OPINIÓN

Bastardos con gloria roja rojita

por Antonio Guevara Antonio Guevara
Tocuyito Observatorio Venezolano de Prisiones

Cárcel  de Tocuyito / Foto: @ELESPINITO

¿Cuándo empezó el proceso de limpieza de las cárceles en Venezuela? Es una pregunta que sirve de antesala a este texto de prisiones venezolanas y territorio en reclamación del Esequibo

Como parte de una operación denominada Cacique Guaicaipuro el régimen ha intervenido las más importantes prisiones venezolanas. Coincidencialmente con la reaparición del tema del Esequibo. Tocorón II, la joya de la corona penitenciaria con galleras, discoteca, banco, piscina y un régimen interno que los diferenciaba de los venezolanos libres, inició el operativo; le siguió Puente Ayala en Barcelona, Tocuyito en el estado Carabobo, el internado judicial de Trujillo, la cárcel de La Pica, la cárcel de San Felipe y la de Vista Hermosa en Ciudad Bolívar

Armas y detenidos fueron presentados como la eficiencia del régimen en el control penitenciario. Y después los presos y las armas se desaparecieron de la opinión pública. ¿Dónde están los presos? ¡Los pranes! Esa es la pregunta que se hace todo el mundo dentro de la opacidad informativa muy característica de la revolución.

El tema se escapó de la opinión pública rápidamente, mientras el relacionado con la reclamación del territorio del Esequibo se agarraba toda la calle del centimetraje en medios y redes sociales y oficialmente se escalaba peligrosamente hacia la antesala de una guerra entre Venezuela y Guyana. A punto de un disparo convenientemente apretado en el disparador de un fusil del lado venezolano sostenido por un delincuente. Pero vamos a dejar el tema de las cárceles para el final. Ustedes van a saber el porqué. Y vamos a focalizarnos en el del Esequibo.

Se ha insistido en un reciente ejercicio académico que el primer disparo va a salir de Venezuela. En una tarea académica la imaginación es la que pone los límites. Adicionalmente se ha sugerido que mucha de la organización para el combate en el plan de operaciones del lado venezolano se reflejará en la mampara y la pantalla de la Milicia Nacional. Y estará estructurada por la guerrilla colombiana que está desplegada y maniobrando en ejercicio de poder en los estados Delta Amacuro, Bolívar y Amazonas desde hace mucho tiempo. Adicionalmente, con la presencia en el sur de elementos de Hamás, Hezbolá y la fuerza Quds, más los elementos prorrusos de la fuerza Wagner. Esta ha sido una denuncia de reiteradas oportunidades.

Luego está la fuerza paramilitar vernácula del régimen que le sirve de sostén para mantenerse en el poder, como escudos humanos, tal como ahora en la franja de Gaza. Cuando la oposición convoca a marchas. Y está en la delincuencia común empoderada con el pranato, los colectivos paramilitares, las megabandas, los sindicatos y toda la estructura criminal que se alienta desde Miraflores para sostenerse en el poder. Especialmente en el Arco Minero, frente al territorio Esequibo.

