados bajo su nombre, a manera de artículos de opinión, aparecieron incluso, en una de las etapas republicanas de La Gaceta de Caracas, en las gacetas de Jamaica y en el Correo del Orinoco. En este último se puede leer la recomendación que la hace a Tomás de Heres: “Yo quiero que se proteja un periódico pero que se organice con elegancia, gusto y propiedad. Pídale Ud. dinero a Romero para proteger las letras”.

La revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana, contradice todo cuanto puso en práctica el Libertador, no solo en materia política, social y económica, sino en todo cuanto nos legó para orgullo de los hijos de esta patria, hoy víctima de la impudicia, humillación y voracidad de quienes detentan el poder desde hace 20 años, y que pretenden eternizarse a toda costa. En consecuencia, ofenden cínica y vergonzosamente la memoria del Padre de la Patria y único Libertador.

¡Amanecerá y veremos!

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