OPINIÓN

Bisagras no tan oxidadas

por Antonio Guevara Antonio Guevara

 

Una necesidad de comunicación

El único canal de comunicación expedito y fluido entre los civiles y los militares es el de los oficiales retirados. Entre ambos sectores de la sociedad hay un túnel que hace de galería de correspondencia y de corredor abierto con una conexión franca de forma bidireccional que puede abrir muchos espacios para hacer eficiente la circulación de los mensajes desde el emisor hasta el receptor, libre de ruidos inconvenientes y diseñados desde un propósito finamente establecido.

La comunidad formada alrededor de quienes están en la honrosa situación y agrupados por el régimen en la clasificación de la Reserva Activa -simplificados como RA– forma una parte bien importante e indisoluble de la familia militar donde también se incluyen los familiares directos. Ese planteamiento de enlace anterior que se ha venido manejando desde esta trinchera de opinión con bastante insistencia y que en cierta forma ha caído en oídos sordos en donde debería de convertirse en un diseño como parte de un plan debería considerarse como parte de la premisa también planteada desde acá de que un cambio político en Venezuela pasa por la participación protagónica de los militares, antes, durante y después de la transición. Esa indiferencia y apatía en la consideración ha sido en el liderazgo de la oposición por razones que se explican más adelante; pero igualmente en el sector de los Romeo Alfa.

Los retirados son la bisagra entre los civiles y los militares que están en la situación de actividad y es a través de ellos desde donde debe habilitarse un canal de comunicación lo suficientemente despejado y hábil equivalente a Enigma, la máquina de cifrado más famosa del mundo que desempeñó un papel clave en la Segunda Guerra Mundial. ¿Se comprende? Y el origen de donde saldrán y llegarán los mensajes hasta y desde el último soldado con el menor nivel de ruido. Siempre y cuando eso esté ensamblado en un plan. Lo abundamos.

La máquina Enigma

En la guerra, ¿en Venezuela lo estamos o no?, hay que tomar ventajas del enemigo y convertir cualquier realidad disponible en un medio para alcanzar la iniciativa y la delantera que pueda facilitar el triunfo. Una de las armas que otorgó una superioridad temporal al III Reich en el Atlántico fue el sistema de cifrado usado para enviar órdenes a los submarinos desde el alto mando de manera segura y confiable; e intercambiarse ubicaciones entre ellos. Gracias a su sistema de criptografía que permitió la superioridad naval alemana que limitó sobremanera el curso de los convoyes que llevaban armamento, munición, alimentos y un largo etc. desde Estados Unidos hasta Gran Bretaña. Los submarinos se constituyeron en un verdadero peligro y pudieron en algún momento cambiar los resultados de la guerra. El éxito reflejado de ese sistema de criptografía fue asumido posteriormente por la Wehrmacht , en donde fue usada para la coordinación de los asaltos masivos de unidades blindadas en la guerra relámpago. La Luftwaffe también la usó para mantener en secreto sus operaciones de bombardeo. La máquina fue un elemento clave en la Segunda Guerra Mundial hasta que los ingleses reclutaron para su servicio secreto a Alan Turing un matemático, filósofo, informático y criptógrafo; quien junto a un equipo ad hoc logrò decodificar y descifrar el exitoso sistema de Enigma.

Enigma desde los cuarteles

El gremio militar siempre ha sido una caja herméticamente sellada. Hacia fuera de los cuarteles el conocimiento de lo que ocurre en los patios de formación, en los institutos de formación y capacitación, en las unidades militares, en los navíos, en las aeronaves y los destacamentos, en los casinos, en el día a día de cualquier repartición militar; es un coto exclusivo y cerrado desde el toque de diana hasta el de silencio. Y en ese paréntesis nocturno de rondas, rondines, imaginarias y centinelas del sueño, la penumbra de todos los pasillos se cierra mucho más en el misterio y el secreto de todo lo que ocurre en los campamentos. La única manera de llegar allí y penetrar ese espeso velo de misterio y secretos, sin alterar el statu quo del cuartel, es a través de un integrante de la Romeo Alfa (RA).