Para ilustrar en un organigrama, dentro de este mismo ejercicio académico, esa organización para el combate de la vanguardia revolucionaria del régimen adscrita de manera encubierta a la Milicia Nacional antes, durante y después del primer plomazo en el Esequibo, esta quedaría en la estructura en dependencia directa de ese quinto componente militar inconstitucional. Haciendo combo con la guerrilla colombiana, Hamás, Hezbolá, la fuerza Quds, el grupo prorruso de contratistas militares Wagner y los milicianos que vemos en cada movilización que se convoca cotidianamente en la revolución bolivariana para presentar músculo en los desfiles y en la distribución de las bolsas CLAP. Uno de esos cajoncitos con los que se dibuja ese gráfico correspondería a la delincuencia común empoderada en una suerte de formación de unidades penales militares. Nada nuevo en la historia de la conformación de pelotones, de compañías y de batallones de “faltones” sacados de las cárceles para ser enviados al frente con tareas suicidas. Adolfo Hitler en 1935 dictó una ley para la Wehrmacht recién activada y creó el concepto de Strafbataillon para reeducar y reorientar mediante la disciplina y trabajos forzados a soldados indisciplinados o alborotadores en las filas o simplemente soldados caídos en desgracia ante sus superiores. Un régimen disciplinario y correctivo más enérgico y severo de lo normal los entrenaba para realizar servicios especiales para la patria en el frente. Carne de cañón custodiada por la feldgendarmerie del reich en funciones de policía militar. Los soviéticos también usaron el concepto de las unidades penales. Con la orden 227 del 28 de julio de 1942, José Stalin en la II Guerra Mundial y ante la la ofensiva alemana en la operación Barbarroja activaron disposiciones para impedir las retiradas y el desenganche del contacto con el enemigo. Los efectivos que lo hacían se encontraban con el fuego amigo que los abatía por derrotistas y cobardes. Ni un paso atrás era la orden y desde la severidad de ella se garantizaba que los territorios que planeaban capturar los alemanes que «son el pan y los recursos de nuestro ejército y nuestros civiles, el petróleo y el acero de nuestra industria, las fábricas que suministran armas y munición a nuestras tropas, nuestros ferrocarriles… […] Cada porción de territorio que entregamos a los fascistas los fortalece a ellos y debilita nuestras defensas y nuestra patria». Esa era la retórica de la directiva comunista que ordenaba matar a sus propios ciudadanos en esas unidades formadas por hombres sacados de las cárceles y que con la calificación de traidores a la patria iban en primera línea donde el fuego era más peligroso. Sobrevivir al disparo enemigo en la vanguardia era una manera de redimirse con el riesgo y con la sangre ante los crímenes contra la patria. Más acá, en la subregión latinoamericana, esa escuela de medios de la guerra no ortodoxos ni convencionales ha sido encabezada por Cuba y el régimen comunista desde La Habana en hechura de Fidel Castro y su poderoso G-2 que siempre ha subestimado desde hace muchos años el liderazgo de la oposición en Venezuela. Desde la oficina de Manuel Piñeiro (a) Barbarroja en el ministerio del interior surgió la idea de inundar de cocaína, después de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, a todo el territorio continental de Estados Unidos. Es desde allí desde donde se les abrieron las puertas a todas las cárceles cubanas para inundar de Marielitos todo el sur de Florida para que esos combatientes no ortodoxos sin fusil y sin casco de combate erosionaran al enemigo imperial. Desde esos mismos predios surge la ingeniosa idea de activar el tapón de Darién para continuar la tarea a la manera como las pateras procedentes del norte de África desembarcan todos los días en las costas del Mediterráneo europeo con un grueso contingente de enemigos de occidente. Esa oficina es la que le tira línea al régimen de la revolución bolivariana directamente hasta Miraflores.

De manera que no hay ninguna originalidad en esto de la creación de unidades penales o penitenciarias para ser enviadas al frente de batalla con tareas suicidas y poco éticas o nada escrupulosas donde el riesgo es más elevado y la muerte es parte de lo que se carga en la mochila de combate. Un pelotón de faltones sacados de los calabozos, con un largo historial de muertes y otros delitos comunes; y con otras ofertas no muy santas de reinserción social y otras prebendas diferentes al botín que se atesoraba desde lo interno de los penales, solo se atinan con precisión entre acuerdos donde el alto mando revolucionario es otra estructura delincuencial aferrada al poder. Con una capacidad para negociar vidas de los ciudadanos y las muertes de varios de los integrantes de sus bandas en una planificación operativa dentro de Fuerzas de Cobertura (FC), como parte de Destacamentos Dejados en Contacto (DDC) o como integrantes de Puestos Avanzados Generales (PÁG) y Puestos Avanzados de Combate (PAC) para garantizarse su permanencia en el poder mientras se ejecuta cualquier plan al tenor de un Manual de Táctica General. Es posible que alguna elevada mente roja rojita integrante de la nomenclatura, en lo cotidiano de sacar márgenes de utilidad superior al expreso acuerdo con la delincuencia y el pranato que forma parte de los escudos humanos con que se protege Miraflores desde los tiempos de los Círculos Bolivarianos y el 11 de abril de 2002, lo haya planteado en alguna reunión del PSUV después de un maratón de cine en el teatro de la Academia Militar de Venezuela con los magníficos filmes Los doce del patíbulo y Bastardos sin gloria. Y para llevar estas apreciaciones a la realidad fuera de la pantalla, es bueno detallar los alcances geográficos del Tren de Aragua que parecen salidos de la pluma de Quentin Tarantino. O el contexto desde los tiempos de El Picure, Wilmito, El Coqui, el Niño Guerrero más el enigma encarnado en Valentín Santana con la réplica de la espada del Libertador y esperando su ascenso a Almirante de la Mar Océana como Cristóbal Colón, allí mismito, detrás del palacio de gobierno. Esperando órdenes.

Ahora, retornando al tema de la intervención de las cárceles. La gente se ha preguntado ¿qué hicieron con los presos y donde están las armas?

Allí puede estar la respuesta dentro de este ejercicio, de donde se llenaría la conscripción de esa cajita roja rojita correspondiente a la brigada penitenciaria. O ustedes creían que esas libertades de los presos para continuar detrás de las rejas delinquiendo era de gratis.

En la guerra, que es lo mismo que por el poder, todo se vale. Así como en este ejercicio. Y mucho más si es en revolución.