Foto Miguel Zambrano / AFP
- He sostenido que el pueblo de Barinas obtuvo una victoria el 9 de enero. Después de tantas derrotas consecutivas en diversos terrenos el que en un estado se le haya dado un golpe al régimen no puede ser sino motivo de alegría. Quien esto escribe era de los que pensaba que los próceres rojos no admitirían entregar Barinas porque su concepción y estilo es otro: si pierden, arrebatan, a menos que hayan resuelto repartir migajas. Con el candidato del 21 de noviembre hicieron lo de costumbre, lo sacaron del juego. Podían haber actuado de forma idéntica el 9 de enero. No lo hicieron. No creo que haya sido una conspiración para regalar una gobernación sin poder sino me parece que más bien que se les escapó la liebre.
- Por 130 votos le quitaron la gobernación a Superlano y era previsible que recurrieran a otra inhabilitación si era necesario. La marejada de recursos que inyectaron a Barinas desde finales de noviembre en adelante parecía indicar que esa presa no la soltaban. Han usado las inhabilitaciones, su sistema judicial, sus militares, policías y bandas para garantizar sus designios. Era plausible que se repitiera el caso o, si era necesario, podían haber suspendido las elecciones.
- Ha habido dos interpretaciones: una consiste en decir que esa fue una victoria pactada con el colaboracionismo y la otra que indica que ocurrió lo inesperado, que el uso masivo de los recursos del Estado no fue suficiente para obtener lo que esperaban. En otros casos ha ocurrido lo que no previeron: en la abstención de 2005, el referéndum constitucional de 2007 que perdieron por más de 7% y cuyos resultados finales se pactaron por poco menos de 1%, y en la elección de la Asamblea Nacional de 2015. Ha habido otros casos. En ellos ocurrieron victorias después desinfladas por otras vías, pero en su momento fueron victorias celebradas por todos. En Barinas parece haber ocurrido un caso similar a estos últimos.
- Creo que el júbilo que hubo en los hechos electorales de 2005, 2007, en 2015 y ahora en Barinas tiene justificación, aunque después todo se derrumbó. Son situaciones que energizan a las sociedades. Obsérvese que el contento es diferente al de las tres gobernaciones que el G4 obtuvo el 21 de noviembre. En esa oportunidad aquello se vivió como un reparto sin épica y sin sorpresa. Lo de Barinas parecía diferente pero con el inmenso riesgo de que se haga una evaluación engañosa.
- ¿Ha cambiado la naturaleza del régimen como para considerar que esta reciente elección obedece a otra lógica? No. Pero se pueden sacar conclusiones equivocadas que ya circulan con profusión. El riesgo fundamental es asumir que Maduro y su banda aceptarán una negociación para admitir unas elecciones libres y limpias que los saquen del poder. Precisamente las liebres escapadas lo que hacen es taponar la viabilidad de ocurrencia de eventos similares en el futuro, aunque se usen para seducir sobre sus posibilidades. Ahora anda por allí lo del revocatorio.
- Maduro y su banda van a insistir en un discurso que el sector cohabitante de la oposición comparte: la ruta electoral es la única posible para producir cambios en Venezuela; el CNE es apropiado garante de condiciones electorales; la colaboración entre gobierno y oposición es el camino. Es no comprender que todo es válido menos intentar reemplazar el régimen. Algo así como si Fidel Castro o Díaz-Canel, Ortega-Murillo o Kim Jong-un admitieran que van a salir de sus cuevas de mando por unas elecciones. Nada es igual pero son lo mismo.
- No hace falta mucho para que la realidad se imponga. En un régimen producto de una alianza nacional e internacional de grupos criminales, militares y políticos, se pueden distribuir las posiciones (gobernaciones, alcaldías, diputaciones), pero lo que de ninguna manera se distribuye es el poder. Para eso están los “protectores” de los estados, las REDI, ZODI y ADI, militares, el poder comunal, la narcoguerrilla y, cuando hace falta, el crimen organizado estatal: los cuerpos represivos. Admiten diversidad en los cargos hasta cierto punto, pero jamás renuncian a la centralidad total del poder.
- Esta victoria de Barinas crea, al mismo tiempo, severos problemas en la oposición que participa de esa visión: la hace parte de las decisiones de la Asamblea Nacional del régimen que fue quien convocó las elecciones del 21 de noviembre, precisamente cuando se intenta prolongar la AN de 2015 bajo la presidencia de Guaidó. Esta contradicción se salvará de una forma que ya comienza a evidenciarse: el traspaso de poder interno en el G4 y su interinato. El Estatuto de Transición que convirtió a Guaidó en una figura aún más decorativa, significa el desplazamiento de la preponderancia de unos partidos en relación con otros. AD parece que navega más cómodo en estas aguas con los 4 gobernadores opositores vinculados a ese partido. A menos que haya sido una conspiración adeca, como que a los antiguos dueños del G4 también se les escaparon varias liebres.
- Aunque no haya sido intencional, ahora se fortalece el discurso común entre el régimen y el sector opositor que con este se entiende, según el cual lo que sigue es el referéndum revocatorio. Apropiada zanahoria que menos ahora que nunca el régimen permitiría para que les sonara un “barinazo” a deshoras. Eso sí que no es posible para el régimen porque significaría su eyección y allí no cederían ni por equivocación, salvo que existiera una fuerza civil y militar, nacional e internacional, que lo imponga.
- La idea del RR como alternativa para sacar a Maduro del poder, en la ruta de más y más elecciones, creo que es descaminada y es volver a errar sobre el evento del 9 de enero pasado. Además, plantearle un RR a Maduro como qué, ¿presidente de la república? ¿No está Guaidó allí por casi tres años porque Maduro no es presidente?¿Cómo el presidente de Venezuela –aunque sea interino- plantea un revocatorio a alguien que no sea exactamente presidente de Venezuela? Esto lo llaman “fricciones de la narrativa”; en criollo: más enredados que perro en patio de bolas.
- Lo que me parece ha seguido en Barinas, de acuerdo con las declaraciones del gobernador electo, es lamentablemente una nueva abdicación: reconocimiento a Maduro, el protectorado abierto o encubierto, la constitución de los grupos militares en el único poder ejercido abiertamente, y la limitación de las nuevas autoridades a tareas tales como el ornato público, los huecos en las calles y las fiestas patronales.
- Pero, amigos, todo lo anterior palidece frente a otra realidad: Maduro tiene al menos 19 de las 23 gobernaciones de estado y en relación con Barinas hay problemas más profundos. Allí está instalado el Frente Domingo Laín del ELN que controla zonas hacia Santa Bárbara de Barinas; el Frente 10 de las FARC se apropió de Ciudad de Nutrias y toda la proyección hacia el sur, en Apure, para el tráfico de drogas; y las Fuerzas Bolivarianas de Liberación – Ejército Libertador (FBL – EL) o Fuerzas Patrióticas de Liberación Nacional (FPLN) un grupo más reducido opera hacia Socopó, entrada de la reserva forestal de Ticoporo. Esa es la realidad que acompaña el hambre de los ciudadanos de ese estado y de todo el país. Estos temas de fondo, estructurales, son los que constituyen el entramado criminal que corroe las entrañas de una nación que dejó de existir. Para derrotarlos hay que cambiar de régimen, lo que no impide reconocer cuando se expresa la fuerza ciudadana aunque la alegría dure poco.