Durante los 5 años de formación profesional y los 33 de ejercicio, la vida de un militar, de cualquiera en el más remoto lugar del mundo, se sustrae a un cosmos muy particular donde los códigos, los misterios, la confidencialidad y la reserva construyen una privacidad y una intimidad institucional que trasciende a lo personal. El misterio levanta paredes y barreras en todas las comunicaciones y hace de las incógnitas un acompañante imprescindible en la vida de los uniformados y a veces en una doble vida, similar a la de Harry Rehnquist (Arnold Schwarzenegger) en la excelente película de acción y comedia Mentiras verdaderas del año 1994. Es un modus vivendi profesional que se modela durante la situación de actividad y que se proyecta cuando se pasa a la situación de retiro. La vinculación del profesional militar Romeo Alfa (RA) con el medio de origen se prolonga y se mantiene a través de múltiples formas hasta que lo despiden con una agrupación de honores fúnebres y el toque de silencio. A través del instituto de previsión social (Ipsfa) se le dispara mensualmente la pensión para la cual cotizó y otros beneficios, los hospitales militares y ambulatorios los reciben con cada contingencia de salud, los círculos militares son los espacios de recreación eventuales, Seguros Horizonte es otra tabla salvavidas que se le lanza al aporreado bolsillo y el brillo que en algún momento tuvieron los almacenes militares en los que hoy son la sombra en la gestión revolucionaria en ciertas circunstancias son un recurso de obligación. Todos, espacios necesarios por alguna diligencia administrativa, algún trámite de momento, una coordinación de finiquito, una demanda de un documento o una solicitud; pero también lugares para el intercambio, para el encuentro inevitable y la reunión entre activos y retirados, entre superiores y subalternos, entre compadres de sacramento, vecinos de la misma urbanización y de la misma ruta hogareña coincidente. Todos, espacios que acusan los deterioros evidentes y los resultados del bombardeo inmisericorde de la incompetencia de la gerencia roja rojita en el sector de los beneficios socioeconómicos militares. En esos espacios se calibra en tiempo real la temperatura de los cuarteles, se confirma o no la acústica reiterativa que cada cierto tiempo se exterioriza sin soporte en los ruidos de sables y los descontentos de los oficiales. Son los ambientes para la coincidencia de los generales y almirantes con los capitanes y tenientes aquejados por las mismas necesidades e iguales demandas de la salud, aporreos del estómago y las palizas del bolsillo. Son los ineludibles puntos de contacto entre los activos y los retirados. Los ambientes ideales para intercambiar mensajes entre activos y retirados sobre la Serie del Caribe, la guerra en Ucrania, el terremoto en Turquía, el próximo Mundial de Fútbol y hasta de la verdadera situación de la institución armada. Todo en los propios códigos del cuartel y con la criptografía apropiada. Una máquina Enigma a la venezolana.

En 24 años de revolución bolivariana no se ha podido construir una interlocución fiable entre el liderazgo político y los dirigentes la sociedad civil con los militares en la situación de actividad. Aquellos mantienen una histórica desconfianza en los militares y estos otra de resultados y actitudes que se orientan más a una comodidad masoquista que los inmoviliza en el síndrome de las esdrújulas de poner el tono con retardo cuando ya no hay nada que hacer y en una tranquilidad de valeriana con Valium. La necesidad de activar perentoriamente este enlace a través de la única bisagra disponible (La máquina RA), en la que se espera que la herrumbre de la inactividad y el moho del sedentarismo deje un poco de espacio para cifrar y codificar las necesidades y la extensión del cumplimiento de sus deberes de ciudadano.

¿Es necesario explicarlo con palitos, peloticas y cajitas?