Luego de finalizada la Cumbre del Futuro y la Asamblea General de las Naciones Unidas, junto con las Jornadas para la Acción previas a la cumbre, es hora de intentar un balance.
Sobre la suscripción del Pacto del Futuro resultó tal como era lo esperado pues había sido consensuado previamente, sólo 7 países se opusieron, otros 15 no votaron y la sola sorpresa de Argentina que se “disoció”. Los países no firmantes ya anunciados fueron: Bielorrusia, Cuba, Corea del Norte, Eritrea, Nicaragua, Irán Siria, Rusia y Venezuela.
La verdad es que es una verdadera proeza lograr que casi todos los países del mundo se pongan de acuerdo en un texto de esta naturaleza, extenso, audaz y donde se dicen las cosas con bastante claridad, y que representa una hoja de ruta para avanzar. Es cierto que no es vinculante, pero allí está, es lo que se tiene y contiene lo necesario para resolver los asuntos más graves que el mundo tiene pendiente. Son 57 acciones que no se pueden ignorar.
Uno de los principales desafíos que se plantean es la transformación del propio sistema de gobernanza multilateral, tan importante y necesario, pero que acusa graves deficiencias. A ese gran invento que es la Organización de las Naciones Unidas le llegó la hora de su transformación. Hay consenso en que la ONU y los demás órganos multilaterales ofrecen un balance histórico muy positivo, pero como les sucede a todos los sistemas disipativos, entró en entropía y el deterioro puede agravarse si no se transforma para emerger en una nueva organización mucho mejor.
Entre los desafíos está el reforzamiento de la Asamblea General, un foro político en el que todos los jefes de Estado del mundo pueden hablar en términos de igualdad y en medio de un clima de respeto, incluso cuando algunos de los oradores irrespeta. La reforma del Consejo de Seguridad es un clamor para que pueda ser cumplida la razón de ser de las Naciones Unidas: la paz.
El pacto incluye la transformación de las organizaciones multilaterales relacionadas las finanzas como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Interamericano de Desarrollo y los bancos multilaterales de desarrollo. Se suman la OMS, Unesco, el PNUD, la Unicef y los casi 150 órganos y programas, con cerca de 37.000 empleados y oficinas en los 193 países miembros.
En el pacto se refuerzan los compromisos con la dignidad humana para las generaciones presentes y futuras, el desarrollo sostenible, el cambio climático, el establecimiento de asociaciones más sólidas con la sociedad civil, el sector privado, las autoridades locales y regionales para que otras voces se incorporen al debate sobre la construcción de un mejor futuro.
Una novedad importante es que se aprobó un compromiso para abordar el tema de la inteligencia artificial que tanto promete y tanto preocupa. El Pacto Mundial Digital es el primer acuerdo global sobre la regulación internacional de las tecnologías digitales, para que contribuyan al desarrollo sostenible y a los derechos humanos, la ciberseguridad y el prevenir el uso indebido de la tecnología.
“Estamos aquí para sacar al multilateralismo del abismo”, dijo el Antonio Guterrez, Secretario General de la ONU en la apertura de la Cumbre del Futuro y la Asamblea General. El pacto fue acordado y “es una hoja de ruta ambiciosa y detallada para mejorar el mundo y la humanidad en los próximos años”. Es un pacto histórico, sin lugar a dudas y sus resultados dependen de la voluntad del liderazgo mundial. Lamentablemente hay quienes no sienten la necesidad de cambio y solo les interesan el poder y la codicia, pero el abismo está allí.