Releyendo en los últimos días textos acerca de la libertad de expresión, me he encontrado con una frase del humorista catalán, ya desaparecido, Jaime Perich, que se ajusta como pocas al momento que ahora mismo vivimos en España. Dice así:
«Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco». Por tanto, vamos a ampararnos en artículo 20 de nuestra democrática Constitución para seguir ahondando en la crítica a la manera de gobernar de Sánchez que es, con toda seguridad, la más antidemocrática que recordamos. Hasta el punto, que quiere convertir sus problemas personales en cuestiones de Estado.
Este domingo el presidente argentino, Javier Milei, en su intervención en Madrid, invitado por Vox, hizo una severa crítica a Sánchez, y llegó a calificar de corrupta a la esposa de este, Begoña Gómez. No cabe duda de que sobrepasó la cortesía esperada entre un jefe de Estado y el presidente del Gobierno del país en el que se habla. Es cierto que su intervención no estaba dentro de una visita de Estado y eso puede actuar de atenuante. De una u otra forma, la ponderación y el buen tono siempre son aconsejables en este tipo de situaciones. Ahora bien, no ha hecho nada que no haya hecho Sánchez y su pandilla, no olvidemos la jerigonza calumniadora que salió por la boca de ese ser llamado Óscar Puente, hombre de insulto fácil y reflexión escasa.
Como siempre ocurre con Sánchez, debido a su menguante credo democrático, demanda de la oposición lo que él nunca ofrece: un apoyo del PP y Vox para afear a Milei sus palabras. De momento, el portavoz del PP, Miguel Tellado, formuló una síntesis demoledora que explica bien la situación. Y lo hace de la siguiente manera, recordando que Albares, ese gigante de la petulancia, no informó a la oposición ni a la ciudadanía del cambio de posición del Sáhara, ni de la postura ante Ucrania, Israel o Gibraltar, y ahora exige que el PP defienda a Pedro Sánchez de los ataques que el presidente argentino le formuló, llamando corrupta su esposa. Si fue Sánchez el que le contó tal circunstancia al mundo entero. El mismo Sánchez que sostiene como ministro a Óscar Puente, que acusó a Milei de drogarse. El mismo Sánchez que amenaza a jueces y periodistas como alumno aventajado de Maduro. El mismo Sánchez que se mueve como pez en el agua en el fango que su maquinaria genera.
Gibraltar, el Sáhara, la guerra de Ucrania, nuestra postura con respecto a Gaza, eso sí necesitaría un consenso con la oposición, los avatares de Begoña con los juzgados corresponden a otra esfera, más particular, donde nadie debe estar por encima de la ley, sea cual sea su condición. Concluyo, pues, casi como empecé: gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que el entorno de un determinado gobernante no se ajusta a los estándares propios de una democracia avanzada. Al periodista que informe de ello no debe ocurrirle nada y los tribunales velarán por que así sea. Al gobernante tampoco parece que le vaya a ocurrir nada, o eso pretenden.