OPINIÓN

Benedetti 

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

 

¿Cómo hacer para que el liderazgo democrático a nivel iberoamericano entienda el peligro del socialismo del siglo XXI? Me parece inconcebible porque no se entiende la característica totalitaria de los regímenes de esta tendencia, que es más peligrosa incluso que los autoritarismos socialistas, pues combina la perversidad del socialismo con la sevicia de las mafias narcoterroristas. 

El establishment democrático internacional ha sucumbido ante la arremetida del totalitarismo mundial, la dictadura de lo políticamente correcto los atemoriza y les impide actuar con firmeza frente a la izquierda que actúa sin escrúpulos y se impone en la guerra cultural gramsciana, en la cual se toman las instituciones de socialización y así crean la hegemonía que impone una nueva lucha de clases, esta vez suplantando la de la burguesía contra el proletariado, por una inventada entre los “oprimidos” y los opresores, pero creando una “ lucha identitaria” en la cual los primeros son las mujeres, las minorías raciales, los LGTQBI+, etcétera y los segundos son los hombres blancos heterosexuales, los creyentes, y cada vez más las clases populares y medias, olvidadas por quienes tradicionalmente los representaba, los partidos de centro izquierda. 

Este vacío lo están llenando líderes populistas y nacionalistas que representan una nueva derecha, que no necesariamente es extrema, por ejemplo, Meloni está haciendo un típico gobierno conservador, igual se puede decir de los gobiernos de derecha populista europea y lo hizo Trump en su primer período, y con seguridad así será su segundo. Lo que pasa es que repito, la dictadura de lo políticamente correcto impone una narrativa en los que los de izquierda si son “la izquierda”, la extrema izquierda es “la izquierda a la izquierda” (como en la izquierda del PSOE), pero la centro-derecha, o cualquiera que se oponga a la dictadura woke de estos, son la “extrema derecha”, fascistas y peligrosos para la democracia.  

El comunismo intentó derrotar la democracia en América Latina por la vía de la insurrección subversiva, no pudo, y ante el fracaso del comunismo en Europa y el derrumbe de la URSS, Fidel y Lula se inventaron el Foro de Sao Paulo que  estableció una nueva estrategia para la toma del poder: camuflarse de demócratas y a través de la creación de un estado de descontento y escepticismo hacia la democracia (ayudado por supuesto por la ineptitud de los gobiernos del estatus), con un candidato “outsider” ganar las elecciones, para desde el poder derrumbar la democracia e instaurar la dictadura del socialismo del siglo XXI. 

Esta estrategia la estrenaron con Chávez y a partir de allí se tomaron el continente, lo grave es que el modelo para estos gobiernos es llegar al poder absoluto de la dictadura castrista, o sus émulos del socialismo del siglo XXI Maduro y Ortega. Como señalaba estos regímenes combinan el desastre estatista de los socialismos con la perversidad de las mafias narcoterroristas. El objetivo es acabar con la democracia liberal e instaurar narcoestados, en donde un autócrata socialista domina el país de manera caudillista como los hegemones tradicionales de los siglos XIX y XX. Cooptan las instituciones del estado e imponen una nueva legitimidad basada en la fuerza, sustentada en el dominio de las fuerzas armadas, por grupos paramilitares, como los “colectivos” chavistas   y la Primera Línea, el ELN y las FARC. 

Comenzaba el artículo con la inquietud de por qué el establishment se pliega ante este socialismo del siglo XXI, inquietud que con la diferencia obvias se preguntan en España respecto al régimen de Sánchez que está estableciendo un régimen muy similar a los de este lado del charco. Así la columnista  Rosa Martínez señala una ideas muy interesantes al respecto (https://www.vozpopuli.com/opinion/dimision-ciudadania.html): 

“Contamos con un gobierno en el que la corrupción salpica a prácticamente todos los ministros relevantes, al mismísimo presidente e incluso a su círculo cercano familiar, incluyendo esposa y hermano, donde no dimite absolutamente nadie y su única y mejor defensa y explicación se basa en cacarear todos al unísono: “Eso es mentira”… Con este panorama tan esperanzador que tenemos, yo ya no pido, exijo ni espero la dimisión de nadie. Cada día me queda más claro que a un señor que, para conseguir ser presidente de un país, ha pactado con toda la gente a la que el futuro de España le trae sin cuidado, no se le saca de la Moncloa si no es con unas esposas”. 

