OPINIÓN

Ayúdenme con la vaca

por Ana María Matute Ana María Matute

I

En 2019, cada día 13 venezolanos murieron como consecuencia del cáncer de pulmón. No lo digo yo, sino la Sociedad Anticancerosa de Venezuela. Cada uno de esos 13 venezolanos sucumbió ante un cáncer que les va robando el aire. Nada más horrible que la sensación de ahogo.

Los que sufren de asma deben tener una idea. Les confieso que no sé cuáles son los síntomas porque no me he ocupado de buscarlos y no pretendo describirlos, imagino que en Internet sobra información de este tipo. Mis médicos dicen que afortunadamente soy una paciente atípica y así quiero seguir siendo.

En total fueron 4.592 muertes por cáncer de pulmón. De la cifra total, 2.701 fueron hombres y 1.891 mujeres, de acuerdo con los datos que maneja la SAV. 80% de los casos se relaciona con el tabaquismo, pero no se escapan los fumadores pasivos o, como yo, los que no han fumado jamás en su vida.

II

Los que tienen cáncer en Venezuela en realidad padecen dos enfermedades, como la mayoría de los enfermos. La que le producen las células enloquecidas en su organismo y las que les inflige el régimen. Y no es responsabilidad exclusiva del heredero, pues esta precariedad sanitaria comenzó en los tiempos del comandante.

“La crisis afecta en forma severa a nuestros pacientes, la escasez no permite el inicio a tiempo de los tratamientos oncológicos de cualquier tipo y me refiero a los tratamientos médicos, radioterapia, cirugías, pero además las interrupciones y períodos prolongados sin tratamiento son cada vez mayores”, señala Álvaro Gómez, presidente de la Sociedad Venezolana de Oncología, en entrevista para el Observatorio Venezolano de la Salud y publicada en su página web.

Así las cosas, los pacientes que logran ponerse todos sus tratamientos a tiempo en realidad viven un doble milagro y muchas veces no se dan cuenta. Conseguir las quimioterapias, la atención necesaria, los medicamentos para los tratamientos previos y posteriores es parte de la angustia que tienen que vivir y a veces no hay manera de manejarla con eso de que el estrés empeora su situación de salud.

Así que, como digo yo, al final todo es culpa del régimen, y no estoy jugando, lo estoy padeciendo.

III

Créanme cuando les digo que cuando uno tiene tiempo sin poder respirar apropiadamente, se le olvida cómo hacerlo. Me he dado cuenta porque a veces me siento sin aire y me doy cuenta de que no he respirado por un tiempo.

En el mismo año en el que 4.592 personas murieron de cáncer de pulmón, a mí me dijeron que lo tenía en estadio IV. Es decir, ya había hecho metástasis en la pleura y los que me leen con frecuencia ya saben todo lo demás.

Fue a finales de julio de 2019 y fue en el hospital Domingo Luciani en donde un extraordinario equipo médico me dio la noticia. Sin embargo, algunos lo dudaron, como el médico cirujano de tórax que sugería buscar otra opinión. Mi semblante nunca ha demostrado lo que llevo.

No sé cómo hice para vivir sin respirar apropiadamente durante los meses anteriores, pero fue allí cuando se me olvidó lo que es respirar. Con el favor de Dios y la ayuda de todas las almas generosas que han colaborado monetariamente conmigo he logrado este año comprar la quimioterapia y ponerme los ciclos.

No la llamo enfermedad, la llamo proceso. Es mucho lo que he aprendido sobre mí y sobre ese pequeño bichito blanco que está alojado en mi pulmón derecho.

La buena noticia es que el bichito tiene ya un punto negro, que significa necrosis celular. Quiere decir que la quimioterapia y mi firme resolución de expulsarlo están funcionando. Está muriendo desde adentro.

Sin embargo, necesito seguir. Hace un año mi sobrino y colega Ángel Matute comenzó una campaña de Go Fund Me para reunir el dinero que necesito para pagar los medicamentos que no consigo a veces y los honorarios médicos. Tuve que recurrir a la medicina privada porque, como lo dijeron antes los entendidos que cito en este artículo, no puedo darme el lujo de la intermitencia en el tratamiento.

Falta poco, lo sé, pero debo seguir insistiendo hasta sacar todas las células que no pertenecen a mi cuerpo. Vuelvo a requerir de su ayuda y solidaridad, aunque sea con la difusión de este artículo y del link de mi campaña https://www.gofundme.com/f/una-bocanada-para-otro-grito-de-libertad. Gracias.

Esta realidad no me ha apartado del periodismo y quiero seguir, porque mi país necesita pluralidad de voces, diversidad de opinión, libertad de expresión. El ejercicio que hago diariamente en El Nacional web no solo es para mí, es por Venezuela. Todavía tengo mucho que atestiguar y mucho que contar para contribuir con su reconstrucción.

@anammatute