No sentimos asombro cuando observamos a Claudio Fermín, Timoteo Zambrano o a Felipe Mujica sentados en uno de los salones de las instancias usurpadas, prestándose a un acto de condescendencia y de genuflexión ante el régimen de Nicolás Maduro.
No sentimos estupor cuando escuchamos los argumentos de unos y otros de quienes compartieron el mesón de la rueda de prensa. Y no nos extraña, sencillamente porque éste es parte de un guion mil veces ensayado y de reiteradas ocasiones escenificado.
Esta ni es la primera, ni la última vez que el régimen intente socavar los esfuerzos de los demócratas, simplemente es el más reciente intento de la usurpación para tratar de vender un quiebre dentro de las fuerzas democráticas y para venderse a sí mismos, y ante los pocos que aún le creen en el mundo, como propiciadores de un diálogo.
La farsa de la nueva Mesa de Diálogo, luego del esperado y profetizado fiasco de los diálogos en Barbados, solo es un amago más del régimen, unas patadas más de ahogado, que buscan desesperadamente no evidenciar su asfixia, su ahogamiento y su inestabilidad.
Esta acción lejos de demostrar fuerza al régimen, lo único que reafirma es que son cada vez más tramposos, más habilidosos en la maniobra del pote de humo, en la construcción de escenografías políticas y en la elaboración de historietas que luego venden por los medios de comunicación como melodramas.
Sin duda, el hecho de que Nicolás Maduro pasase de dialogar con el llamado G-4, para sentarse en una mesa con quienes desde hace rato vienen siendo sus aliados en el seno de la oposición, para iniciar un diálogo con sus títeres, fue un cambio cualitativamente malo y estratégicamente nefasto.
Esta acción de la usurpación, equivale al patrón que no sigue negociando con los obreros reales y se sienta a entablar un acuerdo con esquiroles. ¡Simple teatro!
Un viejo refrán dice: “cambiaron bistec por queso rallado” y pareciera lógico traerlo a colación como única explicación lógica y razonable ante la decisión de los usurpadores de cambiar el diálogo con los representantes de Acción Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo para crear una nueva Mesa de Diálogo, pero esta vez con el Movimiento Al Socialismo, Cambiemos y Avanzada Progresista, las cuales no existen como fuerzas políticas reales en el país.
La más contundente de las conclusiones que podemos llegar, es la misma que hemos sostenido como tesis a lo largo de todo este proceso: Los diálogos no sirven para nada.
El único diálogo efectivo es aquel que se lleve adelante solo para dilucidar el cuándo y el cómo Nicolás Maduro abandonará el Palacio de Miraflores, y cuándo cesará definitivamente la usurpación en Venezuela. De lo contrario, no hay conversación o negociación posible con aquellos que terca e ilegalmente siguen usufructuando el poder en contra de la voluntad de millones de ciudadanos.