El asesinato del periodista y político Pedro Joaquín Chamorro, por sicarios de la dictadura somocista en 1978, fue quizás la última torpeza de la dictadura, la que precipitó su caída. En la actualidad, la proscripción y enjuiciamiento de su hija, Cristiana, la actual candidata opositora del régimen de Ortega, quizás se convierta no solo en una torpeza más del “danielismo”, sino en un preludio de su final. La situación en Nicaragua, sin embargo, es mucho más compleja y no puede simplificarse bajo el discurso polarizante que divide al país en dos.
El autoritarismo oficialista
Desde el retorno de Daniel Ortega al poder en 2007, los valores del histórico Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se fueron degradando hasta convertir al gobierno en un régimen autoritario. Gran parte de esta tendencia responde a la actitud y decisión de la primera dama Rosario Murillo, quien, aprovechando la enfermedad de su marido, lo ha ido desplazando junto a los viejos cuadros danielistas.
Según un viejo sandinista, amigo personal de Daniel Ortega desde hace décadas y quien solicita la reserva de su nombre, cuando se habla de la situación en Nicaragua no hay términos medios. “Algunos sólo repiten lo expresado por la oposición, otros, lo que arguye el gobierno. Pocos se detienen a reflexionar y analizar lo que ocurre con una mirada honesta y veraz… pues sabemos que los políticos y otros referentes públicos no lo harán”.
Mientras parte de la izquierda, la más ortodoxa, se mantiene fiel al régimen y no reconoce los errores del gobierno Ortega-Murillo a medida que se consolida el régimen autoritario, un gran sector de la oposición de derecha, en parte representada por Cristiana Chamorro, “seguirá obviando su propia historia de abusos… No se explayan sobre los verdaderos intereses que defienden, es decir, los de la alta burguesía local”.
Otro exsandinista, periodista y comunicador, ahora al servicio de una ONG humanitaria internacional, quien también pide la reserva de su nombre afirma que “el danielismo, con su oportunismo, suplantó los principios del sandinismo histórico, para trabajar en pos de beneficios personales, de familia y de grupo. Empero, no descuidó a sus bases, a las que siempre apoyó”.
Rosario Murillo, conocida como “la Chayito”, cuenta además con una amplia base de apoyos dado su intenso trabajo de inserción desde hace años en los sectores populares de la sociedad. La vicepresidenta se ha esforzado por alinear a la Juventud Sandinista a sus fines personales, a los cuales se suma una gran influencia sobre las organizaciones de mujeres y las que nuclean a los campesinos. Y así es que se ha ido configurando un movimiento interno en el FSLN.
La oposición al régimen
Por otro lado, Cristiana Chamorro, la influyente periodista que anunció que se postularía como candidata en las próximas elecciones presidenciales de noviembre, pertenece a una familia con una larga trayectoria política y empresarial, —ha suministrado cinco presidentes de la República— y ha sido historicamente propietaria de medios de comunicación, otrora casi monopólicos. Y en este marco, la familia defiende los objetivos de la clase a la cual pertenecen, es decir, la alta burguesía nicaragüense.
Durante la dictadura somocista la familia mostró una férrea oposición; sin embargo, tras el triunfo del FSLN en 1979 sus miembros permanecieron en el gobierno revolucionario por poco tiempo. A lo largo de los años 80 la familia mantuvo un perfil bajo. Esto le permitió en las siguientes elecciones presidenciales, en 1990, presentarse como una alternativa viable, lo cual les permitió regresar a la presidencia a través de la viuda de Pedro Joaquín, Violeta Barrios. El triunfo fue producto del agotamiento de los nicaragüenses con la violencia y la guerra.
En este marco, la detención de Cristiana Chamorro de cara a las próximas elecciones, reafirma el carácter autoritario del gobierno. Pero lo que se está presenciando no es un enfrentamiento entre el gobierno y la familia Chamorro. En la misma semana, fue detenido otro candidato presidencial opositor, Arturo Cruz, acusado de “atentar contra la sociedad nicaragüense”, según el Ministerio Público.
Las voces críticas al gobierno de Ortega y Murillo, sin embargo, no se limitan a los candidatos opositores y la alta burguesía nicaragüense. Figuras influyentes del sandinismo como el ex vicepresidente de Ortega en su primer gobierno (1985-1990), el escritor Sergio Ramírez o el también ex miembro de la Junta Revolucionaria sandinista, el poeta y teólogo Ernesto Cardenal (fallecido en marzo de 2020) o el ex comandante sandinista Hugo Torres, además de muchos otros exaliados, han denunciado en los ultimos años el creciente autoritarismo del régimen.
En este marco, si bien Daniel Ortega se ha ido apartando en gran medida de los líderes históricos; Murillo, desde su posición de vicepresidenta, ha venido socavando su poder al interior del FSLN y del gobierno, suplantando con su propia gente a los viejos cuadros afines a Daniel Ortega.
Estos apoyos, según ciertos analistas, podrían serle suficientes al oficialismo para ganar una elección presidencial, aun sin cometer fraude. Sin embargo, la inseguridad y ambición del propio régimen, le ha llevado a cometer abusos de todo tipo. De este modo, la persecución de Cristiana Chamorro y los demás lideres y periodistas de la oposición, es una respuesta no sólo autoritaria, sino irreflexiva, que el gobierno termina aplicando a sus competidores en una suerte de lawfare, modalidad muy difundida entre los gobiernos de América Latina.
Dardo Justino Rodríguez es analista, comunicador y consultor independiente de organismos y organizaciones internacionales. Director nacional de Presagio Consulting Honduras.
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