Literalmente, Juan Guaidó ha sido un intocable ante la posición férrea de Donald Trump de protegerlo. El régimen no se ha atrevido a ponerle un dedo encima; cuando mucho, solo han osado minar su cercano entorno de colaboradores. La eventual salida de Trump debería inquietar al presidente interino, pues no están claras aún las reglas del juego en un reacomodo del apoyo internacional estadounidense a la causa que Guaidó dirige.
Un cambio en esa política tendría gran repercusión en la poca o mucha viabilidad del interinato y la Asamblea Nacional luego de las cuestionadas elecciones parlamentarias del 6D, de los resultados reales obtenidos en la consulta el 12D; y más aún, de los efectos que generará la instalación el 5 de enero de la asamblea surgida de esas elecciones.
Hasta ahora, en cuanto a las presidenciales de Estados Unidos del 3N, solo podemos recrearnos en el campo de las especulaciones. De prosperar el reclamo de Trump, su coherente y decidida política hacia Venezuela solo pudiera empañarla la “marfilada” del interino al jugar posición adelantada. Creemos que al presidente norteamericano no le quedaría de otra que mantener su posición con las reservas del caso. Lo más factible es que con un Biden electo se produzca -casi que de manera inmediata a su toma de posesión- un cambio sustancial que comenzaría por una revisión de todas las decisiones, medidas y acciones que desde su presidencia tomó o promovió Trump en el resto del mundo y en particular en el caso venezolano y todo el ámbito latinoamericano.
Sin embargo, cabría preguntarse si esas decisiones y medidas se mantendrían de aquí hasta que Trump, si es el caso, deje el cargo el 20 de enero próximo. En ese lapso han de ocurrir en el país los mencionados eventos políticos más importantes del momento: Las elecciones parlamentarias del 6D, la consulta del G4 y la instalación el 5 de enero de la asamblea nacional surgida de los cuestionados comicios parlamentarios.
En lo atinente a las elecciones parlamentarias, de seguro que la posición en nada cambiará por lo que seguirían vigentes todas las decisiones y medidas que se han tomado por el gobierno de Trump dirigidas a su desconocimiento. Con respecto a la consulta, es poca la relevancia que pueda tener en este contexto. Su suerte está indefectiblemente atada a la confiabilidad de sus resultados, que a diferencia de las del 6D no es totalmente presencial a pesar de que ambas pueden correr el riesgo de ser maquilladas. El pretendido carácter vinculante que sus promotores le atribuyen no pasa de ser una oferta engañosa, ya que se hace a sabiendas de que ni aquí ni afuera lo tendrá. De igual manera, los países aliados no han condicionado su apoyo a la causa opositora a que se produzca esa consulta como se ha dejado ver.
Lo que sí será relevante, por el peso y los efectos políticos que conlleva, será la instalación “a troche y moche” de la Asamblea Nacional electa en el proceso del 6D, el día 5 de enero 2021 a la que seguramente se le calificará de ilegítima. Pero será un hecho y como tal tendrá sus consecuencias.
En tal sentido, nos preguntamos si entre esa fecha y la toma de posesión del próximo presidente el 20 de enero se mantendrá la posición de Estados Unidos en no reconocer la instalación y entrada en funcionamiento la nueva asamblea, y se siga reconociendo a la asamblea nacional de hoy, sus miembros y su presidente que a la vez es presidente interino.
Cabe, asimismo, la interrogante sobre lo que pueda suceder en este aspecto luego del 20 de enero, dependiendo de quién ocupe la presidencia norteamericana. Quedan muchas preguntas por responder, entre otras: ¿qué plan existe para neutralizar la arremetida que posiblemente se desate contra los que aún quieran exhibir su condición parlamentaria o presidencial luego del 5 de enero? ¿Seguirá el presidente Guaidó bajo la protección de Trump? ¿Biden se rasgaría las vestiduras por la continuidad de la Asamblea Nacional de hoy y del interinato? ¿Será que el prematuro reconocimiento a Biden, garantiza el interinato? Por lo demás, es inimaginable que esa dirigencia con la consulta, crea que puede mantener el mismo status político después del 5E. El pueblo no se merecería otro fiasco.
@vabolivar
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