Descripción que se puede trasladar a cualquier país en el que haya un gobierno del socialismo del siglo XXI, pero lo peor (y es lo que aludo en mi pregunta inicial) es lo que sigue: 

“Así que solo nos queda esperar paciente o impacientemente, eso ya va en cada uno y en el nivel de crispación o desesperación que maneje, a que la Justicia nos quite de encima a nuestro Nerón particular antes de que haga arder Roma, o a que se ponga el chándal y amenace con cerrar todas las redes sociales en nuestro país mientras encarcela a quien no le diga lo guapísimo que es”. Se preocupa la columnista por qué no hay dimisión de Sánchez, pero sí del establishment como lo dice en el subtítulo del artículo, “ya que no dimiten los que deben, me pregunto si los ciudadanos podemos dimitir o algo, porque este juego ya es insoportable”. 

Es que en definitiva el poder reside en la mafia narcoterrorista, que por el poder económico domina a la clase política, que extremadamente ideologizada, impone la política del decrecimiento que le permite instaurar la dictadura socialista, pues un pueblo pauperizado es dominado por el régimen. 

Es así que se explica la llegada de Benedetti a la Casa de Nariño con el aire triunfal que se le ve. Es que Petro solamente es una marioneta de los verdaderos dueños del poder: los narcoterroristas (Cartel de los Soles, Farc, ELN) que lo llevaron al poder, cuyo fin es la instauración de una dictadura socialista en forma de narcoestado. El establishment se vende a estas mafias y se pliegan al socialismo del siglo XXI, y hacen de operadores políticos que permiten la llegada de esta mafia al poder y le permite aparentar el juego democrático, por eso no importa el efecto negativo en la opinión pública de la confesión pública de que el hombre con el verdadero poder es Benedetti, porque él es el que hace las jugadas que quienes financiaron la campaña y que a confesión de Benedetti si él lo dice “se caen todos, pues no son empresarios”. Esos que detentan el poder ponen a Benedetti a poner orden en la debacle que es el gobierno Petro y tratar de organizar todo para la instauración definitiva de la dictadura del socialismo del siglo XXI, es el operador político de la mafia narcoterrorista que gobierna en Cuba, Nicaragua y Venezuela, así como en Venezuela el mismo Biden se arrodilló ante el capo Saab, acá lo hacen ante el hombre que maneja todas las riendas de los grupos narcoterroristas que pusieron a Petro en el poder y que para poder seguir gobernando a sus anchas, como Ortega y Maduro, necesitan rectificar el caos petrista y poner bajo el redil a los díscolos conservadores, liberales y de la U, que se están apartando de la mano de mermelada que los subyuga, para que sigan en el rol de oposición colaboracionista que permite la farsa de elecciones supuestamente democráticas, hasta que dan el zarpazo final, mandan a Benedetti y a todos los colaboracionistas a “echarse crema número 4”, como mandó Benedetti a los petristas que no entienden la jugada, mientras que a los colaboracionistas que no son del círculo del dictador, les llegará la ruina, la cárcel y hasta la muerte, por eso es tan importante que el establishment se dé cuenta y le dé un parón a estos señores del socialismo del siglo XXI, o nos veremos en el corto plazo como Nicaragua, Cuba y Venezuela, cierro como en el principio: ¿Cómo hacer para que el liderazgo democrático a nivel iberoamericano entienda el peligro del socialismo del siglo XX?